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López y su lado B

Por Jorge Chessal Palau

Julio 04, 2022 03:00 a.m.

A

En agosto de dos mil diecinueve publiqué en este espacio mi columna titulada “López de perfil” en la que doy cuenta de los comentarios que me hizo un buen amigo psiquiatra sobre la personalidad del gobernante de Palacio Nacional.

A casi tres años de distancia, podemos ver que lo expresado por el experto es rigurosamente cierto: tenemos un presidente con rasgos paranoides y narcisistas. Basta ver su forma de actuar y de expresarse para eliminar cualquier sombra de duda.

Con el fin de apoyar esto y a efecto de permitir al lector que forme su propia opinión, a continuación hago referencia al contenido de la Guía de Consulta de los Criterios Diagnósticos del DSM5”, de la American Psychiatric Association. Vale la pena recordar que el DSM5 es el instrumento diagnóstico generalmente aceptado en el mundo en el caso de enfermedades mentales.

Respecto del trastorno de la personalidad paranoide, dice la Guía que el individuo presenta: “Desconfianza y suspicacia intensa frente a los demás, de tal manera que sus motivos se interpretan como malévolos, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cuatro (o más) de los hechos siguientes: 1. Sospecha, sin base suficiente, de que los demás explotan, causan daño o decepcionan al individuo; 2. Preocupación con dudas injustificadas acerca de la lealtad o confianza de los amigos o colegas; 3. Poca disposición a confiar en los demás debido al miedo injustificado a que la información se utilice maliciosamente en su contra; 4. Lectura encubierta de significados denigrantes o amenazadores en comentarios o actos sin malicia; 5. Rencor persistente (es decir, no olvida los insultos, injurias o desaires); 6. Percepción de ataque a su carácter o reputación que no es apreciable por los demás y disposición a reaccionar rápidamente con enfado o a contraatacar; 7. Sospecha recurrente, sin justificación, respecto a la fidelidad del cónyuge o la pareja”.

Por lo que hace al trastorno de personalidad narcisista, la Guía establece: “Patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes: 1. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera sus logros y talentos, espera ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos); 2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado; 3. Cree que es “especial” y único, y que sólo pueden comprenderle o sólo puede relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus; 4. Tiene una necesidad excesiva de admiración; 5. Muestra un sentimiento de privilegio (es decir, expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas); 6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha de los demás para sus propios fines); 7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás; 8. Con frecuencia envidia a los demás o cree que éstos sienten envidia de él; 9. Muestra comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad”.

Un buen testimonio que vale la pena recordar para confirmar lo anterior, además de lo que el lector puede leer, ver y escuchar día con día en medios de comunicación y redes sociales, es lo que declaró el hermano de López, Pedro Arturo, en una entrevista que dio al diario El Universal en mayo de dos mil dieciséis, que puede consultarse en el siguiente enlace:

https://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/politica/2016/05/28/amlo-no-es-dios-ni-tiene-la-verdad-arturo-lopez-obrador

Ante tal evidencia, me surge una duda: no se qué deba preocuparnos más, si un presidente con trastornos de la personalidad, que haya quien le aplauda o que haya quien le crea.

Porque el aplauso puede explicarse por el interés, la ambición y la conveniencia; creerle es insensatez.

@jchessal