Con Actitud
cuentología cale agundis
T ransformando las penas en fortalezas.
Gregorio Marañón afirmaba que, si las penas no mueren, se les mata. Este proceso, sin duda, requiere actitud, fe y amor propio. En la vida, muchas personas eligen ahogar sus sufrimientos en el alcohol, el tabaco o la depresión. Sin embargo, estas soluciones suelen ser peligrosas y poco efectivas. Cuando una pena te ataca, querido, es esencial cambiar el “switch” de tu mente. Hablamos de las dietas mentales, donde la clave radica en la percepción: si no está en tu mente, no está en tu vida. Es común escuchar la frase “no es fácil dejar de pensar en esto o en aquello”. Es cierto, no es fácil. Hay penas que se clavan en el alma como espinas, que se convierten en dagas en la piel o que se adhieren como recuerdos persistentes en la mente.
Algunas personas son inolvidables, dejando una huella difícil de borrar. Pero aquí está la clave: cambia la ubicación de tu pena. En lugar de dejarla atormentarte, canalízala de la mente al corazón y encríptala allí. Con el tiempo, notarás que se va desvaneciendo.
Las penas se pueden matar con el olvido y la indiferencia. Una técnica útil es el “ho’oponopono”, un antiguo método hawaiano de sanación. Mientras repites sus mantras, inhala y exhala: “Lo siento, perdóname, te amo y gracias”. Este ejercicio no solo libera a tu mente, sino que también redime a tu corazón de manera efectiva y hermosa.
La transformación de las penas en fortalezas es un acto de valentía. Cada vez que decides soltar lo que te lastima, te acercas a una versión más fuerte y resiliente de ti mismo. Recuerda que las dificultades son parte de la vida, pero no deben definirte. ¡Adelante, con actitud!