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Tan lejos de Dinamarca

Por Catón

Abril 27, 2023 03:00 a.m.

A

Por causa de un crabrón don Cucurulo, señor de edad madura, sufrió ayer una lesión en su atributo masculino. No hay errata en aquella palabra. Un crabrón es una especie de avispa grande cuya picadura produce al mismo tiempo escozor e inflamación. Paseaba don Cucurulo por el campo y sintió ganas repentinas de desahogar una necesidad menor, para lo cual hubo de exponer la mencionada parte. Fue entonces cuando el cabrón crabrón que digo le picó precisamente ahí. Tan agudo dolor  experimentó el lacerado, y fue tan grande la hinchazón sufrida, que al punto regresó a la ciudad y acudió a la consulta de un médico particular, pues en el Seguro le dieron cita para la próxima semana. Santa. El facultativo lo revisó y le dijo luego: “Le recetaré algo que le quitará tanto el dolor como la hinchazón”. Al punto le rogó don Cucurulo: “El dolor quítemelo, doctor. Déjeme la inflamación”... Lord Hubert fue de safari. Lo acompañaron su señora y la madre de ésta. Iban los tres por la espesura de la selva cuando de súbito apareció un gorila que tomó en sus membrudos brazos a la suegra. La esposa del famoso cazador le pidió llena de angustia: “¡Rápido! ¡Dispárale a la fiera!”. “No -opuso lord Hubert-. Puedo darle al gorila, y es una especie protegida”. (Nota. En su diario de caza anotó  sir Hubert que el primate devolvió a su suegra por la mañana, y que en los días siguientes la señora pedía que regresaran al sitio donde el gorila merodeaba)... Hace tiempo recibí una esquela en la cual se me comunicaba la muerte de las esquelas. ¿Qué eran, qué fueron las esquelas? Eran pliegos funerarios que avisaban de la muerte de alguien. Se repartían por mano de algún familiar de quien se había ido de este mundo. Cuando a tu casa llegaba una esquela tus padres se preguntaban con inquietud antes de abrir el sobre: “¿Quién se moriría?”. Y es que la noticia de que alguien se murió es un memento, un recordatorio de que tú también te morirás. Cierta señora de origen norteamericano residente en Monterrey hizo sin querer una linda greguería cuando en vez de decir “esquela” pronunció “esqueleta”. Pero advierto con azoro que estoy escribiendo cosas por completo ajenas a la naturaleza de mi escrito. Quizá me las inspiró la desaparición del engendro llamado Insabi, espectral entelequia que realmente nunca apareció. La 4T envió la esquela mortuoria de ese organismo creado a costa del Seguro Popular, en el cual millones de mexicanos encontraban una adecuada atención médica que ya no brinda ninguna de las actuales instituciones de salud pública, carentes de personal, de recursos económicos y de lo más elemental que necesitan para cumplir adecuadamente su función. El fracaso del actual régimen en el renglón correspondiente a la atención médica del pueblo ha sido una de las mayores fallas de esta administración, si así puede llamarse al caos que priva en ese importante ramo de la gestión gubernamental. Habrá que preguntar cuántas vidas ha costado ese criminal descuido. Seguramente son más que las que ha segado la delincuencia organizada. Un mal gobierno provoca muertes que pudieron evitarse. Pobre México, tan lejos de Dinamarca y tan cerca de la 4T... Después de varios años de ausencia sir Galahad regresó de la Cruzada. Traía consigo tres mujeres moras de excepcional belleza: profundos ojos negros; undosa cabellera bruna; enhiesto busto; magnificente grupa; cimbreante cintura de palmera; torneadas piernas anunciadoras de ocultos paraísos. Antes de que lady Guinivere, la esposa de sir Galahad, pudiera articular palabra le indicó el caballero: “Nos dijeron que íbamos a combatir a los infieles. De las infieles no dijeron nada”. FIN.