¡Buen viaje!

Es tiempo de vacaciones, de tiempo libre y de ocio para niños y jóvenes en su mayoría.

Es el momento del año para pensar en el mar o la montaña, el río o el bosque en cualquiera de las versiones que el bolsillo sugiera. También en los ingresamos recientemente a la tercera edad.

Los papás y sobre todo las madres de familia pasan las de Caín en estas semanas buscando la opción ideal que mantenga entretenidos y bien cuidados a sus niños. Ofertas hay para todos de todos los sabores y colores. 

La vacación pasa a tener una forma diferente a la que se experimentó apenas hace unas décadas.

Me hace pensar que a aún cuando el ser humano ha sido definido como un animal de costumbres, las personas requerimos el cambio de aires y la novedad que conllevan estos oficiales días de descanso: si habitamos en el interior ansiamos conocer las costas. Si residimos en el norte nos seducen los destinos del sur. 

Nunca ha sido tan accesible o más bien tan generalizado como ahora el poder viajar. Las opciones de traslados y habitaciones ya no tienen las restricciones del siglo pasado y la tecnología nos permite asegurarnos de llegar al lugar correcto y de que la opción sea la adecuada.

Yo soy un animal que tiene la costumbre de viajar aunque no tanto como quisiera y me he cosido o tatuado la premisa de conocer un lugar nuevo al menos una vez al año. Y aunque decir viajar se relaciona con un glamour también de otro tiempo cuando las señoras y los señores se arreglaban cuidadosamente para subirse al avión, los viajes dentro de nuestra “comarca” han cobrado un atractivo que no vivimos en otras generaciones de viajeros.

Así, los potosinos hemos redescubierto el paraíso de la Huasteca o el interés por el senderismo y la exploración de parajes desérticos que muestran un encanto especial.

México afortunadamente es un cuerno de la abundancia en ese sentido pues entre nuestro pasado prehispánico y las maravillas naturales de playa tenemos una fuente casi inagotable de conocimiento y diversión.

En fin. Hablar de esto es como ir al súper cuando uno no ha desayunado: se antoja todo. El mar, los pueblos mágicos, los museos, las grandes capitales, los verdes paisajes…

Así, habiendo heredado ese gusto que mi padre tenía por lo exótico, lo sencillo, lo de moda, o lo imprescindible, quiero planear unas vacaciones que me conecten con la gente que habita en el lugar que visite. O bien, experimentar el aire de otras geografías lejanas y diferentes a las mías. Comer y dormir en un clima y un idioma desconocido con un horario desfasado y una gastronomía por paladear sin restricciones de dietas o calorías.

Soñar no cuesta. Y se empieza a viajar cuando uno toma la computadora o la guía de turismo para explorar desde la pantalla o el papel, el destino que espera nuestra visita. Quiero pasar de terminar este escrito a sacar la maleta y explorar el segmento del mundo que está ahí para ser disfrutado, así como respetado.

Manejen descansados y sobrios y de preferencia con luz natural. No tiren plásticos ni pañales así nomás o en el mar o los ríos. Depositen sus cigarrillos en donde se debe y no en la calle esperando que la lluvia los lleve por la alcantarilla. Recicle su basura de ser posible y cuide el ecosistema para que podamos seguir disfrutando de este bello planeta ¡buen viaje!