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Re-Evolución Mexicana

Por Jorge Andrés López Espinosa

Febrero 08, 2021 03:00 a.m.

A

Corría el año de 1910 cuando en México un joven profesionista norteño (Francisco I. norteño de tan sólo 37 años, que había estudiado al lado de los jesuitas en Saltillo y posteriormente en la prestigiada Universidad de Berkeley, luego de un fraude electoral sin precedentes, convocó al pueblo mexicano (Plan de San Luis) a rebelarse contra la dictadura ecabezada por una oligarquía enquistada en el poder político de este país, quienes se asumían a sí mismos -con la arrogancia de quien se siente indispensable-, como “Científicos”, lidereados todos ellos por otro varón, su contemporáneo, héroe del siglo XIX pero que, en el México de la primera década del siglo XX contaba ya con 80 años y que naturalmente dejó de entender la realidad de un país que a él y a su grupo político los rebasaba pues la nostalgia les colocaba todo el tiempo en el pasado. 

Esa convocatoria al alzamiento fue el llamado, sí de un joven coahuilense pero también lo fue de toda una generación de mexicanos que exigieron un relevo de la clase política y por supuesto de la forma de hacer política que se había quedado petrificada en el siglo XIX. La Revolución Mexicana se nutrió entonces de una serie de exigencias de un pueblo hambriento de libertad y de justicia social, de un México que vivía en la opresión en el campo y que otro joven de 31 años (Emiliano Zapata) abanderó con éxito su causa, acompañaron a ese movimiento también la juventud en la milicia como (Felipe Ángeles) de 42 años de edad,  ideólogos sociales como (Ricardo Flores Magón) 37 años y sus hermanos también contemporáneos. 

Así, resulta innegable que el movimiento revolucionario de 1910 fue sin lugar a dudas, un movimiento revolucionario generacional que cimbró hasta sus cimientos este país y que dio como fruto palpable una Constitución Política de avanzada, progresista, adelantada a su tiempo, un auténtico pacto político para el país que incluyó las demandas de campesinos y trabajadores, que sentó las bases del México que transitó el siglo XX con todas las visicitudes que esta gran nación enfrentó desde 1917 y hasta la primera transición luego de siete décadas de gobiernos de partido hegemónico en el año 2000. 

Ahora, en este 2021 ha pasado ya una década desde el cambio constitucional más importante que tuvo nuestra Carta Magna desde 1917, -como lo fue la Reforma Constitucional en Materia de Derechos Humanos (Junio de 2011)-, que colocó a los Derechos Humanos como el Eje Rector de la Política del Estado Mexicano. Sin embargo ese mismo México, que dio un gran paso en el reconocimiento de los derechos humanos, es el mismo México de los desaparecidos, de los feminicidios, de los muertos por el crimen organizado, de la crisis económica, de la pobreza extrema, de las víctimas sin justicia; pareciera que la realidad nuevamente como en 1910 nos obliga a buscar un nuevo trato, pero esta vez sin revoluciones armadas, pues esta generación a la que pertenecemos millones de mexicanos -me inlcuyo- quienes hoy tenemos la misma edad promedio de aquellos próceres que iniciaron la Revolución, hoy no le podemos fallar a México, ni tampoco le puede fallar a esta nación el 40.2%  de esa juventud millenial, que es una enorme masa viva y proactiva que guste o no, pero va a decidir el rumbo de este país primero en 2021 y luego en 2024. 

El pasado ya no lo podemos cambiar, pero el presente y el futuro si nos pertenece, es el tiempo de evolucionar, de entender por ejemplo, que el petróleo es el pasado y que es el tiempo de las energías limpias, que las legislaciones prohibicionistas sólo han traido muerte y desgracia, que el amor es y debe ser libre sin ataduras ni estereotipos y que el derecho a decidir es sagrado. Pero sobre todo, entender que nada es estático, pues cambiar implica siempre movimiento. 

Y usted estimado lector, ¿está dispuesto a apostarle al futuro?. 

Excelente inicio de semana.

Twitter @Jorge_Andrés78. 

jorgeandres.manoizquierda@gmail.com.