Mucha insensibilidad social

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La noche del pasado lunes, vía mensajería electrónica me enteré del asesinato de un policía municipal, ocurrido minutos antes en la colonia Las Pilitas, cuando cumplía con su deber. Su nombre era Salvador Mendoza Martínez y por la fotografía que un amigo me hizo llegar, era un hombre joven. Pocas horas antes, había leído un artículo del experto en temas de seguridad Alejandro Hope, publicado ese mismo día en El Universal, bajo el título “La delgada línea azul”. Dice cosas con las que coincido plenamente y que difícilmente yo podría decir mejor. El mensaje de Hope se capta mejor con la reproducción íntegra de su colaboración, a lo cual procedo: 

“La comandante María Sonia Arellano Mendoza era una policia ejemplar del municipio de Irapuato. Hace cuatro meses recibió de manos del alcalde un reconocimiento al mérito policial por su valor en el combate a la delincuencia. ‘Era entrona, no le tenía miedo a nada, siempre fue inteligente y actuaba mejor que cualquier policía hombre’, la describió un colega.

“Pero su carrera de 15 años en la corporación se vio truncada la semana pasada cuando un grupo de pistoleros, presuntamente vinculados con el Cártel Jalisco Nueva Generación, la secuestró junto con su esposo y su hijo. El niño y el padre vivieron para contarla, pero ella no. Su cuerpo descuartizado fue hallado en un camino de terracería a las afueras del municipio.

“El homicidio de la comandante Arellano no es excepcional. En los últimos días, han sido asesinados 12 policías municipales, incluyendo a tres mujeres, en Guanajuato. Con esto suman ya 60 policías asesinados en lo que va del año. Eso equivale a una de cada 110 personas que laboran en las corporaciones municipales guanajuatenses.

“El caso de Guanajuato es extremo, pero ciertamente no es único. De acuerdo con un conteo realizado por la organización Causa en Común, se han registrado 409 asesinatos de policías en 2019, distribuidos en 27 entidades federativas. Con esto, está cerca de alcanzarse el total del 2018 (421).

“Lo he dicho antes en esta columna, pero vale la pena repetirlo: no es normal que mueran tantos policías. En Estados Unidos fueron asesinados 52 oficiales de policía en 2018. En Brasil, el número comparable fue 307, a pesar de que en ese país hay balaceras continuas entre la policía y bandas criminales.

“Es también importante reiterar que las agresiones a los policías nos afectan a todos, por cuatro razones que ya he expuesto en columnas previas:

“1. Las agresiones contra policías facilitan la corrupción. Si la amenaza de plomo es altamente creible, la oferta de plata se vuelve más atractiva para los elementos policiales. En ese sentido, los ataques externos socavan la integridad de las instituciones.

“2. Ante la posibilidad de ataques, las tácticas y el equipamiento de las policías se militariza. Esto limita la posibilidad de prácticas de policía comunitaria y aleja a las corporaciones de la población, lo cual acaba reduciendo la eficacia de las instituciones de seguridad pública.

“3. Si los policías se sienten bajo asedio, aumenta la probabilidad de que cometan violaciones graves a los derechos humanos o usen la fuerza de manera desproporcionada e irracional.

“4. Las muertes de policías exacerban el temor de la sociedad. Si una comandante de policía puede ser secuestrada, asesinada y descuartizada impunemente a plena luz del día, nadie puede sentirse a salvo.

“Dado esto, el asesinato de policías debería ser considerado un hecho gravísimo que ameritaría una respuesta excepcional tanto del Estado como de la sociedad. Pero no es el caso.

“Sobra decir que la inmensa mayoría de los asesinatos de policías se queda impune. Pero tambien vale la pena anotar que la muerte de un policía genera muy poca indignación social. Un hecho tan brutal como el asesinato de la comandante Arellano se fue a páginas interiores de los diarios. El asunto no tuvo mayor impacto en redes sociales. Se trató como una noticia más.

“Si no nos importa la vida de los policías, ¿cómo podemos pedirles que cuiden la nuestra?” (fin de la cita).

No me desentiendo del hecho de que el caso que detona el texto de Alejandro Hope es de naturaleza distinta al ocurrido aquí el pasado lunes. Lo sucedido a la agente Arellano Mendoza en Irapuato fue una ejecución del crimen organizado, en tanto que la muerte del elemento potosino aparece, por lo menos hasta ahora, como un acontecimiento un tanto cuanto fortuito al toparse con delincuentes que intentaban asaltar o secuestrar a una dama, a la que finalmente dieron muerte.  Sin embargo, sería injusto no destacar el hecho de que Mendoza Martínez murió porque no eludió el cumplimiento de su deber. 

No obstante las diferencias entre un caso y otro, hay circunstancias que les son comunes, destacadas por Hope, con quien es imposible no coincidir: en México se mata a demasiados policías; cuando ello ocurre la reacción de las instancias correspondientes no tiene nada de excepcional y, lamentablemente, el asesinato de un policía genera muy poca indignación social. 

Ayer miercoles, los medios reprodujeron una información aportada por el vocero estatal en materia de seguridad pública, Armando Oviedo, según la cual en los cuatro años que van de la actual administración se han registrado en la entidad 30 homicidios cuyas víctimas han sido policías, tanto municipales como estatales y de las distintas corporaciones. No son muchos, si se comparan con otros lugares, pero son demasiados por lo que representan. 

Hay un dato que no tengo, que sin duda hubiera podido conseguir ayer o anteayer pero que preferí plantear públicamente: el agente de la Policía Vial municipal Salvador Mendoza Martínez, asesinado a balazos la noche del lunes en la colonia Las Pilitas, ¿Andaba armado?

Finalmente, y a propósito de la mentalidad de albañiles que ha prevalecido en el desempeño de nuestros gobernantes, alcaldes incluidos, a la cual nos hemos referido en ocasiones anteriores explicando que es aquella por la cual piensan que la gloria solo se alcanza pegando ladrillos, hay evidencias de que aún dedicados a ese noble oficio con frecuencia resutan chambones. 

Me explico: Hace justo tres meses, con la relevante asistencia de tres secretarios de Estado y del director general de la Guardia Nacional, se puso en servicio el nuevo C5i2, considerado uno de los mejores del país y que costó, la pura obra civil, algo así como cien millones de pesos.

Sucede que una de las responsabilidades más importantes del C5i2 es la videovigilancia de la ciudad, mediante las cámaras que están repartidas por los más diversos puntos de la urbe. Pues con la novedad de que el flamante Centro de Coordinación, Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Información e Inteligencia, que tiene capacidad para estar monitoreando permanentemente dos mil camaras ¡cuenta con 300! Es en serio, una de las fórmulas de abatimiento de los índices delictivos más eficientes en todo el mundo -la vigilancia mediante cámaras suficientes y debidamente distribuidas- aquí en esta sufrida capital funciona al 15 por ciento o menos de la capacidad instalada. 

COMPRIMIDOS

Con la sujeción a proceso de la ex diputada perredista Dulcelina Sánchez de Lira, por el delito de peculado, jugando, jugando ya son tres los integrantes de la pasada Legislatura que comparten esa penosa condición: los panistas Enrique Flores Flores y Mariano Niño hacen compañía a Dulcelina. Las bondades del nuevo sistema de justicia penal les ha permitido llevar su juicio en libertad, pero ninguno está a salvo de algún día pisar la cárcel, aunque sea brevemente. Le puedo anticipar que en breve el ex priísta José Luis Tekmol Romero Calzada estará también ante un juez, por ese mismo delito y quizá alguno más. Semanas después le tocará turno a otro antiguo legislador.

A propósito de esperpentos, debo decir que en mi ya larga vida y en mi también muy dilatado ejercicio profesional nunca había conocido a alguien que estuviera tan profunda e irrevocablemente enamorado de sí mismo como el señor diputado Edgardo Hernández Contreras. Muchos de sus dislates, desbarres y desfiguros públicos son producto de ese arrobamiento que lo invade cada que se ve en el espejo o se escucha en las bocinas. Que lo disfrute.

El sabado anterior, el Consejo Político Estatal del PRI decidió el método de elección que se aplicará en febrero próximo para renovar dirigencia. Será mediante asamblea de consejeros, en la que igual pueden votar los aproximadamente 8 mil integrantes de los consejos politicos municipales y el estatal, o hacerlo únicamente los que pertenecen a este ultimo, que son unos 400.

Como sea, no se ve que Elias Pesina Rodríguez vaya a tener ningún problema para reelegirse. Tiene derecho porque el interinato que actualmente está cubriendo será menor de 18 meses. Este mismo mes se espera que el CEN autorice la expedición de la convocatoria respectiva, donde quedará claro quiénes y cuándo votarán. Elías y la Secretaria General renunciarán el 5 de enero para quedar en condiciones de competir. El registro de fórmulas se tiene previsto para el 16 de enero. Haya varias o solamente una, se abrirá un período de proselitismo el 18 de enero y la elección o toma de protesta -si no hay más de una planilla-, será el 8 de febrero.

Cinco semanas después de emitido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación no ha notificado oficialmente a las instancias locales de procuración de justicia su fallo en el caso de Karla Póntigo. Seguramente no tardará mucho en hacerlo, pero mientras tanto la Fiscalía General del Estado se mantiene firme en el propósito de designar un fiscal especial, en acuerdo con la familia de la jóven fallecida hace siete años, para que desde el principio esté al tanto de todo lo que se haga o deje de hacer.

Me reconfirmo en una vieja idea: la burocracia es invencible. Es seguro que los domingos sean el día que más visitantes recibe el Centro de las Artes -entre semana recibe alumnos, principalmente- y es el día que por decisión de su dirección no hay comunicación telefónica posible. Las áreas abiertas ese día para atender a las visitas, no disponen de una mísera extensión telefónica a la que se pueda llamar para cualquier pregunta o consulta.

Si les parece, nos reencontramos aquí el próximo jueves 9 de enero, ya del 2020.

¡¡Mucha suerte, mucha salud, mucho éxito!