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Pablo González Casanova

Por Miguel Ángel Hernández Calvillo

Abril 25, 2023 03:00 a.m.

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El pasado martes 18 de abril falleció don Pablo González Casanova, extraordinario científico social (el más importante de nuestro país en las últimas seis décadas, de acuerdo con Lorenzo Meyer) y, sobre todo, gran humanista. Sin duda, numerosas generaciones interesadas en el análisis crítico sobre la sociedad, la política, la economía y la cultura mexicanas han recibido su poderosa influencia intelectual. Desde la “Sociología de la Explotación” y “La Democracia en México”, don Pablo ofreció nuevas maneras de abordar el análisis crítico y sistemático de temas sociales en los que el acopio de datos duros y experienciales era trabajado más por intelectuales extranjeros. Promovió los estudios interdisciplinarios y como Rector de la UNAM será siempre recordado como uno de los más solidarios con las causas de los sectores más pobres y vulnerados.

La escritora Elena Poniatowska, recién galardonada por el Senado de la República con la medalla Belisario Domínguez, recuerda una charla en la que don Pablo refiere su origen y primeros contactos con algunos de los grandes temas que serían su pasión analítica en los años por venir: “Nosotros éramos hacendados y oíamos decir que ya venían los zapatistas y entraba un gran pánico en la hacienda; entonces nos contaba mi padre que él mandaba cerrar todas las puertas y todos los accesos. Nuestras haciendas eran ganaderas. Mi tío Juan era una persona que tomaba decisiones drásticas y ordenó a sus peones: ¡Abran todas las puertas! Manden matar 30 borregos y vamos a hacer una fiesta para recibir a los zapatistas. Cuando llegaron los revolucionarios y vieron la fiesta, apreciaron que los recibiéramos con una barbacoa. Éste fue mi primer recuerdo y mi primer contacto con la sociología y la revolución”. (“La Jornada”, 23 de abril de 2023).

Extraordinario recuerdo y narrativa que, a la vez, guardadas las proporciones y contrastes, permite recordar aquélla parte de la novela de Juan Rulfo en la que llegan los revolucionarios a la finca de la Media Luna y son recibidos por Pedro Páramo con una gran comilona y hasta les ofrece dinero y hombres para “hacer la revolución”, preguntándole a su lugarteniente Damasio, cuando ya se han retirado los revolucionarios: “¿quién crees tú que sea el jefe de éstos?” Al no atinar quién sea, Páramo es por demás enfático: “El jefe eres tú Damasio ¿O qué, no te quieres ir a la revuelta?”. Lecciones insuperables de sociología del poder, pues. Volviendo al recuerdo de don Pablo, narrado por Elenita, está la razón de porqué la idea de su padre de asumirse como González Casanova como apellido paterno, toda vez que se trataba de evitar que su padre, don Pablo González, fuera confundido con aquel otro Pablo González “que era líder de los zapatistas y tenía orden de fusilamiento, además de mala fama, de allí que añadiera el apellido Casanova de la abuela” (Ibid).

En su obra emblemática “La democracia en México”, de 1963, don Pablo inauguró el abordaje del análisis de la democracia mexicana no únicamente como fenómeno político y de élites, sino relacionado con las posibilidades de acceder a la tierra, el alimento, vestido, techo y demás satisfactores materiales de la población, sobre todo de los oprimidos y explotados. Aquí hemos planteado que, la mística de su actuar en la praxis, se asemejaba a una suerte de orientación preferencial por los pobres y excluidos que le llevó, de manera recurrente, a profesar la solidaridad con legítimas expresiones de inconformidad social, como el caso del movimiento del EZLN, desde que surgió en 1994, apostando siempre a la no violencia, a la cultura de un desarrollo con paz y prosperidad para los más. Gran pensador crítico, gran humanista, postulante de una dialéctica de la imaginación que deja como legado para la comprensión del complejo mundo en que vivimos.