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Ser Oposición

Por Jorge Andrés López Espinosa

Septiembre 03, 2021 03:00 a.m.

A

Hay un sagrado derecho humano que se vive desde que se nace, se manifiesta primero en la familia, se hace evidente en la escuela y se manifiesta en plenitud durante la vida, es la maravillosa posibilidad humana de disentir respecto al status quo, al deber ser y a lo establecido, es un pequeño resquicio de libertad para pensar, hacer y decir lo que se siente que es distinto a lo que las mayorías consideran válido. La expresión no estoy de acuerdo contigo, es una de las más grandes formas de manifestación de libertad humana aunque en ocasiones también la más pequeña, a veces imperceptible. 

Ser opositor implica a veces el ostracismo, pero es preferible a la lisonjería y al entreguismo; en la familia el diferente rompe el estereotipo de lo esperado por todos, en la escuela es el que reta la norma que considera obsoleta y en la vida, es el que se enfrenta a todo el mundo que le considera equivocado, aunque la misma historia universal no podría entenderse sin opositores. 

En apariencia hay dos fuerzas encontradas que eternamente luchan entre sí, los filósofos le llaman el bien y el mal, la luz versus la osucuridad, pero estas peleas aparentes han movido la civiliación humana por milenos y han escrito también cientos de episodios en la historia. 

Así, verbi gracia, imagine Usted estimado lector ¿que sería de alguno de los super héroes?, Batman sin un Guasón o Superman sin Luthor, que sería del propio Jesús el Cristo sin su eterna lucha contra el Satán; la dualidad confrontada en todos los ámbitos de la vida, lo que inlcuye también el terrenal ámbito político. 

En este contexto, la última semana vimos por primera vez durante los tres primeros años del sexenio del Titular del Ejecutivo Federal, un opositor de carne y hueso, alguien que encarnó aboslutamente todo lo que, sólo en concepto describía el orador mañanero, una persona, un ser humano de carne y hueso que representa y encarna precisamente la descripción de oposición a la que todos los días desde Palacio Nacional se nos recuerda, me refiero por supesto, al sagaz político queretano  Ricardo Anaya, sí, aquel que gusta de dormir en sleeping y que en el debate entre candidatos presidenciales fue rebautizado como: “Riki, riquín, canallín”.

Ricardo es un joven político que ha sido el único y el primero que, en cadena nacional se atrevió a señalarle al otrora poderoso López, el más grande de sus defectos y se lo dijo, que su falencia no era ser viejo, sino el no entener el mundo; -algo de razón tenía- luego, ante la falta de argumentos obtendría como respuesta el apelativo de canallín. 

Pero en estos últimos días Ricardo Anaya obtuvo varias menciones que lo hicieron tendencia y que, desde mi punto de vista, lo colocan ya como el primer opositor de este país, lugar que por cierto, ocupa no por sus aburridos videos visitando ciudadanos en el país ni criticando el consumo indiscriminado de caguamas, sino que se lo debe precisamente al mismo habitante de Palacio, un Ricardo Anaya que agradece cada segundo dedicado en la mañanera y en el que, si alguien no lo sabía hoy ya sabe de su auto exilio, por sentirse perseguido por el brazo justiciero de la autónoma FGR, un opositor como aquel “Renacido” interpretado por Di Caprio, que, casi muerto por el oso salvaje vuelve a la vida por los finos cuidados de un hombre cuya raza era perseguida precismente por él y los suyos. 

Así, a tres años de mandato cuarto transformador, el habitante de Palacio no había tenido una figura pública nacional al que tuviera que dedicarle minutos en sus mensajes mañaneros, Anaya lo logró y sin importar cual sea el giro del desenlace que tome su historia, la cuenta regresiva al 2024 comienza a asomarse, porque en todo relato histórico se necesitarán siempre héroes y villanos, y aunque ninguno de los dos lo es, ni uno es Juárez ni el otro es Miramón, ambos como todos los que habitamos este planeta son humanos, con virtudes y vicios, pero para que esto no termine como vieja novela cursi de las seis de la tarde, debemos entender que todo liderazgo requerirá siempre de una oposición, serlo, en ocasiones es difícil, te mandan a la banca -dicen- pero vivirlo, vivirlo es increible. 

Nota: Todos, absolutamente todos antes de ser gobierno fueron oposición y el que esté libre del delicioso pecado de disentir que tire la primera piedra. 

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