La humanidad siempre presta más atención a las noticias negativas, las positivas pasan desapercibidas, una de ellas es que la pobreza extrema pasó del 90 % en 1820 a 10 % en 2015 (véase gráfica); la mala noticia es que la mayor parte de la pobreza se encuentra en África y América Latina; en México, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política social dio a conocer que la pobreza disminuyó del 49 % en 2008 a 48.8 % en 2018; en San Luis Potosí pasó del 57.3% en 2008 a 50.8 % en 2018.
Los pobres son aquel sector social que tienen rezago educativo, lo que significa que no terminaron su educación básica, tienen limitado acceso a los servicios de salud y seguridad social, sus ingresos laborales no les alcanzan para alimentarse, las condiciones de sus viviendas son precarias, es decir, los servicios como agua, drenaje y luz son de mala calidad. En México estas personas se encuentran principalmente en el sur del país, en las zonas rurales y en la periferia de las grandes ciudades.
Los gobiernos del mundo han buscado soluciones a este problema público que genera graves consecuencias para toda la sociedad; aquellas políticas públicas que han sido efectivas son las que solucionan las casusas que generan que las personas se encuentren en situación de pobreza, estas soluciones en su mayoría son adoptadas por los países desarrollados; las políticas menos efectivas son las que hacen frente a las consecuencias, tal como sucede en los países de América Latina como es el caso de México.
Los análisis contemporáneos de política pública que estudian la pobreza, consideran que las personas pobres lo son por el comportamiento adoptado en su vida cotidiana, de esta forma existen tres posturas teóricas sobre las decisiones y acciones de estas personas: 1) comportamiento racional, 2) comportamiento cultural y 3) sesgos cognitivos. Cada una de estas posturas plantea el comportamiento de las personas de forma distinta, por lo que las políticas públicas también lo son.
Desde una perspectiva racional se considera que las personas en situación de pobreza son completamente responsables de sus decisiones, acciones y sus consecuencias, por lo que el único impedimento para tomar decisiones eficientes es la información de que disponen, es por eso que no deben existir programas sociales que resuelvan sus necesidades sino que el gobierno debe preocuparse por mejorar la calidad de la educación que permita a las personas buscar la información que requiere para tomar buenas decisiones en su vida cotidiana.
El enfoque cultural considera que los pobres se comportan de manera distinta de quienes no se encuentran en situación de pobreza, por lo que se estima que tienen defectos de carácter que los hacen estar en esa condición: impaciencia, procrastinación -tienden a retrasar actividades que son relevantes para mejorar su calidad de vida-, son amantes de riesgo –tienen preferencia por aquellas acciones y decisiones cuyas probabilidades de obtener un beneficio son bajas, como lo es participar en las loterías.
La perspectiva cognitiva considera que las personas en situación de pobreza tienen sesgos conductuales que les afectan en la toma de decisiones y acciones que llevan a cabo en su comportamiento cotidiano; valora que los pobres son de racionalidad limitada, y sus acciones no necesariamente responden a una “cultura” de pobreza, por lo que la pobreza es un fenómeno social que se refuerza a sí mismo, por los sesgos de comportamiento de los individuos, por lo que las políticas públicas deben buscar modificarlo.
Las políticas públicas desde la perspectiva racional buscan fortalecer el nivel educativo de la sociedad en situación de pobreza con la finalidad de que tomen mejores decisiones; las intervenciones gubernamentales desde el enfoque cultural buscan satisfacer las necesidades de este sector social con la intención de transformar las condiciones en las que viven; las políticas públicas desde el enfoque cognitivo tienen la intención de transformar el comportamiento de los pobres a fin de que salgan de su situación de pobreza.
Las políticas públicas orientadas a modificar el comportamiento de los pobres deben tener como intención superar el pensamiento de frustración en la que viven, producto de sus experiencias negativas en la vida cotidiana, lo cual es un fenómeno cada vez con mayor presencia en la sociedad en general pero que es más grave en las personas pobres, para ello deben tomarse decisiones que incrementen la calidad de vida basada en las acciones de las personas, por lo que se requiere proporcionarles información sobre las consecuencias de sus actos.
Estas intervenciones deben estar acompañadas por acciones de política pública que mejoren e incrementen la calidad de educación de los pobres, así como su ingreso a los servicios de salud, mejorar la infraestructura de sus viviendas en cuanto a cobertura de servicios públicos, superar el asilamiento y exclusión social en el que viven, permitir su acceso al mercado laboral con un salario digno, pero sobre todo proporcionarles información que les permita estar conscientes de que modificando su comportamiento pueden mejorar su calidad de vida.
En síntesis: en el mundo solo el 10 % de la población se encuentra en situación de pobreza, pero México está muy lejos de superarla, ya que 48 de cada 100 mexicanos aún son considerados como pobres, por lo que el reto de la política social se encuentra en atender las causas que las personas adoptan en su vida cotidiana y que fomentan el comportamiento de reproducción de pobreza, de tal manera que sean capaces de asumir otro tipo de prácticas enfocadas a la atención de necesidades básicas. Busque esta columna el próximo 28 de agosto.
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