La invisibilidad de las lealtades

“De payasos, bufones y patiños, está lleno el servicio público” 

Radio pasillo. 

La orden era verbal: ¡Los buscas y te encargas de ellos, sea como sea! El viejo lobo de carrera militar y ahora policial, sabía desde hacía mucho tiempo de recorrer los pasillos de las instancias de seguridad y de justicia, que las órdenes se cumplen, así, llanamente, sin peros. 

Su padrino, el Fiscal, era uno de los hombres más influyentes en el ánimo del Gobernador y le había comentado que él, era considerado un hombre de lealtades “comprobadas” y de mucha confianza, que habían platicado largo y tendido frente a una botella de whisky, sobre lo que se tenía que hacer, y no había otro hombre en quien depositar tal tarea más que en él. Así, que golpeándole el hombro levemente, el Fiscal le espeto –En ti confío cabrón, no me falles-.  

Era de madrugada cuando salieron de alguna casa de seguridad, en dos camionetas sin logo y sin ningún distintivo gubernamental, tanto en las unidades como en los uniformes de comando y las armas que portaban los cinco integrantes del “Grupo tiburón”, sin registro y número de serie, sin identificación oficial, sin mandamiento judicial, sin comunicación radial oficial, únicamente unos celulares baratos que acaban de adquirir en un Oxxo. 

Días antes, el Gober le había instruido a su Fiscal carnal, que era urgente integrar, en caso necesario, una carpeta de investigación en contra de unos sujetos (cinco al parecer), que se habían metido al territorio de Don Ricardo y que pertenecían a otro grupo criminal. Tenía ya datos de inteligencia proporcionados por el grupo contrario, que estaban rentando una casa en la Colonia Pisa Flores, tenían drogas y armas largas, y pues, que había que hacer “algo” al respecto, enviar un mensaje que para venir aquí hay que pedir permiso primero. 

Arribaron con el alba a la Colonia Pisa Flores, el “Grupo tiburón” se posesiono al frente de la humilde vivienda: Tango2 dispara una granada de humo al interior seguida de una aturdidora. Tango3 vacía el peine de su Ak47 a la puerta principal, Tango4 dispara su M16 a las fachadas de las ventanas, posteriormente Tango5 derriba con el frente de la camioneta una pequeña puerta de herrería que hacia las veces de garaje. Rápidamente Tango1 entra en la casa llena de humo y escombros y acribilla a tres morros en la planta baja y Tango 2 que le seguía ejecuta a los dos restantes en un baño de la recamara de arriba. 

Al día siguiente corre el rumor que cinco jóvenes estudiantes normalistas, uno menor de edad, ocupantes de una casa en la Colonia Pisa Flores, fueron acribillados por un grupo de la delincuencia organizada, al confundirlos con contras. -Es cosa de ellos, se están matando- declara erráticamente el Fiscal en una entrevista banquetera.

Al año, el Gober es depuesto y enjuiciado por enriquecimiento ilícito, peculado y lavado de dinero. El Fiscal huye al extranjero posiblemente España y mantiene notificación roja de la Interpol. Tango1 espera sentencia en un penal federal por desapariciones forzadas, homicidio y pertenencia a un Cártel, sin dinero y sin un bufete de abogados de prestigio que lo represente. Del resto del Grupo tiburón, nada se sabe de ellos. (Política ficción).

TAPANCO: En los cargos de seguridad y justicia ha predominado la -lealtad y la confianza- como sinónimos de permanencia y de éxito a quien se los otorgan y de “tranquilidad laboral” para quien los da. Algunos hombres y mujeres encargados de cumplir y hacer cumplir las normas gravitan en una nebulosa de codependencia servil, que no les permite ir más allá de lo que les ordenan (la mayor de las veces poco ético e ilegal). 

La lealtad en tiempos de cólera y la confianza a nefastos y cobardes políticos han servido para enrarecer el clima de violencia en algunas partes del país, el servilismo del servidor público no es sinónimo de lealtad, ni leal es quien mira como lacayo o instrumento para sus fechorías a sus “súbditos leales”.  

Francisco.soni@uaslp.mx 

twitter: @franciscosoni