El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia, define “crisis” como un cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación, o en la manera en que estos son apreciados. Una crisis conlleva la necesidad del replanteamiento de lo que ocurrirá, en relación con lo ya ocurrido, con lo existente, en el momento en que se disecciona la realidad dada, por la acción de diversos factores.
En México, vivimos una crisis política, cuya expresión más acabada y grave viene a partir del proceso electoral de 2018, en la que se elige al señor López como Presidente de la República y a las mayorías legislativas de los diputados y senadores emanados del Movimiento de Regeneración Nacional, partido político fundado por López, lo que, además, alcanza a los congresos estatales.
La crisis mexicana no es nueva. Concretamente puedo afirmar que, a mi parecer, lo que hoy tenemos se genera a partir de los sucesos violentos de mil novecientos sesenta y ocho y de mil novecientos setenta y uno, donde hubo actos de represión violenta por parte del gobierno en contra de la ciudadanía en la Ciudad de México. A partir de aquellos tiempos, podría enumerar una larga lista de hitos que nos servirían para entender las razones y causas de mi afirmación; sin embargo, será en otro momento, donde pudiera extenderme al respecto, en ese recuento histórico, que pasaría por la elección de Luis Echeverría, el imperial mandato de López Portillo, la nacionalización bancaria, la renovación moral de la sociedad de De la Madrid, el liberalismo social de Salinas, las reformas de Zedillo, el gobierno de dos presidentes panistas que, simplemente, ni idea tenían de lo que hacían para llegar a un Enrique Peña Nieto y su exaltación de la corrupción. Todo esto sazonado con la ausencia completa de ideologías e ideales políticos.
Y es que, en México, aquello de las ideologías en la clase política, es un recuerdo de tiempos idos, por lo que López llega al poder encabezando una coalición formada por su partido, de izquierda, aliado con la extrema derecha, en tanto que su más cercano adversario, Ricardo Anaya, lo hizo con una coalición de derecha moderada con otro partido de la misma confesión socialista. Vamos, desvergüenza pragmática pura.
La llegada de López al poder ha venido a significar un cambio sustancial en las políticas públicas, echando mano de un importante recurso político, que es sus mayorías en las Cámaras legislativas federales y en la mayoría de los congresos locales. Varios de estos cambios pasan por reformar la Constitución, para dar marcha atrás en cuestiones que vienen de los regímenes anteriores al nuevo presidente, encabezados por quienes lo derrotaron en procesos electorales anteriores, pues recordemos que López llegó a la presidencia en su tercer intento. Así, nuestro proceso reforma constitucional se encuentra, prácticamente en manos de López, pues, si bien no llega a las dos terceras partes de legisladores en ambas cámaras legislativas federales, sí tiene la mayoría, así como recursos para adquirir conciencias y votos en temas específicos, con lo cual alcanza los porcentajes necesarios, amén de que, en la ratificación requerida en la mayoría de los congresos estatales, sucede el mismo fenómeno. Nada que el dinero y las prebendas de los “modelos de virtud” que hoy gobiernan no puedan comprar.
En suma, que lo que hoy vivimos es una crisis, por cuanto se pretende deshacer mucho de lo que, a lo largo de por lo menos mil novecientos ochenta y ocho a la fecha se ha efectuado como política pública. Además, se ha precarizado el gobierno con la disminución de remuneraciones y la llegada de novatos e ignaros, que no tienen idea alguna de lo que se trata su encargo pero que, llegan con la bendición mesiánica del gurú del populismo, López, bajo la bandera de la preeminencia de la supuesta honestidad por encima de todo.
¿Y qué decir de la crisis ciudadana? López la ha emprendido contra los espacios ganados por la acción de la ciudadanía y busca eliminar su participación en acciones sociales, para concentrar todo en su persona y amigos, socavando, mediante manipulaciones en redes sociales, cualquier intento de rebeldía contra su sacra palabra, denostando y acallando las voces críticas, haciendo uso de las instituciones estatales para eliminar disidencias.
Esta crisis apenas empieza.
@jchessal