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VIDEO: De ruedas Históricas

Por Rubén Pacheco

Abril 17, 2021 03:00 a.m.

Así como la Catedral Metropolitana luce monumental de día y de noche, no solo por su arquitectura, sino por su historia centenaria, en diferentes localidades de San Luis Potosí existen joyas históricas de dos ruedas, un manubrio, pedales y cadena, que en los últimos años han podido darse a conocer a la población local y nacional, debido a la labor del Club Potosino de Bicicletas Antiguas.

Fundado el 18 de julio de 2011 por Manuel Leija, la agrupación comenzó con el objetivo de “desempolvar” los biciclos viejos, arrumbados o de los abuelos, y darles una segundad oportunidad de uso.

A los 12 años Manuel arreglaba bicicletas y adquiría cuadros en mercados con ayuda de su tío. Con el paso de años consolidó su taller, teniendo diferente clientela, entre ella un trabajador de la construcción, a quien le compró una Phillips gran turismo o lechera de 1969.

Dicha adquisición dio pie a que decidiera emprender una idea: conformar un club enfocado a la restauración, promoción y exhibición de esos vehículos antiguos. Su primer paso fue preguntar en la página de Facebook del colectivo Vida Sobre Ruedas si existía alguna organización con esa finalidad.

La respuesta fue un rotundo no, sin embargo, de la mano de Benny Velázquez y Paloma Lozano, quienes le respondieron que tenían una Hércules de 1979 y una de 1960, respectivamente, inició la travesía de rememorar la historia a través de la bicicleta.

Así, surgió la primera generación fundadora que cimentó los orígenes del Club, que a diferencia de otros colectivos del país, ha logrado consolidarse. En la actualidad, está organizado por un segundo grupo de personas: Elizabeth Morquecho, Jacobo Irurzo y Oscar Alberto Acosta Villaseñor, quien funge como presidente.

La primera bicicleta en SLP 

Entre los grandes hallazgos históricos del colectivo, se encuentra una bicicleta lechera de reparto en Charcas, cuyo propietario desconocía que el ejemplar fue la primera en salir a la venta en Estados Unidos, por parte de la cadena comercial Sears.

El dueño la vendió al hijo del directivo de la compañía estadounidense, quien se trasladó hasta la cabecera municipal charquense. El contacto se logró cuando el ciclista la llevó a una exhibición de bicis antiguas en la Ciudad de México.

Otro descubrimiento fue una Víctor de 1897, que, según registros históricos, es la primera en llegar a San Luis Potosí, después de que el ferrocarril se detuvo por fallas mecánicas. Ante ello, un comerciante adquirió el lote completo, y así comenzó la historia del biciclo en territorio potosino.

En la tarea de recopilación, el Club Potosino de Bicicletas Antiguas dio con una bici de cardán o sin cadena, de 1895, para mujer, considerada como la más antigua de la República Mexicana; un velocípedo o vehículo de llanta trasera pequeña y llanta delantera grande; y un triciclo de madera como el de la Casa de la Cultura.

Aunque no todo ha sido con una intención genuina de utilizar la bicicleta con la finalidad de favorecer la salud y el medio ambiente, en los últimos años surgió un movimiento por adquirir las llamadas vintage, que favoreció la restauración de las bicis “lecheras” y la adhesión de nuevos integrantes de la agrupación.

En entrevista, Oscar Alberto describe que, en diversas localidades y municipios del estado, ha logrado adquirir ejemplares raros por su estructura y forma, dos en La Escondida en Rioverde y otra en Charcas.

Contrasta que en décadas pasadas San Luis Potosí fue un pueblo bicicletero, pero en la actualidad predomina el uso del automóvil, lo cual ha hecho que desaparezcan los espacios para que los ciclistas se movilicen.

“Invitar a la gente que usa carro, que respeten a los ciclistas como nosotros los respetamos a ellos. Que se den la oportunidad de andar en bicicleta, hay mucha gente desinformada de cómo vive un ciclista”, dijo el joven entrevistado.

Destaca que en La Escondida son pocos los vehículos automotores, pues la mayoría de los habitantes se trasladan en bicicleta, y es tanto el aprecio e importancia de la misma, que los propietarios rotulan sus nombres en los sillines.

“No es forzosamente comprar una bicicleta nueva, sino optar por adquirir las piezas e irla armando, entendiendo y agarrarle cariño por usar la bicicleta. Si tú te quieres dar la oportunidad de usar la bicicleta, puedes ir por los fierros o recuperar una bicicleta abandonada”, dijo. 

A su vez, Jorge Arroyo, miembro del Club, comenta que desde hace 10 años se enfoca en coleccionar las denominadas “balonas”. Aunque a los 15 años tuvo una Búfalo, propiedad de su padre, más por suerte que por iniciativa, tiempo después comenzó a valorar la importancia de su antigüedad.

Agregó que entre sus “pequeños tesoros”, como él las llama, se encuentra una de 1940 con un valor estimado de entre 25 mil a 30 mil pesos, que, de a poco se constituyó añadiéndole complementos genéricos, pero sobre todo originales. 

“He tenido suerte de encontrar bicicletas en buen estado o que haya algún problema porque son muy antiguas. Te ayudan a estar mejor de salud, te ahorras dinero. Yo a pesar que tengo mi trabajo y ahí más o menos la llevo, pues son mil 500 o hasta 2 mil pesos que te ahorras al mes”, enfatizó. 

Independientemente de promover la restauración y buscar el valor histórico en cada refacción, los ciclistas conminan a montar bicicleta con la intención de recobrar las memorias del abuelo, los raspones en la niñez o la colocación de una botella de plástico en la llanta trasera para que sonara el “motor”, ya que con cada pedaleo se hace historia para las nuevas generaciones.