9 de julio

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El próximo 9 de julio será una fecha muy importante para el país por conmemorarse el “Día del Árbol en México”. Efeméride ambiental instaurada desde 1959 por el presidente Adolfo López Mateos que mandató hacerlo el segundo jueves del mes de julio. A nivel mundial la conmemoración ocurre cada 28 de junio.

Ambas efemérides ambientales representan una jornada para reflexionar sobre la importancia de los árboles en el mundo y fomentar acciones de protección, conservación y restauración. Nosotros en Cambio de Ruta siempre hemos tenido un interés especial por el Arbolado Urbano.

Los árboles urbanos juegan un papel fundamental en las grandes ciudades del mundo, es precisamente por este rol, que se le rememora anualmente para no olvidar los beneficios que nos ofrecen al mejorar nuestra calidad de vida. 

Pero ¿por qué se le debe dar importancia a esta efeméride? Un árbol, en un año, inhala un promedio de 12 kilogramos de bióxido de carbono (CO2) y exhala oxígeno suficiente para una familia de cuatro personas. Una hectárea de árboles puede absorber 6 toneladas de bióxido de carbono al año.

Los grandes árboles de las ciudades son excelentes filtros para los contaminantes urbanos y las pequeñas partículas (PM 10 y PM 2.5). Un árbol maduro puede absorber hasta 150 kg de gases contaminantes por año. Como resultado, los árboles juegan un papel importante en la mitigación del cambio climático, además proporcionan hábitat, alimentos y protección a plantas y animales que van aumentando la biodiversidad urbana. La ubicación estratégica de los árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados centígrados. Los árboles colocados de manera adecuada entorno a los edificios reducen las necesidades de aire acondicionado en un 30% y ahorran entre un 20% y un 50% de calefacción.

Los árboles maduros de igual forma, regulan el flujo de agua y desempeñan un papel clave en la prevención de inundaciones y la reducción del riesgo de desastres naturales. Pasar tiempo cerca de los árboles mejora la salud física y mental aumentando los niveles de energía y la velocidad de recuperación, a la vez que descienden la presión arterial y el estrés. 

En las ciudades con altos niveles de contaminación, los árboles pueden mejorar la calidad del aire, haciendo que las ciudades sean lugares más saludables para vivir.  San Luis Potosí, podría entrar en una de ellas, pero ni usted, ni su servidor, podemos saberlo, porque la calidad del aire en nuestro Estado sigue siendo un enigma junto a un acto de fe.

Sin lugar a dudas, la naturaleza juega un papel importante en la relación con el hombre, no solo entendido desde una perspectiva económica sino también física y social, los árboles son un componente de la imagen de la ciudad, poseen un volumen determinado de acuerdo a sus diferentes hábitos de crecimiento, y, por lo tanto, modifican el espacio en el cual son plantados.

Pero los ciudadanos somos indolentes o nos permitimos ejercer la “violencia arbórea” con anuencia de las autoridades. Si a usted le estorba o le molesta un árbol urbano, quítelo, derríbelo o mátelo, como quiera, da igual, no existe en el Estado una armonización normativa que permita defenderlo.

Para empezar, puede ser delito, pero este solamente sería denunciado por la SEGAM, por así disponerlo el Código Penal vigente. Hace meses Cambio de Ruta presentó una iniciativa ciudadana al Congreso del Estado para que se facultara que cualquier ciudadano pudiera denunciar delitos ambientales, sin embargo los Diputados siguen discutiéndola en comisiones, como si fuera tan complejo llegar al simple razonamiento que el medioambiente y el cuidado del entorno es responsabilidad de todos. Y ¿cuántas querellas ante la Fiscalía habrá presentado la SEGAM por el derribo o tala ilegal de árboles urbanos? Creo que todos sabemos la respuesta.

Existe una Ley para la Protección y Conservación de Árboles Urbanos del Estado de San Luis Potosí, cuyo objetivo es la eliminación de toda práctica nociva que atente contra el desarrollo de los mismos. Sin embargo, tiene severas lagunas que dejan en incertidumbre las acciones y sanciones por podar, cortar y/o talar un árbol sin previa autorización municipal, empero no está prevista una metodología para llevar a la practica la imposición de sanciones por esas acciones, es decir, no hay armonización entre la legislación, el reglamento y los procedimientos. Peor: ni a los ciudadanos, ni a las autoridades, nos ha importado promoverlo.

Esta clara falta de modulación da pauta a los muchos “ECOCIDIOS” presenciados por todos en más de 

una ocasión, documentados en redes sociales y simplemente ignorados.

Los elementos para proteger y reservar el árbol urbano en la ciudad están presentes, pero carecemos de interés gubernamental para establecer una regulación efectiva que establezca parámetros claros y exigibles por cualquier ciudadano para cuidar de los árboles; una educación ambiental con contenidos escolares aludidos para que niños y jóvenes puedan reconocer sus muchas funciones primordiales; así como la eco-concientización sobre la verdadera importancia que tienen los arboles dentro de las ciudades más que una mera sombra o “estorbo” visual.

El papel de las autoridades responsables es indispensable para lograr un núcleo de participación en el que se involucre a todos los sectores de la sociedad civil, y así intensificar el valor cultural, económico, social y ambiental de un Árbol Urbano como pulmones de una ciudad.

Delírium trémens.- “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” (Martin Luther King).

@luisglozano