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¡Son las Diputaciones!

Por Juan José Rodríguez

Octubre 29, 2020 03:00 a.m.

Los cambios y reformas pendientes, igual que las grandes obras en proceso, de la llamada Cuarta Transformación, contempladas para ejecutarse o concluirse en la segunda mitad del sexenio, tendrán asegurada su viabilidad solo si Morena y sus aliados conservan la mayoría en la próxima Cámara de Diputados. De aquí se sigue que de los numerosos cargos que se disputarán en las urnas el año entrante los más importantes serán las diputaciones federales. Si desde el lado morenista tienen claras prioridades y estrategias, el perfil de sus 15 candidatos a gobernador deberá considerar con atención su capacidad de “jalar” hacia arriba, en término de votación, a los candidatos a diputados o, por lo menos, que no los “arrastren” hacía abajo.

La historia acredita que cuando la elección de diputados federales coincide con la de presidente de la República, si el candidato de cualquier partido a este último cargo suscita buen apoyo en las urnas, sus colegas que aspiran a las curules se ven beneficiados. A la inversa, cuando el abanderado presidencial es poco rentable electoralmente hablando, sus compañeros de viaje lo resienten. Algo similar sucede cuando la elección de legisladores federales coincide únicamente con la de gobernadores.

Para que el gobierno del presidente López Obrador pueda tener margen de maniobra suficiente para concretar nuevas reformas o cambios institucionales y ver concluidas sus obras más emblemáticas como el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya, ineludiblemente debe contar con mayoría, aunque sea simple, en la Cámara Baja, a través de Morena y aliados. 

Apenas si se hace necesario entrar en mayores explicaciones: es a los diputados federales a los que corresponde en exclusiva aprobar y/o modificar el presupuesto de egresos federal, así como la ley de ingresos. Es también el órgano legislativo al que corresponde aprobar o rechazar los dictámenes de la Auditoría Superior de la Federación en materia de fiscalización del gasto público.

No estoy seguro de que aún con mayoría suficiente una reconfigurada cámara de diputados suprimiera los programas sociales de López Obrador, pero bien podría modificarlos, ajustarlos o reorientarlos. Mucho más fácil resulta suponer que las grandes obras de este gobierno rápidamente se quedarían sin fondos. También, obviamente, sería muy difícil sacar adelante reformas constitucionales. 

Si el lopezobradorismo (que incluye a Morena y aliados) tiene una visión semejante de cara a las elecciones del 2021, lo lógico será esperar que además de esmerarse en presentar buenos candidatos en los 300 distritos electorales federales, apoyándose según ha trascendido en encuestas -por lo pronto parece que tómbolas ya no habrá- se esfuerce también en presentar aspirantes a las gubernaturas populares, aceptados, bien vistos, de preferencia buenos oradores, empeñosos en campaña y, sobre todo, con arrastre electoral.

Las 15 entidades donde se renovará el Poder Ejecutivo suman 95 distritos electorales federales, prácticamente un tercio del total. Por lo que hace a las 200 diputaciones de representación proporcional, habitualmente se distribuyen en consonancia con la votación alcanzada por cada partido, en el intento de más o menos emparejar porcentaje de curules con porcentaje de votos. En esos estados estarían disputándose en total unas 160 diputaciones.

En el 2018 Morena y sus aliados PT y PES sumaron 308 diputaciones federales por ambos principios. La mayoría simple se logra con 251. Leyes de ingresos, presupuestos de egresos y muchas otras cosas requieren solo de esa mayoría. Con la posterior incorporación del PVEM y una parte de los diputados perredistas, Morena y compañía logra la mayoría calificada (334) que se necesita para reformas constitucionales, y otros temas.

¿Cabría esperar un desplome electoral de tal tamaño que Morena y socios perdieran incluso la mayoría simple? Pienso que sí, por una razón principal: esta vez Andrés Manuel López Obrador no estará en la boleta. Ya vimos lo que pasó hace pocos días en Coahuila e Hidalgo.

En síntesis, no creo que el lopezobradorismo pueda darse el lujo -no al menos sin pagarlo muy caro- de postular a cualquiera como candidato a gobernador, por muy morenista histórico que sea.

EL ENGRUDO AZUL

Más temprano que tarde a la dirigencia estatal del Partido Acción Nacional se le comenzó a hacer bolas el engrudo. Podrán decir lo que quieran, cuando quieran y donde quieran pero la culpa es totalmente suya por andar de frívolos, sobraditos y centaveros.

Con todo, el hecho de que, como ya lo reconoció el presidente del comité estatal, haya abortado la idea de hacer encuestas para depurar su lista de aspirantes a la candidatura de gobernador, no es ninguna tragedia. Más bien deben verlo como la circunstancia fortuita que los salvó de un ridículo mayor.

Para no perder el hilo del relato es necesario recuperar parte de la columna anterior: el dirigente estatal albiazul intentó que los siete prospectos aceptaran lo de las encuestas depuradoras y que se levantaran de inmediato para tener la lista “corta” antes del arranque, el 10 de noviembre, del periodo de sesenta días que tienen los partidos para celebrar sus procesos internos de postulación de candidatos. De haberse hecho así, existía la probabilidad de que una vez expedida la convocatoria y fijado el plazo de registro, acudieran a registrarse, con pleno derecho, uno o varios interesados más, sin otra condicionante que cumplir los requisitos del caso. A estos eventuales nuevos actores, les habría tenido absolutamente sin cuidado que antes se hubieran hecho dos o veinte encuestas. Tendrían la ley y la normatividad interna de su lado.

Pero además existe otro hecho que abona a la mezcla de novatez, incompetencia y ruindad de la dirigencia panista. Hacia finales del año pasado o principios de éste, el PAN a nivel local y nacional sabía que por lo menos cuatro personajes -tres militantes activos y un externo- aspiraban a la candidatura. Se trata de prospectos sólidos con una trayectoria que los respalda. En orden alfabético de apellido, el senador y ex diputado Marco Gama, la diputada y ex senadora Sonia Mendoza, el actual alcalde capitalino y ex diputado Xavier Nava, y el ex alcalde y ex senador Octavio Pedroza.

De súbito, el diputado federal Xavier Azuara dijo “yo también”, pero más con ganas de sentarse a la mesa para estar cerca de su gatito de angora que de ser el candidato. Hasta ahí, como quiera. Pero acto seguido, entre Azuara y Juan Pancho echaron a andar a otros dos “aspirantes” de ligas menores para copar las sillas, pero lo cierto es que se llegó al momento paradigmático de que la dirigencia estatal quisiera gastarse más de un millón de pesos en encuestas para reducir la lista ¡que ella misma infló!

Si insisten en hacerlo, tendrán que esperar a que salga la convocatoria, se abra y cierre el plazo de registro y entonces sí, cuando ya nadie pueda alzar la mano, replantear la posibilidad de las encuestas reductoras, que serán viables solo si las aceptan todos los inscritos.

Finalmente, de tan sobraditos que andan, estos individuos han sido totalmente incapaces de darse cuenta de que desde el momento en que se pusieron a vender los votos de sus diputados en el congreso local y quisieron sumarse al nepotismo judicial, perdieron cualquier autoridad moral que alguna vez hayan tenido, sobre todo frente a panistas o simpatizantes de toda la vida que han ganado a pulso cuanta posición han ocupado. (Luego que tenga más datos les platico de los fuertes rumores que corren según los cuales los frívolos y sobraditos de marras ya le pusieron precio a las candidaturas a presidentes municipales, diputados federales y locales, y en un descuido hasta a la de gobernador. ¡No podrán!). 

COMPRIMIDOS

Uno de los estadistas latinoamericanos más entrañables y ejemplares de los últimos tiempos, el expresidente uruguayo José Pepe Mujica, anunció su retiro definitivo de la política hace una semana. Senador a sus 85 años, confesó que se va por la pandemia, no tanto por deseo personal. Luego de ser guerrillero tupamaro y pasar 15 años en prisión, 12 de ellos ininterrumpidos, incluidos seis meses con las manos atadas a la espalda con alambres, tuvo la grandeza de despedirse afirmando “Yo tengo mi buena cantidad de defectos, soy pasional, pero en mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí una dura lección que me puso la vida: el odio termina estupidizando, porque nos hace perder la objetividad de las cosas”. Que le vaya bien.

Después de largos meses de golpes mediáticos y malas noticias, por fin a Ricardo Gallardo Cardona le llegó una buena: su amigo Mario Delgado (quiero suponer que lo sigue siendo) es el nuevo presidente nacional de Morena. La circunstancia sería inmejorable para sus aspiraciones políticas si no fuera porque en la segunda posición de mando quedó la senadora Citlalli Hernández, del núcleo más radical del morenismo, quien ya recibió informes extensos de lo que es el gallardismo en estas tierras. Bien decía mi abuelita: no hay dicha completa.

Confieso una vez más mi profunda admiración por la sangre fría de la doctora Mónica Liliana Rangel Martínez. Mire usted que para hacer públicas sus ganas de ser candidata a gobernadora (supongo que priista), justo cuando con el rebrote el control de la pandemia se le está yendo de las manos, acabando de pitorrearse de los diputados con lo de los pasivos de la dependencia a su cargo, y sin haber aclarado nunca con rigor las documentadas irregularidades con dineros públicos que se le han imputado, se necesita sangre helada y semblante de palofierro. Pensé que debería ser descomunal su vocación de servicio público hasta que caí en cuenta que las campañas electorales son excelentes lavanderías.

Por su propio bien, sus superiores ya no deberían ni dejar salir a la calle al inefable Jaime Pineda, o si tiene que salir que se disfrace y no hable. Cada vez que se deja ver y abre la boca exhibe su irrevocable pertenencia al PUP de don Hermenegildo L. Torres. Creo que hasta diplomas de honor tiene.

De repente no soy muy bueno para las cuentas, pero según las que tengo disponibles a la fecha van 258 mil 439 veces que el señor diputado Edgardo Hernández Contreras proclama en el salón de plenos que muchos años fue un excelso, destacadísmo e insuperable agente del Ministerio Público Federal (por lo que no me explico cómo es que nunca llegó ni a delegado estatal de la entonces PGR). Ojalá por generosidad de espíritu ya cambiara el disco.

Hasta el próximo jueves.