Ya no sé ni cómo sentirme aparte de sana
Ya no sé en qué momento podremos hablar de lo común y corriente sin usar cubre boca
Y cuándo dejaremos de hablar desde el pesimismo sin que el optimismo suene tan forzado; cuándo podremos volver a lo bueno y acariciar lo mucho o poco hasta hoy conocido.
Me cuestiono si tendremos que optar por olvidar la vida tal y como la conocemos, para repatriar el alma a un territorio desconocido.
A una tierra no anticipada en ningún versículo o parábola teológica
Quiero dejar de hablar con el decálogo que predice la muerte
Y sacudirme las noches que anteceden a las cifras del día siguiente
Quiero dejar de dar condolencias y de rastrear los últimos rumores sobre cambios en el ADN o en el intelecto matutino que oscurece nuestros amaneceres.
Me empieza a inquietar este mundo amordazado que vive en calabozos de gran turismo o de cinco, o menos estrellas.
Me asusta aquello que prefiero dejar de nombrar, que no quiero ver pero que amenaza con salir del clóset en donde habita la turba, la ineficacia y la falta de empatía social.
Me refugio en mis manos que patalean letras y palabras en las pantallas de realidades ajenas, bidimensionales y efímeras.
Sueño con esqueletos de carne y hueso que se sientan a la mesa, se visten como si fuera la última vez y bailan y cantan en fiestas “clandestinas”. Ésas que el Gran Hermano tiene prohibidas y ésas, que el mismo hermano celebra en su domicilio conocido.
Quiero dejar de respirar contagios latentes, vidas en peligro, viejos en riesgo, y distancias inmundas. No quiero saber de ventas nocturnas de servicios funerarios ni de registros civiles o crematorios saturados. No quiero conocer a los nuevos emprendedores que hacen su agosto con las nuevas start-ups del siglo XXI del año 2021.
Divago entre la fe tradicional en potestades divinas, mitologías modernas y el namasté.
Ansío dejar de contorsionar mis dedos formando mudras o señas o obscenas, implorando con laberínticos sutras, la vuelta al equilibrio global
Me uno a la plegaria humana por encontrar la paz, la salud y el bienestar de todos los habitantes del planeta
Hoy, quisiera creer que los milagros son posibles.