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Lucha por la hegemonía

Por Miguel Ángel Hernández Calvillo

Marzo 07, 2023 03:00 a.m.

A

Rumbo a la elección presidencial de 2024 se agudiza la continuación de la lucha por la dirección ideológica de la sociedad mexicana. Es una lucha por la hegemonía, en el sentido gramsciano del término, aunque no pocas veces con una buena dosis de narrativa simplista que raya en extremos como los de peculiares como involuntarias greguerías (recuérdese que una greguería es la suma del humor, en este caso negro, con una metáfora), como esa que pretende convencer de que el INE es “una sacrosanta institución que no se toca”. En 1981, Miguel Basáñez publicó un texto en el que desmenuzó este tipo de proceso sociológico durante el período 1968-1980, esto es, después del movimiento estudiantil de 1968, evaluando la reconfiguración social, económica y política que se perfiló durante los siguientes doce años, analizando las relaciones entre el sector público, el sector privado y el sector que denominó “disidente” (en términos de una oposición social y política que, sobre todo, atravesaba Universidades Públicas críticas), todo ello con especial énfasis en el impacto que se producía para orientar la acción del Estado mexicano.

     Como es bien sabido, y sobre todo experimentado, siguió el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado con el giro al neoliberalismo trasnochado, modelo depredador que tanto daño hizo al país por seis sexenios con gobiernos del PRI y del PAN, generando un cúmulo de agravios sociales que, en 2018, motivaron la reacción de una amplia mayoría que pugnaba por una transformación profunda de la realidad mexicana, por la vía pacífica y electoral, pero con un espíritu de cambio similar a los de las tres grandes movimientos transformadores de la historia nacional que conocemos como Independencia, Reforma y Revolución; la Cuarta Transformación, pues. La 4T ha impulsado cambios sustanciales en la relación sociedad-gobierno, como el de la institucionalización plena de la pensión universal para adultos mayores, consignada en el texto constitucional como un derecho que debe ser garantizado por un Estado mexicano que recupera su compromiso con la mayoría social, es decir con el pueblo y la democracia, también entendidos en los términos que señala nuestra Carta Magna.

     Ni modo que se diga, entonces, que transformaciones institucionales como la antes señalada no sean plenamente democráticas si se trata de contribuir al “constante mejoramiento económico y social del pueblo mexicano”, tenido como un sistema de vida (artículo tercero constitucional) y no como la disputa por dineros y privilegios de una casta de funcionarios como los que, en el INE, encabeza Lorenzo “parachoques” Córdova Vianello. Pero la lucha por la hegemonía es mucho más amplia tratándose de un gobierno progresista, y por eso la solidaridad con pueblos y gobiernos de países de América Latina que, hoy mismo, pugnan por recuperar su autodeterminación política; a diferencia de los gobiernos “prianistas” que, ya se ha comentado antes, actuaron con ofensivo servilismo a los intereses  de grandes capitales y del imperialismo gringo. Por cierto, se cumplen 10 años del fallecimiento de Hugo Chávez, expresidente de la República Bolivariana de Venezuela, y nada más oportuno que recordar, para entender de qué se trata cuando se habla de lucha por la hegemonía, lo que expresara un promisorio día: “al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios, y al pueblo lo que es del pueblo”.