Y PUEDE EMPEORAR
Producto de una larga cadena de sucesos desafortunados, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona no está pasando por su mejor momento político. Esta es la manera suave de decirlo. Otra menos complaciente sería afirmar que está viviendo horas sombrías -igual, políticamente hablando- que en su mayoría él mismo ha causado.
El panorama se le comenzó a ensombrecer hace mes y medio. Nada impone la fatalidad de que las cosas le empeoren, pero para que eso no ocurra, tendrá que hacer un gran esfuerzo de autocontención, de moderación en el uso del poder y, sobre todo, en la acumulación de riqueza. Hoy por hoy parece no entenderlo.
Es razonable ubicar el inicio de esta mala etapa el 13 de diciembre, cuando un obsequioso Congreso le aprobó su Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos para el ejercicio 2025, que contenía, y contiene, algunas agresiones a los bolsillos de los contribuyentes. La más escandalosa fue el incremento en el costo de la tarjeta de circulación, que repercutió en el concepto impositivo de Control Vehicular.
La principal reacción de inconformidad se dio en las redes y en medios electrónicos de distinto calibre. El intento de controlar los daños fue estéril, sobre todo porque las explicaciones que se ofrecieron no honraban la verdad. El asunto podía haberse atemperado y encausado hacía algún tipo de arreglo, pero ante los cuestionamientos públicos Gallardo Cardona perdió los estribos y cometió un error garrafal: amenazó con reprimir vía denuncias penales a sus críticos.
Por ese preciso motivo, el tema escaló y abandonó las fronteras estatales. El 9 de enero fue motivo de una pregunta concreta a la presidenta Claudia Sheinbaum, quien le envió un mensaje claro y contundente al mandatario potosino: "en materia de libertad de expresión, prohibido prohibir", le dijo ante el micrófono que tiene alcance nacional. También hubo un coherente llamado a la responsabilidad profesional de los medios.
El problema con los males es que, como dice la sabiduría popular, nunca vienen solos. A RGC se le amontonaron. El 18 de diciembre el mismo Congreso vasallo le aprobó su peculiar iniciativa para reformar el Poder Judicial del Estado. Su objetivo mal disimulado era colonizar por completo esa instancia, de forma incluso más radical y grotesca que como lo viene haciendo el Ejecutivo Federal.
Aquí no hubo mensajes públicos sino llamadas telefónicas y presiones tan discretas como enérgicas, y escasos cuatro días después el mismo vergonzante Congreso sesionó para recular. Sin duda que este coscorrón de la federación fue peor que el de "prohibido prohibir", pero impactó menos por no ser tan público. Si alguna expresión verbal hubiera acompañado la operación que desmanteló el agandalle gallardista, podría haber sido "No se pase de rosca, señor gobernador".
No se calmaban las aguas procelosas cuando el 14 de enero una boutique muy exclusiva del poniente de la ciudad fue robada. Cosa de 24 horas después una muy oronda secretaria de Finanzas salió a posar con el empresario afectado, para entregarle ante los medios un cheque gigante por 350 mil pesos, para resarcirle algo de lo que le fue hurtado.
Apenas arreciaban las críticas por semejante despropósito cuando el director del Sifide salió a informar que también se le había autorizado al empresario de marras un crédito por 650 mil pesos. Todo en un par de días, cuando lo normal es que esa clase de empréstitos -supuestamente para emprendedores de bajos recursos-, tardan meses en autorizarse. La madriza en redes también fue brutal, y otra vez se quiso acotar el perjuicio a base de mentiras.
Sobre el particular, medio mundo se pregunta si el beneficiario de estos derroches del dinero público es el potosino más afortunado que existe, o si tiene padrinos que lo apoyan mucho o si tiene socios a los que no les gusta perder ni una corcholata.
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MÁS DE LO MISMO
Por las mismas fechas, luego de que se anunciara con bombo y platillo que la iniciativa presidencial para crear la Universidad Rosario Castellanos tendría en San Luis Potosí uno de sus primeros y más decididos respaldos, otro descalabro doloroso para la administración gallardista se hizo presente. Antes de siquiera comentarlo con los padres de familia y los maestros de dos entrañables y antiguos planteles, el incompetente secretario de Educación del Estado anunció que alumnos y docentes serían cambiados a quien sabe dónde y quién sabe cuándo para hacerle lugar a la nueva institución.
Se le armó la tremolina; hubo protestas y bloqueos, pero las piernas se le empezaron a aflojar cuando los paterfamilias gritaron que cómo sí tenían para construir la Arena Potosí y no para instalaciones educativas. Y a recular otra vez (ya le están agarrando gusto).
El 8 de enero, el gobierno del estado convocó a una reunión sobre seguridad pública, a la que estuvieron invitados los 59 alcaldes. Ocho de ellos no acudieron a la cita. Es hora que no se sabe con certeza si fue por baquetones o tuvieron impedimentos reales. Como quiera que sea, RGC se molestó mucho ante semejante desacato, pero en lugar de hacer algún extrañamiento o imponer alguna sanción a los remisos, anunció públicamente medidas de represalia que a quienes dañan es a los 270 mil potosinos que habitan esos municipios. Quizá se haya enojado tanto porque seis de los ausentes son sus supuestos aliados políticos que militan en los partidos Verde y del Trabajo. De ninguna manera este suceso habla bien de la lucidez de quienes detentan el poder en estas abnegadas tierras.
Casi al mismo tiempo, afloró en los medios de comunicación la desaparición de la artista Daniela Martell, de la que todavía no se sabe nada con certeza. Sin embargo, el lamentable suceso dio píe a que la fiscal General del Estado, doña Manuelita, cometiera el que quizá sea su peor desliz en su larga trayectoria en el servicio público. No voy a repetir lo dicho que entraña una grosera revictimización de Daniela y los suyos, pero sí diré que sigo convencido de que Manuelita no dijo lo que dijo por su cuenta y riesgo, sino que acató órdenes superiores (que en estricto sentido no pueden darle órdenes, pero hágaselos usted entender).
Desde hace más de tres meses, el Tribunal Estatal de lo Conciliación y Arbitraje (TECA) decidió por sus pistolas -pero sin duda alguna por instrucciones de la superioridad- no tomar nota de la reelección de Bernardina Lara como secretaria general del SUTSGE. Esto equivale a no reconocerla como lideresa y representante jurídica de esa agrupación gremial. Ante eso, Nina y su sindicato acudieron al juicio de amparo, que ya ganaron. Si el TECA no acata el mandato del juez federal, corre el riesgo de sanciones que cada vez serán más severas. Así, lo que se pudo haber hecho en una mesa de negociación, ahora le ha sido impuesto al gobierno gallardista por un tribunal. Diría el clásico: "Pero qué necesidad".
El espacio ya no alcanza para el recuento exhaustivo de desventuras, pero algo recuperaremos en columnas posteriores. Por ahora, no puedo irme sin hacer referencia a otros posibles descalabros para la administración gallardista que se están cocinando. Uno de ellos viene a ser la impugnación que vía Controversia Constitucional anunció ya un par de ocasiones el alcalde Enrique Galindo, para nulificar el decreto -otro obsequio del miserable Congreso que tenemos- que cambia el uso de suelo en la Zona Industrial en favor del Gobierno del Estado, a través de la Sedeco. Si la derogación se logra, la administración gallardista perderá una jugosa fuente de ingresos.
Tampoco quiero dejar de destacar el fenómeno ya vislumbrado hace tiempo pero que cada vez se hace más presente. Me refiero a esa actitud de aventar la piedra y esconder la mano. Lo vimos claramente con la propuesta de introducir dos nuevos impuestos. El Ejecutivo perdió entereza y ordenó a una de sus legisladoras afines que la presentara como si fuera propia. En la misma línea se inscribe el hecho de que el todavía inexplicable e ininteligible apoyo económico al dueño de la boutique robada haya salido a entregarlo con su chequesote la secretaria de Finanzas, cuando todo mundo sabe que no paga o eroga nada que no le ordene clara y puntualmente Gallardo.
COMPRIMIDOS
El secretario de Seguridad Pública del Estado, José Luis Ruiz Contreras, declaró en días pasados a Pulso que al reclusorio femenil de Xolol, en Tancanhuitz, solo son trasladadas reclusas que ya han sido sentenciadas. Para desvanecer la sólida sospecha de que está mintiendo, bastaría con que nos hiciera el favor de publicar cuántas de las ciento y pico de internas que actualmente se encuentran en aquella cárcel están ya sentenciadas y cuantas siguen siendo procesadas. Muy difícil no ha de ser.
Decidido a confirmar su bien ganada fama de adicto a la improvisación, a la falta de profesionalismo y los nombramientos más absurdos, este gobierno nos obsequió el pasado lunes otra perla invaluable. Interrogado sobre quién sería el nuevo presidente del Patronato de la Feria Nacional Potosina, Lupe deslumbró con la sapiencia atrás de la designación: "Es un joven potosino que tiene mucha presencia entre todos nosotros, es amigo; es Fernando Rojo Ocejo...". Con esas calificaciones ni qué decir. Igual pueden mañana nombrarlo director del Hospital Central.
Aunque lo que realmente dispone la última resolución de un juez federal en relación con la declaratoria de área natural protegida de La Joya Honda es que se reponga el procedimiento y se tome en cuenta a los ejidatarios, el muy volado alcalde de Soledad ya dio por concluido y ganado el litigio, por lo que según él en cuanto el Gobierno del Estado quiera puede erigir en ese lugar un cristo monumental. Al respecto lo primero que hay que decir es que ya se ve muy difícil que encuentren dinero para financiar el proyecto. Y luego, que si lo han de hacer, que no sea el de la maqueta conocida, donde la imagen parece estar afligida esperando que le avienten un bulto de cemento.
La memoria no alcanza para recordar un líder diputadil más incompetente que Héctor Serrano, quien todos los días se empeña en ganarse sin regateos el mote de inútil. En ninguna de sus deplorables versiones anteriores el Congreso potosino había cometido tantas pifias como en los últimos cuatro meses, bajo la batuta -en teoría, no en los hechos- del bueno para nada que llegó con fama de ser un hibrido de Maquiavelo, Churchill y Mandela. Simple apantallapendejos, dirían en el barrio.
En memoria del buen amigo y mejor potosino Juan Dibildox, a quién le tengo un afectuoso reclamo: ¿Cuál era la prisa?
Hasta el próximo jueves.