La hora de Maduro
Hay que decirlo, escribirlo con toda sus letras y narrarlo tal como fue, en los años setentas y ochentas, los gobiernos del que fuera el poderoso partido emanado de la revolución adjetivizado como “institucional”, coqueteaba,-a nivel más bien bloof que realidad-, con tenerle cierta simpatía al régimen del cubano Dictador Fidel Castro Ruz; de modo que, tanto Echeverría, López Portillo, de la Madrid y hasta Salinas guardaron algunas consideraciones con ese gobierno. El cubano, luego de su revolución, ha sido un gobierno asfxiado por el bloqueo comercial impulsado por Estados Unidos, bloqueo que se convirtió en argumento propagandístico para tratar de explicar la precariedad que ha vivido el pueblo cubano desde hace más de cincuenta años. Ojo, precario el pueblo, no la casta gobernante. Sin embargo, en la primera alternancia mexicana Vicente Fox con su “comes y te vas” , dejó muy claro cual era el nuevo nivel de relaciones que se tendrían con La Habana, pues al arribar al poder la derecha mexicana representada por el Presidente de las botas maquiladas en San Francisco del Rincón y luego seguido del oriundo de Michoacán, Felipe del Niño Jesús Calderón Hinojosa, las relaciones con Cuba vivirían momentos más bien fríos. Pero, lo que son las cosas, al tomar el poder los representantes de la cuarta transformación, a las buenas relaciones con Cuba se le sumaron las que se establecieron con Venezuela, naciones que cobraron una relevancia de tan alto nivel diplomático, que, los sucesores de los Castro y de Chávez, Díaz Canel y Nicolás Maduro, fueron recibidos en tierras mexicas, como paladines de la libertad latinoamericana, colocándolos casi al grado del mismísimo Simón Bolívar. Pero, más allá de ese ridículo gesto diplomático de considerarlos “invitados de honor”, ni Cuba ni Venezuela frente a la comunidad internacional son naciones que puedan considerarse “democráticas”. Le va a sonar familiar, pero en ambos países hay un solo partido “mayoritario”, es el mismo que controla su Parlamento, en los dos, su Poder Judicial esta coptado, sus milicias juegan un papel preponderante en “defender” las libertades y en ambos regímenes gustan de encarcelar a sus opositores. No obstante estas linduras tropicales, para el Gobierno de México desde 2018, Cuba y Venezuela se convirtieron en valiosos aliados estratégicos, tan es así, que ahora hasta nos comparten médicos y medicinas, -lo que es inentendible-, en un país que presume tener mejor sanidad pública que Dinamarca. En fin, con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la suerte para muchos cambió, entre ellos la de Nicolás Maduro, quien recordemos en su última “reelección” se negó a mostrar las actas de los resultados electorales, logrando con ello otra condena internacional, hasta de líderes de izquierda como el colombiano Petro y el brasileño Lula. Así, Venezuela pasó de ser una democracia cuestionada, a una dictadura sin lugar a dudas, pero el giro que ha cambiado todo, fue el que el gobierno de Estados Unidos declarara a los cárteles del narcotrafico como organizaciones terroristas, y con ello aperturó la posibilidad de darles ese tratamiento a sus liderazgos en cualquier parte del mundo, por tanto Nicolás Maduro pasó de dictador bananero a capo terrorista, finalmente se le nombró como lo que es, un vulgar narcotraficamente: líder del Cartel de Los Soles. La primera medida en su contra fue la incautación de más de 700 millones de dólares, la segunda el aumento a 50 millones de dólares como recompensa a quien lo entregue, la tercera está en curso con el despliegue de marines en costas del caribe venezolano. De esto surgen las siguientes preguntas: ¿Algún venezolano, fuera de su círculo cercano saldrá a defenderlo?, ¿Alguien se acuerda de lo que pasó en Panamá en 1989 con el General Antonio Noriega?. ¿Sabía Usted que en 2024 el ex presidente hondureño Juan Orlando Hernández fue condenado en Estados Unidos a 45 años de prisión bajo cargos similares de narcotráfico?. El “pueblo” al que tanto apelan estos liderazgos trasnochados, nunca defenderán a esos “mesías bananeros”, menos, cuando se acaban los “apoyos sociales”, porque además en el fondo y en la superficie “el pueblo sabio”, no desconoce que tipo de personas son: viles criminales disfrazados de reyezuelos de teatro. Como afirmamos en columnas anteriores, la historia y los hechos ahí están, hay que observar y aprender, la tolerancia del vecino país del norte no es infinita ni ilimitada, mucho menos cuando tiene intereses, podremos o no estar de acuerdo con sus formas, pero a Donald Trump aún le faltan más de tres años de gobierno, vaya Usted a saber quien o quienes seguirán después de Nicolás Maduro, decían con sabiduría las abuelas: “cuando veas las barbas del vecino cortar…por las tuyas a remojar. “Alea jacta est”. Los sigo leyendo en:
jorgeandres7826@hotmail.com
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