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Polvo cósmico

La influencia de Horacio Sánchez Unzueta en la política y el desarrollo de la ciencia y tecnología en San Luis Potosí.

Por José Luis Morán López

Junio 27, 2024 10:00 a.m.

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Hace unos meses falleció el Lic. Horacio Sánchez Unzueta. Los medios impresos y las redes sociales han hecho, con toda razón, recuentos de sus habilidades como político, gobernante, ideólogo y han enfatizado su gran sentido de servicio a la sociedad.

Yo deseo resaltar otras virtudes de las que fui testigo a lo largo de muchos años de mantener una gran amistad. Él fue un incansable promotor de la educación superior en el Estado. Su interés por la formación profesional de los jóvenes siempre estuvo en su mente y realizó acciones sumamente importantes para el desarrollo de San Luis. También impulsó la investigación y el posgrado en las ciencias sociales, naturales y exactas.

Desde mi punto de vista Horacio fue uno de esos casos en los que la genética logra conjuntar la percepción política con el interés y capacidad natos por entender la naturaleza. Su forma de razonar y encontrar soluciones se parecía mucho al proceder de los investigadores de ciencias duras.

Aquí narro algunas de las experiencias conjuntas que sustentan mis aseveraciones; sin ser exhaustivo les comparto algunas de las coincidencias y disidencias de nuestra larga amistad.

La lucha por la Federación Universitaria

A Horacio lo conocí cuando era estudiante de física en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. En 1971 yo era el presidente de la Sociedad de Alumnos de la Escuela de Física. En esa época la Federación de Estudiantes Potosinos (FUP), había sido dirigida por estudiantes que comulgaban con la derecha; los conocidos como conejos, un grupo perteneciente a la Corporación de Estudiantes de México. Esa era una organización dirigida intelectualmente, en el Estado, por el Padre Joaquín Antonio Peñaloza; un sacerdote carismático, intelectual y muy activo en la política. Los presidentes de la FUP, de esa época que pertenecían a ese grupo, que recuerdo son; Lauro Miguel García Atilano (1967-1969) y Héctor Hernández Rodríguez, que al graduarse de médico dejó la FUP en manos de Marco Álvarez (1969-71).

En la elección de 1971, participaron Roberto Naif Kuri y Horacio Sánchez Unzueta como candidatos a la Presidencia. Horacio significaba la continuidad por parte de los conejos y Roberto representaba en esos años la disidencia. Este último me invitó a su campaña y participé activamente. El resultado de la elección fue que nuestra planilla ganó y terminó el dominio del grupo que se había mantenido en la dirigencia estudiantil por muchos años.

El momento de conocer otros lares

Después de la elección estudiantil, dejamos de vernos. Yo continué mi formación científica fuera de San Luis; me fui a la Ciudad de México primero y luego al extranjero por varios años. Él siguió un camino parecido, viajó a Europa en 1976 donde obtuvo la maestría en Práctica Social y Administración en la Universidad de Swansea. Esta ciudad está situada en la Bahía del mismo nombre en Gales, Reino Unido. De ahí se fue a Holanda para formarse en el Instituto de Estudios Sociales (1978-1979). Al final de ese período, regresó a México y cursó la Maestría en Desarrollo Urbano en el Colegio de México (1979-1980).

La solución a la inestabilidad política

Nunca me imaginé que, con el paso de los años, en 1993, seria elegido Gobernador de San Luis Potosí. Fue la solución a una gran inestabilidad política en el Estado al inicio de la década de los 90. Por la silla de Gobernador habían pasado Fausto Zapata Loredo (27 de septiembre de 1991-9 de octubre de 1991), Gonzalo Martínez Corbalá (10 de octubre de 1991- 9 de octubre de 1992) y Teófilo Torres Corzo (9 de octubre de 1992-18 de mayo de 1993), quién le entregó la gubernatura a Horacio el 18 de mayo de 1993. Este cargo concluyó el 25 de septiembre de 1997.

Las líneas de la vida se vuelven a cruzar

Mi rencuentro con Horacio fue en 1994 siendo él ya Gobernador. En ese año, la elección del Presidente Municipal en Cerritos fue muy cerrada, declarando ganador a José Luis Vaglienty, candidato del PRI. Por el PAN contendió como candidato, el exsacerdote, Alfredo Fernández Moreno. El resultado de la votación fue de 51 y 48 por ciento, a favor del PRI. Ante lo cerrado de las votaciones, el PAN objetó la transparencia de las votaciones: no reconoció el triunfo y no permitió a Vaglienty tomar posesión del cargo. Para resolver el dilema, el ya Gobernador Sánchez Unzueta, invitó a un grupo de ciudadanos de la Ciudad de San Luis, a formar un comité que realizaría una consulta ciudadana entre los cerritenses para tratar de dirimir las diferencias. Horacio me invitó a esta iniciativa y me sumé al grupo. El ejercicio fue realizado con éxito; la mayoría de los que participaron en la consulta, ratificaron a Viglienty como su Alcalde y el PAN aceptó el resultado.

Esa fue la semilla de la segunda vuelta electoral, instituida en nuestro Estado; con este procedimiento, se podía garantizar la gobernabilidad en casos de elecciones municipales cerradas.

Esta comisión me dio oportunidad de reunirme con él y plantearle algunas de las ideas que yo tenía para desarrollar en nuestro Estado. Me percaté de su interés en el desarrollo de ciencia y por impulsar instituciones de educación superior y centros de investigación.

La creación del Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología.

La historia del apoyo a la ciencia y al desarrollo tecnológico, por parte del estado, es muy reciente. El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología se creó en diciembre de 1970. A partir de entonces se empezaron a establecer políticas y programas de fomento a la formación de recursos humanos y para apoyar proyectos específicos. Sin embargo, estrategias para el desarrollo integral del país estaban ausentes. A pesar de eso se hicieron esfuerzos importantes para incrementar el número de científicos en nuestro país, que a todas luces, era incipiente.

En 1996 el desarrollo de la ciencia y sus aplicaciones seguía siendo muy precario en los estados de la república. Las políticas eran dictadas centralmente por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Aunque con iniciativas claras de apoyo al desarrollo, no se aplicaban programas específicos para cada región y estado. Por otro lado, las autoridades gubernamentales estatales, por lo general, no apreciaban la importancia que revestía el contar con oficinas estatales que promovieran esas actividades localmente.

En esa década, las comunidades académicas de los estados de la República empezaron a mencionar, a sus respectivas autoridades, la importancia de contar con una oficina que promoviera la formación de recursos humanos, apoyara la infraestructura local y se buscaran soluciones a los problemas de nuestro entorno con la participación de la propia comunidad estatal.

A mediados de 1996, tuve la oportunidad de presentarle al Gobernador del Estado, el proyecto de crear nuestro consejo estatal. Siendo él una persona progresista, aceptó de inmediato la propuesta y lo creó por decreto en septiembre de 1996. Debo decir que recibí de él todas las facilidades y apoyo financiero para poner en operación el Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología (COPOCYT).

Esa oficina ofrecía la plataforma para tener reuniones con él y plantearle algunas iniciativas que consideramos importantes para el desarrollo del Estado.

El Colegio de San Luis

El estudio y la formación de profesionistas en el área de ciencias sociales y humanísticas había sido cerrado en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí desde la década de los 60s. A Horacio ese hecho le parecía grave; no ofrecer a los jóvenes que tuvieran inclinación por esa área una opción de formación en el Estado era un tema que había que buscarle solución.

La que encontró fue apoyar a un grupo de investigadores asociado al Archivo Histórico del Estado, para crear el Colegio de San Luis; una entidad similar al Colegio de Michoacán o al Colegio de México. La idea fue exitosa y les construyó un edificio especial para albergarlo. El trámite no fue sencillo, pero él logró convencer al Presidente Zedillo y al Director General de CONACYT, Carlos Bazdresch, para que lo incorporaran a la Red de Centros Públicos dependientes del ese Consejo. El Colegio se fundó el 22 de enero de 1997. Ahí se forman licenciados, maestros y doctores en las áreas de ciencias sociales y humanísticas, mostrando que la iniciativa y el compromiso de Horacio hacia esa comunidad, tuvo éxito.

En búsqueda de un sitio para el Gran Telescopio Milimétrico

Una de las pasiones de Horacio fue la astronomía. Siempre estaba al tanto de los descubrimientos en esta área. Recientemente seguía con atención los nuevos hallazgos del telescopio Webb, que observa el universo desde una órbita solar a 1.5 millones de kilómetros de la tierra. A este tema regresaré al final.

A principios de 1997, nos visitó el astrónomo Alfonso Serrano. Estaba en la búsqueda de un lugar adecuado para la instalación del telescopio más importante de México, conocido como el Gran Telescopio Milimétrico. Un aparato especial que recibe imágenes producidas por la radiación electromagnética con longitudes de onda en el rango de los milímetros. Este telescopio requería de un sitio a gran altura, con baja humedad y en la parte central del país. El grupo responsable del proyecto tenía identificados varios sitios, entre ellos Real de Catorce. Su visita a Horacio era muy concreta, de ser seleccionado Real de Catorce, ¿podrían contar con el respaldo del gobierno para lograr la donación del terreno? ¿Podría construir un camino adecuado para llegar hasta el sitio de ubicación? ¿Podría apoyar con la gestión para proveer al sitio de electricidad y comunicaciones?

La respuesta fue inmediata. El Gobierno de San Luis Potosí ofreció un apoyo total en el caso que nuestro estado fuese seleccionado como sede del telescopio. Desgraciadamente, el sitio finalmente escogido fue en el Estado de Puebla, a un lado del Pico de Orizaba.

Una de las grandes aportaciones de este laboratorio fue la de contribuir a la captura de la primera imagen de un hoyo negro.

San Luis una ciudad que cuenta con instituciones para la formación de tecnólogos

La Universidad Tecnológica de San Luis Potosí fue fundada el 18 de septiembre de 1997 ofertando cuatro programas educativos de nivel Técnico Superior Universitario para los jóvenes egresados de bachillerato. Una semana antes de finalizar la gestión gubernamental.

La necesidad de formar jóvenes con habilidades técnicas especializadas que requiere la industria fue atendida a nivel federal a principios de los 90s.

El modelo de las universidades tecnológicas, importado de Francia, se inició en 1991. Las primeras universidades de ese tipo se fundaron en las ciudades de Nezahualcóyotl en el Estado de México, en Aguascalientes, en la capital de ese estado y en Tula-Tepeji, en Hidalgo. Este es un modelo que fue innovativo en el país en el que la formación de los técnicos incluye un año de estancia en alguna industria particular.

A Horacio le tocó acompañar la implementación del modelo en nuestro Estado y creó por decreto la Universidad el 21 de Julio de 1977 en la vecindad de la capital, en el municipio de Soledad de Diez Gutiérrez.

La semilla para la fundación del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica.

En el seno del COPOCYT se generaron algunas propuestas que se le plantearon al Gobernador. Una de ellas fue la creación del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica. Con él discutí la idea de que se creara en nuestro Estado un centro de investigación multidisciplinario en el que se hiciera investigación en ciencias exactas y naturales. Una institución que estudiara temas que la UASLP no atendía y que ofreciera programas de posgrado de alta calidad.

Horacio entendió muy bien la relevancia de la propuesta y se enfocó a promoverla. En una ocasión en la que el Presidente Zedillo pernoctó en la ciudad, Horacio le ofreció una cena a la que fui invitado con la encomienda de comentarle al Presidente la iniciativa. Él decidió que yo me sentara al lado del mandatario federal para tener la oportunidad de explicarle la idea. Así lo hice; encontré en él tierra fértil. Él, siendo el Secretario de Educación en el sexenio anterior, conocía muy bien el sistema de centros de investigación asociados a la SEP y al CONACYT.

Tuve la suerte de interesarlo en nuestra propuesta y al final de la cena, me dijo que le parecía una buena iniciativa y me encomendó la realización de proyecto para su evaluación. El desarrollo de las acciones siguió su curso. Este tipo de iniciativas toman tiempo para su evaluación académica, estimar su impacto estatal y regional y cuantificar las implicaciones presupuestales. Después de todo este proceso, la creación fue aprobada y se fundó en noviembre del año 2000; tres años después de aquella cena decisiva.

A la fecha se han graduado en el IPICYT mas de 1000 estudiantes de posgrado en las áreas de Biología Molecular, Control y Sistemas Dinámicos, Materiales Avanzados, Geociencias y Ciencias Ambientales. La gestión primaria de Horacio ha dado copiosos frutos.

La Universidad Politécnica de San Luis Potosí; la primera en el país.

En una ocasión, en una reunión en la Casa San Luis, le pregunté a Horacio si no tenía en mente crear una Universidad Politécnica en San Luis; siguiendo el modelo de las ciudades europeas donde además de las Universidad tradicionales, existen universidades donde el enfoque principal es hacer desarrollo tecnológico. Los ejemplos claros son Berlín, Münich, Grenoble, Zürich o Madrid. Él me contestó que se estaba desarrollando ya un proyecto con esas características. Ya tenía la propuesta de la creación de la Universidad Politécnica de San Luis Potosí.

La propuesta liderada por su Secretaria de Educación, Ana María Aceves, fue aceptada por la SEP e implementada con algunas modificaciones a nivel nacional. LA UPSLP fue la primera universidad politécnica del país. Se fundó el 27 de junio de 2001. Ya le tocó a Fernando Silva Nieto, la inauguración de esta.

Nos encontramos nuevamente; ahora en Roma.

Al terminar su mandato, el Presidente Zedillo nombró a Horacio embajador de México ante el Vaticano y estuvo en esa ciudad de1998 al 2000.

Otra acción que muestra el interés que tenía por la ciencia se dio durante esa estadía.

En el verano de1999 realicé una visita al Centro Internacional de Física Teórica, ubicado en la ciudad de Trieste, en el norte de Italia. Aprovechando que tenía que pasar por Roma, le consulté si nos podíamos encontrar. Me recibió en la casa del embajador. Después de compartir los últimos acontecimientos en nuestro país, me preguntó sobre qué me llevaba a la ciudad histórica de Trieste.

Le comenté que en esa ciudad se encontraba el Centro Internacional de Física Teórica, fundado por el Premio Nobel de Física, Abdus Salam. Este Centro goza de una ubicación privilegiada; está ubicado a un lado de los jardines del Castillo de Miramare. Sitio en donde vivió Maximiliano antes de emprenderla hacia México y refugio de Carlota después de fracasar en el intento de convertir a México en un Imperio.

Concepción Guadalupe Nava Calvillo, su esposa, y él, interesados en la historia de nuestro país, decidieron acompañarme en mi viaje. Conviví con ellos dos un par de días en ese sitio.

La propuesta de ingreso de Mario Molina a la Academia de Ciencias del Vaticano.

El Director del Centro Internacional de Física Teórica, a finales de los 90s era Miguel Virasoro, físico argentino, quien amablemente les ofreció alojamiento en el Hotel Adriático, donde se hospedaban a los visitantes del Centro.

Además de visitar detenidamente el Castillo, convertido ahora en museo, y gozar de los jardines espléndidos con especies traídas de muchas partes del mundo, le mostré las instalaciones de un centro de investigación de muy altos estándares internacionales. También tuvo Horacio la oportunidad de platicar con el director durante la comida que nos ofreció. En la charla surgió el tema de las academias de ciencias en el mundo; en Roma existe una de las academias más antiguas del planeta, la Academia de Ciencias del Lincei. Esta posteriormente se convirtió en la Academia de Ciencias del Vaticano. A ella pertenecen 70 miembros vitalicios; la mayoría de ellos Premios Nobel.

Horacio hizo una pregunta esperada. ¿Hay algún mexicano en la Academia? Si, Marcos Moshinsky, físico nacionalizado mexicano, nacido en Kiev, Rusia. ¿Por qué Mario Molina, mexicano, Premio Nobel de Química, quien recibió esa distinción en 1995, no es miembro de tan prestigiosa academia? La respuesta: nadie lo ha propuesto.

Según me contó después, cuando regresó a Roma, fue a la sede de la academia y se informó de cómo proponer candidatos. Meses después, con la anuencia de Mario, ingresó su postulación y fue admitido en el año 2000. Así era Horacio.

No somos más que polvo

A lo largo de las siguientes décadas tuvimos una amistad muy cercana. Eran comunes las reuniones a desayunar y hablar de todo y de nada. Sin embargo, siempre traía a colación temas de ciencia o desarrollo tecnológico que discutíamos y en ocasiones nos llevaba a intercambiar libros.

La astronomía fue una de sus pasiones. Él decía que le hubiera gustado estudiar física. Siempre le intrigó el origen del universo y su evolución. Leía de forma regular las noticias de los descubrimientos del Telescopio Webb. Este aparato que observa el universo rotando alrededor del sol en una posición más lejana que la tierra; a un millón quinientos mil kilómetros de ésta. Este telescopio, financiado por la NASA, la Agencia Espacial de Canadá y la Agencia Espacial Europea, fue puesto en órbita el 25 de Diciembre de 2021. Desde esa posición privilegiada y con instrumentos de última tecnología, el telescopio ayuda al estudio de la formación de las primeras galaxias, toma imágenes de nubes moleculares y de grupos de formación estelar.

Ante la grandeza del universo desconocido, un mañana nos despedimos con su observación, acompañada de su risa sonora, “no somos más que polvo cósmico”.