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Constructores de un colector pluvial en el surponiente de la ciudad, dejaron apenas unos centímetros de oquedad para el paso de agua pluvial que viene en caída libre desde más de quinientos metros de distancia. El colector taladrado con una pieza de acero de 40 centímetros y mangueras conductoras de energía, será el desfogue de agua de un antiguo arroyo, señaló Adolfo López, vecino de la zona.
El espacio libre cuenta con un nivel de calle que baja a una cavidad de diez centímetros para que pase el agua y veinte centímetros por debajo, condición que taparía el colector incluso con una rama, un palo o una bolsa de cartón de cemento y produciría una inundación o incluso rompería el pavimento.
Explicó que si los constructores no retiran el tapón ubicado en las proximidades de la Plaza San Luis, “se hará un desmadre”, y “se van a gastar otros veinte millones de pesos en volver a abrir todo, dejar pozos de visita y quitar el estorbo.
“A la hora de que se tape eso, se va a rellenar todo ese cárcamo y va a reventar, porque la fuerza del agua es brutal, reventará hacia arriba, se abrirá la calle, reventará hacia los lados y otra vez abrirán para gastar otros veinte o 30 millones de pesos en arreglar una pendejada que ahorita cuesta a lo mejor 200 mil pesos… es increíble”.
Explicó que pareciera ser que eso lo diseñó un carpintero, un electricista o una persona de otro oficio que no conoce la ingeniería hidráulica.
