La Corte sin Cossío

Conocí a José Ramón Cossío Díaz allá por mil novecientos noventa y cuatro, durante el desarrollo de un Diplomado Universitario en Amparo organizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Universidad Iberoamericana. Aquel curso, de mayo de ese año a mayo de mil novecientos noventa y cinco, fue una de las mejores experiencias académicas que he tenido, puesto que se conjuntaron varios factores que lo marcaron de manera definitiva.

Vale la pena destacar el diseño curricular, planteado por Cossío, entonces coordinador de asesores del Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ulises Schmill Ordoñez, así como la plantilla docente, conformada por quienes eran Ministros de la Corte o Magistrados de Circuito y Jueces de Distrito, además de brillantes litigantes. Algunos de los maestros, antes de concluir el curso, dejarían el Alto Tribunal, o bien llegarían a él, puesto que, a la mitad de nuestro andar académico, se dio la transformación del Poder Judicial de la Federación en diciembre de aquel año del noventa y cuatro. 

Algunos nombres de quienes fueron nuestros profesores: Mariano Azuela Güitrón, Carlos de Silva Nava, Sergio Hugo Chapital Gutiérrez, Juan Díaz Romero, Juan Silva Meza, Guillermo Ortiz Mayagoitía, Carlos Ronzón Sevilla, Jorge Antonio Galindo Monroy, Jesús Ángel Arroyo Moreno y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. A Zaldívar lo volví a encontrar en la Comisión de Derecho Constitucional y Amparo de la Barra Mexicana Colegio de Abogados, donde coincidimos en varias ocasiones, hasta antes de que fuera designado Ministro de la Suprema Corte; a Jesús Ángel Arroyo (QEPD) tuve el gusto de tenerlo como amigo (ya contaré en alguna otra ocasión las alturas y grandezas de este extraordinario abogado), tal y como también lo es, hasta hoy, mi querido tocayo Jorge Galindo.

Aquella transformación del Poder Judicial, impulsada por Ernesto Zedillo, tenía como faro guía, en cuanto a la integración de la Corte, llevar al Máximo Tribunal a perfiles de excepción, que tuvieran diferentes perspectivas para propiciar debates de calidad y que resultaran ajenos a los vaivenes de la política. Así, se ratificó a dos Ministros en ejercicio y se nombraron académicos, miembros de la carrera judicial y abogados en ejercicio libre de la profesión, ya como litigantes o como Notarios Públicos, para integrar aquella renovada Suprema Corte. 

Con el paso del tiempo y concluidos los periodos constitucionales de los Ministros, las designaciones llevaron a José Ramón Cossío a integrarse al Máximo Tribunal, cargo que concluyó en dos mil dieciocho, ya durante un notable cambio de rumbo que tiende a precarizar, hablando del nivel de discusión y debate, a la Corte, impregnada, además, con un tufo político que cada vez apesta más.

Hoy, se nota la falta de José Ramón Cossío en las discusiones; se nota la falta de calidad de algunas de las voces que hoy conforman el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hay, ciertamente, algunos Ministros que guardan aun la altura y presencia que merece nuestro Alto Tribunal, pero están en vías de extinción.

Y pareciera que va para peor, con eso de que Ricardo Monreal, sin mayor idea de nada, quiere aumentar el número de Ministros, para así, tal vez, evitarse sobresaltos como el que dio la Corte a López, con las acciones de inconstitucionalidad sobre la Ley de Remuneraciones de los Servidores Públicos, a punto de ser invalidada en su totalidad, sin llegar a lograrlo, por dos votos de diferencia.

Debo señalar que, a mi parecer y según puede apreciarse en la trasmisión pública de las sesiones de la Corte de los días 14 y 16 de mayo pasados, las Ministras Norma Lucía Piña y Yasmin Esquivel, dan pena ajena en sus intervenciones. Con sus doctorados delante, hacen que en mi mente se presente de golpe la frase atribuida a Miguel de Unamuno: lo que natura non da, Salamanca, non presta.

Hay una sola ventaja en la salida de Cossío de la Corte y es que, intelectual aguerrido al fin, no ha caído en voto de silencio autoimpuesto, como algunos otros Ministros en retiro y, activamente, hace uso de redes sociales, tribunas académicas y de medios de comunicación para, abiertamente y de cara a quien se quiera, seguir con esa tónica de debate de ideas que le ha caracterizado siempre.

Cossío ha sido un referente en la Corte y lo será, estoy seguro, fuera de ella.

@jchessal