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Mirador

Por Armando Fuentes Aguirre

Octubre 20, 2020 03:00 a.m.

Se cuenta de un viajero que llegó en su automóvil a un pequeño pueblo. Había extraviado el rumbo y no sabía qué camino tomar para volver a la carretera principal. En la plazuela del lugarejo vio a un anciano, y le ofreció unos pesos si lo llevaba allá.

-No puedo acompañarlo, señor -se disculpó el viejito-. Tengo un compromiso de importancia. El forastero se extrañó. ¿Qué compromiso importante podía tener el vejete en un lugarejo como aquél? Le preguntó:

-¿Qué compromiso tiene?

Respondió el anciano:

-Debo ir a la boda de mi padre.

-¡No lo puedo creer! -se admiró el otro-. ¿Qué edad tiene usted? 

-90 años -contestó el interrogado.

-¿Y su papá?

-110.

El viajero exclamó, estupefacto:

-¿Y a los 110 años de edad quiere casarse su padre?

Replicó el ancianito:

-No quiere. Tiene qué. 

Las historias de pueblo tienen gracia. Y muchas gracias tiene 

      el pueblo, pero la demagogia no las ve.