Público de la Ópera de Viena se entrega a Plácido Domingo

Interpreta a Macbeth de Verdi

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Público de la Ópera de Viena se entrega a Plácido Domingo

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Viena.- La Ópera de Viena se rindió ayer sin condiciones ante Plácido Domingo, confirmando que el público y los teatros europeos están reaccionando ante las acusaciones de acoso sexual contra él de forma muy diferente a las cancelaciones de actuaciones y relaciones en Estados Unidos.

Domingo ha sido recibido con ovaciones en Salzburgo, Zúrich, Moscú y, ahora, Viena, una entrega incondicional en comparación con la mala racha en Estados Unidos, donde ha visto como varios escenarios retiraban su nombre del cartel, e incluso cómo terminaba su etapa como director general de la Ópera de Los Ángeles.

Domingo interpretó anoche el papel protagonista en el Macbeth de Verdi, un papel que nunca había interpretado en la Ópera de Viena, y el mismo que iba a cantar en el montaje que canceló el pasado mes el Met Opera de Nueva York tras las acusaciones anónimas de acoso sexual formuladas por 20 mujeres en su contra.

Con todo, Domingo, mostró su habitual respeto por el público en general.

“El público es extraordinario en todas partes, y lo sería en cualquier teatro si hay unas funciones a este nivel”, dijo Domingo a Efe en Viena, una ciudad donde, añadió, “el público es muy especial”.

BRAVOS Y APLAUSOS

Todas su intervenciones, pero especialmente sus arias protagonistas, en el tercer y cuarto acto, generaron sendas salvas de bravos y aplausos que presagiaban lo que se vio al final de la función.

Tras bajar el telón, la Ópera de Viena dedicó al cantante español una ovación que durante unos veinte minutos lo tuvo regresando al escenario una y otra vez a saludar un público que no le quería dejar ir.

NO CREEN ACUSACIONES

“No creo en lo que han publicado de él”, afirmó a Efe durante la pausa Lourdes, una mexicana de visita en Viena.

Sobre la diferente reacción entre los teatros estadounidenses y los europeos, opinó que “es mucho más culta la gente en Europa que en Estados Unidos”.

Christine, una vienesa que acude con asiduidad a la Ópera de Viena, argumentó por su parte que hay que diferenciar la vida privada de la artística.