Mirador

Un tórtola canta en el huerto.

Su canto es triste. Una y otra vez el ave repite su lamento.

Yo escucho esa canción y me entristezco.

Se entristecen también las hojas de los árboles, y dejan entonces que se las lleve el viento.

Quiero cerrar la ventana para que no entre en la casa ese estribillo lastimero.

No puedo.

¿Cómo impedir que el canto de la tórtola llegue a los aposentos?

Es la canción de la pena, la soledad, el sufrimiento.

Quiero decir que es la canción de la vida, de sus tormentas y tormentos.

Siempre habrá alguien que nos dirá que la vida es la sombra de una sombra, el eco de algún eco.

Pero la mañana vendrá luego.

Oiremos la voz de una muchacha, la risa de los niños en el juego.

Y la tristeza se irá como se van los malos sueños.

¡Hasta mañana!...