La esencia
La democracia tiene que ver con la gente. No con lo que los gobernantes dicen en nombre de la gente. La democracia tiene que ver con la forma en que se organiza la gente; con la manera en que entiende su vida en comunidad; con la forma en la que expresa sus problemas, necesidades y demandas y, sobre todo, con la forma en que participa para garantizar que el gobierno -que esencialmente se debe a la población a la que dice servir- resuelva los problemas de la gente.
Sí. La democracia tiene que ver con elecciones; que representan una posibilidad bastante más amplia a la mera selección de élites gobernantes. En palabras de Adam Prezworski, “las elecciones son el principal mecanismo por el que se gestionan los conflictos sociales”, ya que vinculan a la comunidad con sus problemas y con necesaria reflexión sobre la forma en que tienen que resolverse. Las elecciones producen temporalmente ganadores y perdedores, sus victorias -y derrotas- no son definitivas. Las elecciones ofrecen la posibilidad -muchas veces desaprovechada- de evaluar el desempeño de quienes han solicitado la confianza a través del voto. Las elecciones ofrecen la posibilidad de recordar, exigir, sancionar.
La didáctica de la democracia parte de la idea del poder de la gente. Votar implica un poder amplio pero fragmentado, que se distribuye equitativamente entre todas las personas que decidieron ser parte de algo. El voto implica la decisión personal de formar parte de un poder colectivo que toma decisiones. El voto iguala a las personas. En aritmética pura y dura cada voto vale lo mismo, para bien de muchos y frustración de otros.
El tiempo nos ha traído una lección. La llamada “insatisfacción por la democracia” no tiene que ver con las elecciones, sino con el desempeño de quienes han sido electos a través de los comicios públicos. Con el tiempo quizás entenderemos que el asunto de fondo radica en extender los alcances de la democracia sobre el poder público, a través de la participación.
La esencia de la democracia tiene que ver con la participación. Que en una definición pura y amplia no da cabida a la simulación. La participación tiene que ser absoluta. Se es o no parte. En 1969 Sherry Arnstein advertía sobre los distintos grados de poder que le son otorgados a la población por medio de la participación convocada por la autoridad. Cuando un gobierno convoca a la población para que escuche de forma pasiva, no es participación. Recibir información es un pre requisito que habilita a la ciudadanía a entender lo que le rodea, pero recibir propaganda es un asunto distinto. En cualquier caso, si no ocurre nada después de que la población fue convocada a escuchar, entonces no es participación.
La participación es estéril cuando se convoca a la gente a expresar lo que piensa o necesita y después ocurre nada. Arnstein le llamó a eso “terapia”. La expresión demanda oídos que escuchen, voluntades que decidan y brazos que ejecuten. Cuando se convocan a “Foros Consultivos” se debe tener bien presente esta noción: ¿qué ocurre después de estos foros? ¿en qué medida las decisiones políticas que se han tomado son una consecuencia de las expresiones de quienes han decidido participar?. Resulta penoso reconocer que en estos tiempos parece vanguardista algo que en realidad es esencial: la democracia tiene que ser deliberativa, es decir, que las decisiones que se toman en democracia deben ser resultado de un intercambio de posiciones y argumentos. Como lógica dialéctica, la síntesis es resultado de la virtuosa confrontación de tesis y antítesis. Hay quien cree de forma obstinada y soberbia que la imposición de mayorías es democracia. El autócrata sonríe.
La corrupción, la incompetencia, la obscena soberbia del autócrata, el nepotismo, el empleo de los recursos públicos para fines privados o deseos personales, el prevaricato, el enriquecimiento inexplicable. Todo eso florece cuando no se participa. Cuando no se nos permite participar. O cuando se simula y se construye una ficción de que se participa en cosas relevantes cuando lo que realmente importa esta justo en nuestra comunidad.
La esencia de la democracia tiene que ver con la gente. Todo el tiempo. No solo cuando se le pide su voto.
Twitter. @marcoivanvargas