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Leer los cambios

Por Marco Iván Vargas Cuéllar

Marzo 25, 2021 03:00 a.m.

Como sociedad, hemos manifestado señales claras de que somos distintos. Que hemos cambiado o que las circunstancias nos han cambiado. Las estructuras que nos hemos dado para organizarnos y dar certeza a nuestras relaciones básicas de convivencia también están cambiando, pero no con la velocidad o el orden que queremos o esperamos. Esto es normal. Las organizaciones y lo que hacen las organizaciones no cambian de manera significativa y de un día para otro. Si Charles Lindblom no se equivocaba –sostengo que no se equivocaba-, los cambios en las políticas –o lo que los gobiernos hacen- también se transforman de manera pausada. Son movimientos pequeños, incrementales, pausados. En algunas ocasiones remediales.

La distancia que existe entre lo que una sociedad hace o demanda, y la manera en que las organizaciones públicas responden, representa una brecha que hay que cerrar. Esa distancia puede explicar la insatisfacción o la indiferencia por el gobierno y sus instituciones. Quizás también por la democracia. Ese problema añejo de culpar a la democracia por lo que los gobiernos no entregan o cumplen.

Una manera de cerrar estas brechas consiste en escuchar y leer el entorno, aprender y actuar en consecuencia. Esta noción básica de la ciencia política que se enseña en las aulas y que se lee con David Easton y Karl Deutsch –en alguna ocasión escuché a Giovanni Sartori referirse a Karl Deutsch de la siguiente manera: la única diferencia entre Deutsch y una computadora es que el primero dormía-. Si los gobiernos y las instituciones públicas tienen acceso a elementos de información que demuestran que la sociedad está cambiando, ¿por qué no parecen responder a la altura y ritmo de estas transformaciones?. 

Hace unas horas comenzó a difundirse el documento que presenta los principales resultados de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Georgrafía e Informática –googlead, si os interesa-; y que forma parte de un esfuerzo científico por tratar de comprender la manera en que las creencias, valores y actitudes de las personas caracterizan a su comportamiento político. Desde ya advierto que el comportamiento político no solo se relaciona con la manera en que las personas interactúan con el sistema de partidos o el sistema electoral, sino que se caracteriza más bien con las relaciones de los individuos con su entorno social. Es la ciudadanía que se expresa, que demanda atención, que se pronuncia –o no- por los asuntos públicos. Es la política de todos los días.

Ya hacía falta actualizar este estudio. El ejercicio más reciente se había publicado en el 2013 por el entonces Instituto Federal Electoral (ahora INE) y el Colegio de México en el Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México. Si ya hizo cuentas y un poquito de memoria, el país ha cambiado y nosotros también. Los resultados de esta encuesta y los contrastes con la anterior lo pueden demostrar.

La lectura, análisis e interpretación de los resultados merece un espacio más detallado, la redacción de algunos artículos, tesis y libros. Acá solo quiero proporcionarle algunos hallazgos que pueden sostener la afirmación con la que he iniciado este texto. Seré breve. Al día de hoy, cerca del 52% de las personas mayores de quince años se entera de los asuntos o problemas de su colonia o localidad a través de las redes sociales (29.8%), por teléfono celular (11.8%) y por internet (7.7%); La televisión y la radio se han quedado atrás (15.3% y 6.7%, respectivamente). Hablando de asuntos públicos, hay quienes ya se han dado cuenta de esto y han modificado de manera significativa la manera y los canales con los que hablan al público y difunden mensajes políticos. Ya se viene el tiempo en el que tenemos que modificar nuestros modelos de regulación de la comunicación política. Comienzo a pensar que hoy importa menos la regulación de los tiempos de radio y televisión para los partidos políticos en comparación con ese complejo e ingobernado mundo de la comunicación por internet. 

Hay una trampa mental en esto. Partimos de la idea de que es necesario regular lo que ocurre en las redes sociales y el internet como si se tratara de radio y televisión. Quizás nos estemos equivocando en pensarlo de esa manera. No hemos cambiado los fines, pero sí debemos cambiar los medios. Ahora que es momento de abrir discusiones sobre lo que es necesario hacer desde el poder público, bien haría echar un vistazo a los datos de la encuesta. No vaya a ser que se propongan cosas para una sociedad que notoriamente ya no es la misma.

Twitter. @marcoivanvargas