El Día de Muertos más triste
Por primera vez en 131 años, los cementerios municipales de la ciudad permanecieron solos, luego de la coincidencia de la celebración del Día de Muertos y la víspera de Todos los Santos con las medidas restrictivas derivadas de la pandemia de coronavirus. El cementerio municipal El Saucito fue inaugurado en 1889 y, desde entonces, nunca había parado actividades en su totalidad.
Es más, es el primer año en el que los deudos de aquellos que fallecieron por la llegada del nuevo virus, no acuden a honrar a sus muertos, por restricción de las autoridades y ante el temor de riesgo de contagios.
A diferencia de todos los años anteriores, esta vez permaneció tranquilo el exterior de la avenida Fray Diego de la Magdalena, sin el habitual tráfico vehicular propio de las fechas conmemorativas, ni los más de 800 comerciantes ambulantes que suelen obtener permisos para vender casi todo tipo de mercancías.
No había vendedores de frutas, yogurt, pan, tacos rojos, enchiladas potosinas, pollo frito con papas, molotes, molletes, tostadas tradicionales, tostadas borrachas, flautas, gorditas de horno, gorditas de vainilla, tortas o rebanadas de pizza.
Tampoco aparecieron los vendedores de ropa, ni los promotores de servicios funerarios, ni aquellos que llevan mercancías relacionadas con las ofrendas a los muertos. También se ausentaron los aparatosos operativos policiales y los inspectores de Comercio de la alcaldía de la capital. No llegaron los Bomberos, ni Protección Civil ni la Cruz Roja.
En la avenida Constitución, frente al cementerio municipal Españita, la situación fue igual de contrastante. Sólo permanecía en el lugar un puesto de antojitos completamente abarrotado, y una señora trataba de vender la gran cantidad de flor de Cempasúchil que no llegó a los clientes de antaño.
Esta vez, ya nada fue igual.
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