“Que viva México”
Este fin de semana se estrenó la que sin duda alguna es la mejor película del productor y escritor Luis Estrada, una auténtica oda a la incorrección política, en el país donde no se debe decir lo que se debe y se tiene que decir. Es una historia que coloca el dedo en la llaga de una manera cruda y sin filtros, donde más que una crítica al gobierno de la cuarta transformación, es una autocrítica a las entrañas de la mexicanidad responsable precisamente de todo lo que nos acontece como nación, donde sólo nosotros y nadie más que nosotros, -bajo el viejo paradigma de la soberanía popular-, por primera vez se nos responsabiliza de lo que somos, sea por acción pero también por omisión. Por supuesto que a nadie gusta que se le digan sus fallas, pues ante ello, la respuesta natural, casi como acto reflejo es oponer una excusa que redireccionará a la otredad la culpa de lo que nos acontece. En esta historia, Luis Estrada retrata individuos que se victimizan ante su realidad, donde juega con los conceptos esperanza y prosperidad, desde un plano donde pareciera que estamos perdidos ante el irremediable lugar donde nos tocó vivir. En cada minuto de esta película no hay un solo detalle que no exponga una porción de realidad, pero a diferencia de sus anteriores historias, en esta, los personajes no esconden sus miserias, ni tratan de ser lo que no son, se cumple el fuera máscaras porque acá no hay buenos ni malos, mucho menos un final felíz, el humor -que lo hay-, es cruel porque la narrativa de la vida es así, desgarradora. Si José Guadalpe Posada, creador de La Catrina, inmortalizó a la Muerte, (si esto fue posible sólo en México), en esta obra cinematográfica, Luis Estrada expone la mexicanidad al desnudo, sin hojas de parra, por primera vez alguien se atreve a retratarla tal como es. A muchos, por supuesto que no gustó, a otros incomoda, otros tantos negarán verse representados en alguno de esos personajes, pero para nadie pasara desapercibida esta película que, a diferencia de las anteriores, deja de culpar al gobernante en turno o al sistema político, en esta ocasión el autor traslada la responsabilidad al pueblo bueno, de tener gobernantes malos y de generar el sistema que hemos padecido. La profunda invitación a la reflexión de un filme tan pretensioso, quizá en este momento no llegue a apreciarse en su totalidad, por la obvia razón de que muchos somos protagonistas de esa historia, pero probablemente esta película se convierta con el paso del tiempo en el referente del México que queremos dejar de ser. Luis Estrada, su creador, es valiente en mostrarse y mostrarnos, provoca replantearnos conceptos como formas de vida que parecieran inamovibles en México y que bien, pudieran ser la causa de lo causado, ¿familia?, ¿patria?, ¿religión?, ¿moral?, ¿poder?; ¿estamos dispuestos a preguntárnolos?, -estimado lector- ¿ya se dio Usted cuenta?, ya lo estamos haciendo. Vea la película y juzgue Usted mismo. Excelente lunes. Los sigo leyendo en este correo:
jorgeandres7826@hotmail.com.
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