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Nuevo, ¿pero qué tan nuevo?

Por Alexandro Roque

Diciembre 27, 2021 03:00 a.m.

A

Solo una noche de lo viejo a lo nuevo;

solo un sueño de la noche a la mañana.

Lo nuevo es lo viejo hecho realidad;

cada amanecer ve nacer un nuevo año.

Helen Hunt Jackson 

Antes de que nos volvamos a leer en este espacio (usualmente dominical, excepto cuando no) empezará otro año, marcado por el día uno del mes uno. 2022. Oportunidad de dejar en ceros el cronómetro. Año Nuevo le decimos y le damos la forma de una línea de salida donde nos amontonamos para correr tras el silbatazo en busca de propósitos y cambios.    

Otro ciclo, que como su nombre indica es redondo y rueda. A cuántas revoluciones lo decide el pasajero. Puede ser una rueda de hámster, un long play o un motor para volar, así sea con la imaginación. Como en las películas de la serie Matrix, vivimos diferentes realidades, y cada quien ha de construir su historia con sus sueños y pesadillas. Ser “positivos” ante el año que llega no equivale a ser ciegos ni, como en la citada película, a tener que elegir solo una de solo dos pastillas posibles. El contraste de versiones e interpretaciones de estas realidades es útil no solo para el periodismo, sino que aplica para la vida cotidiana, y en ese proceso hay que ver los claroscuros de ese mar de información y de vivencias.

Decían los romanos: verba volants, scripta manent (“las palabras vuelan; si escritas, permanecen”), pero no siempre es así. La semana pasada comentamos sobre un decreto (Sierra de San Miguelito) y una inhabilitación (la del anterior presidente municipal de SLP), y esta semana se ha hablado de amparos contra el decreto y un juicio federal contra la inhabilitación. Se habla de órdenes de aprehensión contra exfuncionarios, pero muchas veces se trata de “cuquear” (meter miedo) al oponente. La justicia (federal y estatal) no funciona muy bien que digamos, y tenemos como muestra el trabajo de fiscales y exfiscales “carnales” que solo aplican la ley en los bueyes de su compadre. 

Se viene un año de incertidumbres por todos lados: una inflación que avanza sin tregua, el impacto real de la variante ómicron y las que surjan, los despidos y las dosis de refuerzo de las vacunas contra el Sars-CoV-2, la falta de medicinas, la falta de agua, los obstáculos al libre tránsito, la inseguridad palpable, los amagos de censura, la nula separación de poderes y los otros cambios que pueda haber en política y economía, que incluyen la consulta para la revocación de mandato (federal) y la carrera de los “destapados” a “la grande”, que ya empezaron a darse patadas por debajo y por encima de la mesa.  

No sé cómo esté en otras ciudades, pero tras casi dos años de pandemia en SLP (“capital”) desaparecieron las marcas de sana distancia en casi todos los locales comerciales, y ya muchos renunciaron al cubrebocas, pasajeros y choferes del transporte público inclusive. Reuniones masivas por doquier. Y hablando del transporte público, es pésimo: hay pocas unidades, descuidadas, y dejan de circular muy temprano. Las prioridades del gobierno, su austeridad, se aplican en ciertos rubros y para ciertos sectores de la población, pero en otros no hay la planeación y transparencia deseadas. Ojalá transporte, agua y otros servicios sen parte de sus propósitos de año nuevo.  

Por mi parte llegué a los 50 años, leí mucho, oí buena música y tuve gratas compañías; se publicó mi novela y un libro colectivo, tallereé y hubo charlas y presentaciones presenciales; canté; hubo miedos, frustraciones, reencuentros felices y nuevas amistades, muchas lecturas y cambios. No me puedo quejar, me ha ido bien. Puedo sonreír aunque aún no veo claro. Con casi todo en espera o en duda en lo personal y en lo profesional, espero que el periodo arbitrario al que llamamos año (nuevo) traiga cosas buenas. Para mí y para todos. Como dice el epígrafe de hoy: “Cada amanecer ve nacer un nuevo año”.  

Dice Naomi Shihab Nye:

Hay tanto inflamable en cada año,

listas de verduras, poemas a medias.

Días que arden en un remolino anaranjado,

una piedra resulta tan pequeña.

Donde había algo y ya no lo hay

grita una ausencia, festeja, deja un espacio.

Comienzo de nuevo con los números más bajos.

Rápido baile, mezcla de pérdidas y partidas,

sólo las cosas que no hice

chisporrotean cuando muere el fuego.

Y como todos, supongo, no dije este año todo lo que quise decir y dije algo de lo que no debí. Dicen que a las palabras se las lleva el viento pero hay algunas que bien pueden cambiar nuestra vida si se dicen a tiempo, declaraciones o condolencias. Y suelo llegar tarde.  En fin, como escribió Antonio Machado:  

Dice la esperanza: Un día

la verás, si bien esperas.

Dice la desesperanza:

Solo la amargura es ella.

Late, corazón… No todo

se lo ha tragado la tierra.

Gracias por la compañía, por la palabra, críticas y sonrisas. Aquí y en otros lares nos encontraremos, como dice aún la gente mayor, “si Dios nos da licencia”. Cuéntenme de su año, de sus planes, por correo o por redes sociales. Nos leemos aquí el 9 de enero de (feliz año nuevo) 2022. 

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Posdata: les invito a leer El otro taller de Santa, un libro de cuentos de José Buendía, Diana Gutiérrez, Gisela Muñoz, Lelia Acosta, Emmanuel Orlando Rivera, Lesly Ita Andehui, Miriam Gabriela Reyes Zermeño y Mónica Reynaga. Está en mi página de Scribd (https://es.scribd.com/user/123102925/Alexandro-Roque), listo para descarga, o se los podemos mandar por Whatsapp o correo.