Tragedia potosina

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Las pruebas que respaldan la puesta a disposición del juez del presunto homicida de Aurelio Gancedo, Juan Carlos “N”, son sólidas. Seguramente resistirán el escrutinio y combate propios del juicio y de la defensa. No solamente porque incluyen la confesión del imputado, coherente con los hechos verificados, sino porque hay evidencias adicionales que incluyen videos, huellas, testimonios y objetos.

Hemos tenido acceso a las partes medulares de la investigación que condujo a la captura de Juan Carlos. Algunos de los elementos probatorios de su presumible responsabilidad los conocemos pero no nos será posible citarlos en detalle; unos porque en los términos del Nuevo Sistema de Justicia Penal podrían atentar contra el principio jurídico del Debido Proceso, y otros por respeto a la memoria de la víctima. Aún con esas limitaciones insalvables, es posible estructurar una narrativa bastante completa.

El contacto físico y telefónico con el exdirigente estatal del PRI se perdió en la tarde del martes 21. Para las primeras horas del miércoles 22 la preocupación había escalado; se dio cuenta del hecho a las autoridades, se emitió una ficha de búsqueda y se puso en marcha una indagación policial.

Lo primero que se hizo fue entrevistar a varios de sus allegados por parte de elementos de la Policía de Investigación (que oficialmente ostenta el espantoso y hasta ridículo nombre de “Dirección de Métodos de Investigación”). Por uno de ellos supieron que el joven político acudía ocasionalmente a un cierto tipo de instalaciones en determinado rumbo de la ciudad. Rápidamente se visitaron las más factibles y en pocas horas se encontró un video de cámaras particulares de vigilancia, en el que se aprecia que a las 4 de la tarde del martes ingresa el automóvil propiedad de Gancedo con dos personas a bordo.

El mismo registro muestra cómo dos horas más tarde abandona el lugar el vehículo, pero ya con una sola persona a bordo. Hay una diferencia apreciable entre los dos momentos videograbados: en el primero no se observa nada en lo que se alcanza a ver del asiento posterior, mientras que en el segundo video se puede ver un bulto cubierto con una tela blanca.

Los segundos finales de la grabación hecha por las cámaras referidas indica la dirección que toma el auto. Con esa pista, se revisan otras cámaras y es posible darle seguimiento durante varios kilómetros hasta que se pierde por el rumbo de Pozos. A partir de ese momento se dispone un monitoreo permanente en toda aquella zona con la expectativa de que reapareciera la unidad. 

El miércoles a media mañana, una de las empresas de telefonía celular, que ya había sido advertida y cuya colaboración fue fundamental, reporta a la Policía que el número IMEI (International Mobile Equipment Identity), un código de 15 a 16 dígitos distinto para cada uno de los teléfonos móviles que hay en más de cien países, se había activado durante unos minutos, con un chip diferente al registrado originalmente. El chip contiene el número de línea telefónica que todos conocemos y utilizamos.

Con eso bastó para que con el apoyo de las empresas telefónicas se obtuviera el nombre de quien había adquirido el nuevo numero de línea (chip). Buscando en redes sociales se le ubicó. Resultó ser un mecánico automotriz que lo único que había hecho era responder a una oferta en internet, que ofrecía a muy buen precio un teléfono de alta gama y última generación (propiedad de Aurelio). Hecho el contacto, se entrevistó, acompañado de un amigo también mecánico, con el vendedor, en una esquina del centro de Pozos. Se pusieron de acuerdo en el precio y se cerró la transacción. El vendedor -del cual pudieron dar una descripción física muy completa- le ofreció un segundo celular más antiguo y de menores prestaciones (luego se sabría que era también propiedad de la víctima), que no le interesó.

El hecho de que el comprador del teléfono y su acompañante hayan sido mecánicos tuvo una importancia nada menor: como buenos conocedores de automóviles, informaron a la Policía que el sospechoso se había retirado del lugar a bordo de una camioneta cuya marca, tipo, modelo y color describieron con toda precisión.

Al mismo tiempo, al continuar la revisión de las cámaras de vigilancia, tanto las oficiales como las privadas, en todo el sector de Pozos y la Carretera 57, se descubrió otra grabación que mostraba el vehículo de la víctima ingresando a un establecimiento de esa zona, la mañana del miércoles, con únicamente el tripulante, donde permaneció varias horas y luego salió en cierta dirección. La revisión de otra decena de videograbaciones permitió establecer la ruta que siguió hasta ser abandonado en un solar baldío en las inmediaciones del fraccionamiento Las Mercedes, a espaldas del Seminario Mayor.

Este conjunto de testimonios visuales permitió observar al sospechoso de regreso a pie, cargando una tela color blanco, que luego arrojó sobre una banqueta. Hay un par de tomas donde ya es posible observarle el rostro y su vestimenta. Hay que tener presente que estos videos se conocen horas después de que habían sido grabados.

Ya con ese cúmulo de información, la corporación a cargo del comandante J. Guadalupe Castillo Celestino desplegó una veintena de células operativas, compuestas por varios agentes y vehículos cada una, en los puntos de mayor densidad de tráfico vehicular (Distribuidor Juárez, Alameda Juan Sarabia, Avenida Salvador Nava, etcétera) en busca de la camioneta descrita por los dos mecánicos. 

Así transcurrieron el jueves y el viernes, hasta que el sábado se detectó el vehículo en la zona oriente de la mancha urbana, se le dio alcance y se detuvo a su ocupante, que resultó ser el mismo individuo captado luego de abandonar el automóvil propiedad del joven Gancedo. En el momento de la detención llevaba consigo el segundo teléfono y la laptop de la víctima.

Por razones procedimentales y para evitar cualquier infracción al debido proceso, se le detuvo por el delito in fraganti de posesión de una pequeña cantidad de droga. 

Previamente, el miércoles al atardecer, se encontró el vehículo de Aurelio, en cuyo interior se hallaba su cadáver desmembrado, repartido en varias bolsas negras.

Ya detenido Juan Carlos “N”, con una imputación directa, se le tomaron sus huellas digitales, que coincidieron plenamente con las encontradas en las bolsas y la cinta canela que las envolvían, así como otras encontradas en el lugar donde se cometió el crimen la tarde del martes 21.

Aunque en un principio negó su participación en los hechos, cuando se le confrontó con todas las evidencias en su contra, el detenido confesó. Su declaración llena los huecos que aún había en la intensa investigación previa.

LO QUE MANIFIESTA

Durante su encuentro con el hoy occiso, la tarde del martes, surgió un desacuerdo entre ellos que se convirtió en discusión y siguió en un enfrentamiento a golpes. De mayor estatura y mucho más fornido, Juan Carlos “N” sometió a su oponente y lo asfixió con el brazo rodeando y oprimiendo su cuello desde su espalda. Es lo que en los medios de defensa personal se conoce como la llave china.

Una vez que causó la muerte de su agredido, permaneció más de hora y media pensando qué hacer, hasta que se decidió ocultar el cuerpo en el automóvil en que habían llegado, cubriéndola con una tela blanca que tuvo a su alcance. Abandonó el lugar donde se encontraba y se trasladó en el vehículo hasta unas milpas en la parte agrícola de Villa de Pozos, donde lo abandonó.

Se llevó consigo los teléfonos, la computadora y las tarjetas de crédito de la víctima. Dice que posteriormente se puso a “guglear” el nombre y al darse cuenta de que era alguien muy conocido y que ya había mucha gente buscándolo, decidió regresar al lugar donde había abandonado el vehículo con el cadáver. Se trasladó a un sitio que le garantizara privacidad y procedió a desmembrar el cuerpo, con el propósito de desviar las investigaciones hacia la delincuencia organizada. Es esta la incursión que fue grabada a su llegada y salida de ese lugar, y que permitió detectar dónde había abandonado por segunda ocasión el automóvil con su macabro contenido.

Ya con la indagatoria prácticamente concluida, habiéndosele integrado la carpeta de investigación correspondiente por los delitos de homicidio calificado, robo y no sé si algún otro, el domingo la Fiscalía General del Estado tomó una decisión correcta: convocar para el lunes por la mañana, con la mayor discreción posible, a familiares, amigos y compañeros cercanos a Aurelio a una reunión informativa donde se les mostraría todo el trabajo policial, sus conclusiones y se haría de su conocimiento que unas horas después se procedería a poner al detenido a disposición del juez y ofrecer una rueda de prensa para informar al público lo procedente.

Enterado de este propósito, el gobernador Juan Manuel Carreras pidió al fiscal Federico Garza Herrera y al comandante Castillo Celestino que la reunión se efectuara en la Casa de Gobierno porque él deseaba estar presente. Así se hizo.

Permítaseme una reflexión adicional sobre los efectos prácticos, no necesariamente positivos, del Nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, que es extremadamente garantista, es decir, que protege al máximo las garantías de los acusados, sin flexibilidad alguna ante la naturaleza, gravedad, circunstancias y alcances de los delitos que se les imputan: desde el lunes corren versiones de que este no sería el primer crimen de Juan Carlos “N”; que ha cometido antes otros varios delitos, entre los que pudiera haber homicidios. Para las autoridades, una manera eficaz de saber sí hay algo de eso sería la publicación sin tachaduras de su fotografía con nombre completo y media filiación. Imposible. El NSJPA considera eso violatorio de garantías y del debido proceso. Qué cosas.

Cierro con un comentario -creo recordar que ya lo publiqué antes- que me hizo hace algunos meses un buen amigo experto en temas de seguridad y desempeño de corporaciones policiacas. Palabras más palabras menos me dijo “Si de mí dependiera, yo pondría la mayor parte de los recursos humanos y financieros dedicados a la seguridad de los potosinos en manos de Castillo Celestino, que es el único que sabe lo que está haciendo”. Dudo que tal cosa ocurra, sobre todo con el Caco tan perrunamente defendiendo a su damo de compañía Pineda.

Hasta el próximo jueves.