5 de junio

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El día de ayer conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente, principalmente con presencia digital a causa de la contingencia que todavía seguimos viviendo, sin embargo, el COVID-19 no maquilla el verdadero significado del día.

Fue el 15 de diciembre de 1972, cuando la Asamblea General de la ONU, consciente de que la protección y el mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo económico del mundo designó el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente para marcar el inicio de la Conferencia de Estocolmo sobre el Ambiente. 

En muchos países esta efeméride brinda una oportunidad de firmar o ratificar convenios internacionales y, algunas veces, conduce al establecimiento de estructuras gubernamentales permanentes relacionadas con el manejo ambiental y la planeación económica.

Actualmente el Día Mundial del Medio Ambiente es el principal motor de las Naciones Unidas para impulsar acciones que promueven la sensibilización por la protección y el cuidado del entorno. A lo largo de los años creció hasta convertirse en una plataforma mundial que se reconoce en más de 100 países.

Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una oportunidad global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades, lideres, figuras publicas y ciudadanos normales, como usted y yo, en torno a un asunto ambiental apremiante: la emergencia climática.

El bienestar de la humanidad va ligado con un medio ambiente sano y sostenible, este a su vez dependen en última instancia de la gestión responsable de los recursos naturales del planeta. La evidencia es que se están consumiendo más recursos naturales de lo que el planeta puede proveer de manera razonable. De ahí la importancia de recodarlo día con día.  Muchos de los ecosistemas de la Tierra están cerca de los puntos de inflexión críticos de agotamiento o cambio irreversible, empujados por el alto crecimiento de la población y el desarrollo económico.

Más de 20 millones de hectáreas de bosques se pierden en el mundo anualmente, ello sin incluir las grandes extensiones que son degradadas por prácticas forestales destructivas, sobre aprovechamiento forestal, contaminación, sequías, minería, entre otros.

El planeta ha perdido alrededor del 33% de sus ecosistemas naturales en los últimos 30 años, al tiempo que la presión sobre la tierra se ha incrementado en más del 50% durante el mismo período de tiempo, principalmente debido al aumento en los patrones de consumo sobre los recursos naturales renovables y la contaminación.

Tan solo el año pasado, el ‘Reloj del Apocalipsis’, que se define cada año por científicos y expertos que evalúan los riesgos globales, adelantó su reloj de dos minutos a 100 segundos de la medianoche, lo más cerca que ha estado la humanidad del ‘Armagedón’ desde 1953 cuando Estados Unidos y la Unión Soviética detonaron por primera vez bombas de hidrógeno. Tic Toc. 

Pero no es el único escenario deplorable que dejó ese mismo año, alcanzamos en menos tiempo de lo esperado el overshoot (sobrecapacidad) del planeta tierra, es decir al 29 de julio del 2019 los humanos ya habíamos agotado los recursos naturales de todo el año; Agua, alimentos, madera, combustibles fósiles, emisiones de carbono. 

Hoy en día, la humanidad agota las riquezas que genera la Tierra hasta 175 veces más rápido de lo que el ecosistema es capaz de regenerar.

¿Y qué pasa aquí? Pues si confiamos en nuestras autoridades ambientales, diré con sarcasmo que hay que agradecerle (con todo y reverencia) a la SEGAM y su titular, que en nuestra amada ciudad contamos con aire puro y limpio que respiran constantemente nuestros pulmones, que publica y divulga el índice de su calidad de forma constantemente por todos los medios existentes al grado tal que sí llegan en forma asequible a toda la población, lo que sabemos gracias a un extraordinario sistema de monitoreo de la calidad del aire instalado, además de encabezar una política ambiental de calidad que realiza reforestaciones planeadas y supervisadas, junto con las bitácoras que acreditan el cuidado, protección, seguimiento y subsistencia de más de 10 millones de árboles que dice plantó la presente administración, aunado al fomento del cuidado del arbolado urbano, porque “acertó” en las campañas de difusión constantes y accesibles a toda la población, en las que se explica que estos ayudan a purificar el aire y mitigar el calentamiento global en la ciudad. 

Sin olvidar que gracias a sus buenos oficios, intervino para que la Sierra de Álvarez y la Sierra de San Miguelito contaran con su plan de manejo y decreto de creación respectivamente, lo que garantiza su delimitación y protección eficaz.

Una verdadera utopía…  La humanidad continúa enfrentando dos peligros existenciales simultáneos: la falta de sensibilización y el cambio climático.

Delírium trémens.- Suscribo este tuit: “#DiaMundialDelMedioAmbiente y en este México de hoy que apuesta por refinerías, trenes en la selva y el desmantelamiento sistemático de las instituciones responsables de cuidar el ambiente, no hay nada que celebrar.”

@luisglozano