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El tránsito de San Luis al siglo XX urbano (VIDEO)

Por PULSO

Noviembre 01, 2021 03:00 a.m.

La icónica “Casa de los Flamencos” se ubica en una colonia que por sí misma es testigo de la transformación de San Luis Potosí. Es ahí, en la Colonia Moderna, donde se refleja la transición del San Luis Potosí post revolucionario al San Luis Potosí moderno.

La colonia Moderna se desarrolló al inicio de los años 40 en lo que antes fueron quintas o huertas porfirianas propiedad del hacendado y empresario asturiano Felipe Muriedas Fox, cuyos descendientes vendieron el terreno a inversionistas y éstos decidieron convertirlo a finales de los treinta en lotes y venderlo con fines inmobiliarios.

Jesús Victoriano Villar Rubio, ex director de patrimonio de la Secretaría de Cultura en el estado, junto con un equipo de expertos, se dio a la tarea de recabar testimonios hemerográficos y vivos de esta particular colonia y sus conclusiones quedaron plasmadas en el libro publicado por la Secretaría de Cultura: “Colonia Moderna, un espacio de seducción”.

Quienes decidieron invertir en este proyecto de urbanizar un área de huertas camino a Tequisquiapan fueron principalmente los señores Constantino Villalobos, Roberto García y Herculano Piñero.

EL PASO A LA MODERNIDAD

Las primeras edificaciones tienen un estilo arquitectónico colonial, una línea en boga a partir de que México busca un estilo nacional y recurre a la arquitectura barroca, que promueve el secretario de Educación de aquella época, José Vasconcelos.

En estas primeras viviendas, que además de ser de mayor área que otras, se pueden percibir elementos identitarios también de San Luis Potosí, como el uso de cantera y piedra.

Posteriormente, cerca de la década de los 50´s aparece el estilo moderno traído a San Luis Potosí de Europa a través de Estados Unidos.

Villar Rubio detalla que en estas viviendas se percibe el cambio de estilo de vida, las casas de patio central predominantes todavía durante el siglo XX se convierten en una vivienda compacta y cerrada rodeada por jardín, se agrega un hall o estancia que distribuye la casa; aparecen los clósets, las alacenas y desaparecen los roperos

También el baño deja de estar al fondo de las viviendas y se traslada a las recámaras con la aparición de los muebles de baño, que impiden los malos olores. Fueron las primeras casas construidas sistemáticamente con inodoro. 

Asimismo, hicieron su aparición una serie de “novedades”, como las cocinas integrales con despensas exprofeso, las salar de estar o “living room”, los salones fumadores, los jardines circundantes de los inmuebles, pero sobretodo las cocheras, pues los automóviles fueron sinónimo de estatus social. Varias de esas casas se construyeron con techos de dobles alturas, escaleras de mármol, así como canceles y librerías de ebanistería.

Los electrodomésticos también modifican el espacio en la cocina, la estufa de gas sustituye los fogones de leña y se le hace espacio al refrigerador. En las calles también son perceptibles dos tipos de viviendas, las que son edificadas para sus propietarios y también grupos de construcciones repetidas, para arrendar.

EL SENTIDO DE COMUNIDAD

Un recuerdo común de quienes cruzaban por la colonia para ir a la escuela o la universidad es ver a los flamencos caminando en el jardín que rodeaba la casa ubicada en la calle de Francisco de P. Mariel, mejor conocida como la casa de los flamencos. Lo que también refleja el nivel socioeconómico de quienes habitaron ese sitio.

Los recortes de la época recolectados por el equipo que desarrolló la investigación sobre la colonia, revelan que entre los vecinos había camaradería, incluso se llevaban a cabo concursos y acuerdos para desarrollar otro tipo de festividades.

Luego, se puso de moda que los jardines de algunas residencias estuvieran habitados por aves exóticas, mención especial merecen los flamencos de la casa de los señores García Maldonado, en la calle de Miguel Acosta esquina con Francisco de P. Mariel número 130. Las aves llegaron del sureste mexicano y fueron la “seducción” de varias generaciones de potosinos, quienes hacían excursiones para admirar su grácil silueta y llamativo colorido por el jardín. De igual manera en los jardines se plantaron alcatraces, gladiolos, espadas de rey, ave del paraíso, así como exóticas enredaderas, creándose con ello seductores espacios, los cuales merecen recuperarse.      

A diferencia de los desarrollos habitacionales actuales la Colonia Moderna, mantiene su sentido de comunidad, su espacio abierto y de cierta forma integrado a la ciudad por su ubicación entre avenidas principales, permite el paso de transeúntes que no necesariamente habitan la zona, además permitía la socialización con el vecino.

Lo que no ocurre con los desarrollos con conceptos privados o cerrados, “la ciudad no estaba acostumbrada a ser de esa manera, antes había una libertad”, lamenta el experto en arquitectura. “No sé si por exclusividad se empezaron a hacer estas cerradas; se da a todos los niveles, son como guetos con murallas circundadas”, que rompen el esquema de poder disfrutar de las vistas de la ciudad.

UNA COLONIA EN RIESGO

Aunque la mayoría de las viviendas de la Colonia Moderna siguen habitadas, algunas han sido abandonadas y sufrieron destrozos por su inutilización, otras no han corrido mejor suerte, como la ubicada sobre Tomasa Estéves, próxima a la Facultad de Derecho, que fue derribada para construir en su lugar un estacionamiento.

Esto se debe a que fincas como éstas no tienen protección patrimonial de ninguna autoridad.

“No hay una ley que regule este tipo de fincas del siglo XX. El INAH y su ley de 1972 protege hasta 1900 y estas casas quedan fuera de esta legislación; habría que ampliar los años o definitivamente hacer patrimonio esta zona de la ciudad porque la Ley de Cultura sí protege áreas patrimoniales de 50 años atrás, sugiere Villar Rubio.

De no protegerse, estas viviendas podrían tener el mismo destino de las que han sido derribadas en la avenida Carranza.

Jesús Villar Rubio, sugiere que, si bien no todas las viviendas pueden utilizarse con fines habitacionales, pueden ser reutilizadas como oficinas o consultorios, como ha ocurrido con las más grandes, para conservar la arquitectura que tienen.