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Se nos rompió el amor

Por Alfredo Oria

Diciembre 08, 2023 03:00 a.m.

A

En estos días leí que mi admiradísimo Manuel Alejandro se volcó elogiando a la cantante Rosalía, a partir de la interpretación que hizo de una de sus composiciones más famosas. ¿Pero qué tiene que ver esto con el vino, pensarás tú, caro lector? Bueno, pues que la reflexión sobre el sentido, el valor y el impacto de la exposición global que esta mujer ha tenido en los últimos años puede servir de analogía para abordar el tema de los vinos de estilo tradicional a los de estilo más internacional, más “globalizado”, los llamados eufemísticamente “modernos”.

Mi punto de vista sobre el vino se asienta en la idea de que una gran etiqueta tiene que hablarte de una tierra, de una personalidad, de una filosofía, es decir, de una forma de ver la vida, de hacer las cosas. Lo que me interesa del vino es lo personal, lo único, los rasgos particulares; el terruño expresado a través de un clima, de un suelo, de una tradición (tomando ventaja de los conceptos de Octavio Paz), sin importar si ésta es una “nueva tradición”, una tradición de ruptura, o una tradición conservada a través de las generaciones; de una ilusión, etc.

Luego, estas particularidades se proyectan en el aficionado cuando descorcha esa botella, y el reconocimiento, el aprecio a los grandes vinos, a los que nos ofrecen estas tipicidades (de lugar, de estilo, de lo que expresa una variedad en determinado terror), se da alrededor del mundo, entre propios y extraños: hay botellas clásicas que ponen de acuerdo a todos y son verdaderos modelos.

Para terminar por mezclar aquí disciplinas que –aparentemente— no tienen relación entre sí, propongo que lo mismo pasa en la literatura y en el cine, entre otras manifestaciones culturales. Dos ejemplos: los textos de Juan Rulfo son tan particulares de una región, de un tiempo, de un contexto, que parecen intraducibles a otros idiomas, sin embargo, han sido recibidos de manera entrañable en Europa o en Oriente, porque la experiencia humana es universal. Igual la película “Roma”, de Cuarón: muestra algo que es hiperlocal, pero con tal profundidad, honestidad y sentido estético que en Delhi o en Moscú las audiencias logran conectarse, identificarse.

La artista Rosalía, con su propuesta musical fundada en el flamenco, ha triunfado en el mercado global porque, a pesar de sus fusiones y de sus riesgos, parte de algo sumamente personal y tradicional, de una expresión que mantiene su “pureza” y su personalidad dentro de lo contemporáneo, pero sobre todo porque está inspirada en los clásicos de esta tradición estética tan antigua y tan honda.

Por hablar de nuevo de dos ejemplos, caro lector, en su álbum “El mal querer” (concepto desarrollado por ella misma y sus colaboradores a partir de una obra literaria medieval) notarás que el inicio de la canción “Reniego” constituye un evidente homenaje a otra obra que rompió paradigmas: “La leyenda del tiempo”, y que “Maldición” tiene aires de fandango de Huelva. Te aseguro que Rosalía puede ser casi todo menos una improvisada. Se mueve hacia muchos lados, me había perdido un poco con sus colaboraciones más reguetoneras, pero bastó esta versión por bulerías de la canción bordada en otra época, en sus propios e inimitables términos, por aquella fuerza de la naturaleza llamada Rocío Jurado para quedar cautivado de nuevo.

Volviendo a lo nuestro, la alegoría de Rosalía me sirve para representar la idea de lo que considero debe pedírsele a un vino que se precie: expresión propia de su terruño. Puedes hallar decenas de botellas (por cierto, unas muy asequibles) que se dejan beber sin problemas, que no muestran ningún defecto, es más, incluso presentan virtudes enológicas, pero pecan de genéricos. Es cierto, pueden llegar a estar muy bien confeccionados, pero es imposible encontrar en ellos esa tipicidad de su origen. Nada como una copa que te hace cerrar los ojos y transportarte a esa ladera del Ródano, a esa ribera leonesa, a ese paraje washingtoniano o ese viñedo potosino. Nada como ver a Rosalía reinventar el clásico de Manuel Alejandro en los días del autotune.

@aloria23 

aloria23@yahoo.com

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