Mirador
Este amigo mío con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche tiene dos temas predilectos de conversación: Dios y las mujeres.
-Hablemos hoy de Dios -propuso anoche-. Es menos complicado.
Le pregunto si es creyente.
-Sí -me responde-. Cuando estoy en apuros.
Dice que no tiene el valor que se necesita para ser ateo, y añade que pesan mucho en él las enseñanzas de su madre y las aprendidas en el colegio religioso al que acudió de niño. Me hace una confesión:
-Recuerdo más el Catecismo de Ripalda que el Álgebra de Baldor.
Le digo que todos los de nuestra edad crecimos bajo la sombra de la religión.
-Bajo su luz -me corrige.
Intento una ironía:
-Has bebido demasiado.
-No -replica-. Para tratar este tema he bebido demasiado poco.
¡Hasta mañana!...