Capitalismo progresista

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Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía 2001, pone de manifiesto en su más reciente libro, “Capitalismo Progresista. La Respuesta a la Era del Malestar” que aún queda mucho por discurrir, reflexionar y decir sobre la situación actual por la cual se encausan las economías del mundo, luego de que, de manera optimista entonces, Francis Fukuyama dijera que habíamos llegado al fin de la historia, luego de la caída del Muro de Berlín en 1989, resaltando como una nueva era el triunfo de la democracia y el capitalismo. Apenas un mes después de que Donald Trump asumiera la presidencia de los Estados Unidos, Fukuyama declaró al columnista del Washington Post: “Veinte años atrás no sabía ni tenía una teoría de cómo pueden involucionar las democracias. Y pienso que claramente pueden hacerlo”. Así, del fin de la historia, volvemos al debate inacabado.

El libro hace un muy interesante recorrido por lo que fue el origen y evolución del capitalismo y la forma en que se llega al presente, dando cuenta de errores y exageraciones que, en buena medida, lo han desviado de la ruta inicial.

Particularmente, se hace hincapié en algo que no nos resulta desconocido en el México actual: desde el poder (refiriéndose al caso de los Estados Unidos pero reconociendo que esto se ha convertido en un patrón de conducta en muchas latitudes) se busca enfrentar y acabar con la verdad, en aras de construir una realidad artificial que permita mayor control. Esto explica los ataques a los medios de comunicación, jueces y científicos; todos ligados justamente a la búsqueda de esa verdad que debe ser la única y persistente insignia de una sociedad. Esta aniquilación de la certeza, a cambio de una “verdad oficial”, busca influir en el ánimo de los electores para así poder generar una imagen de virtud y liderazgo que se recompense en las urnas. Mientras tanto, las decisiones económicas vulneran cada vez más a la población, en buena medida sumergida en el encantamiento.

¿Hacía donde marcha la economía capitalista? Stiglitz identifica, como factores que desalientan, un crecimiento más lento, motivado por una serie de factores entre los que destacan la menor inversión en capital humano y en una infraestructura que genere mejores condiciones para el desarrollo; desigualdad social, esencialmente por cuestiones de raza, género y condición étnica; desigualdad sanitaria (el libro es escrito antes de que se conociera al COVID-19) donde el sistema público de salud no llega a la totalidad de los individuos que debiera llegar, en las mejores condiciones; desigualdad de riqueza y, por supuesto, de oportunidades. La riqueza entendida no como el exceso de bienes a disposición sino, tan solo, el tener un poco más de lo indispensable para sobrevivir. 

Al hablar del mercado, el autor claramente hace señalamientos en torno a las nuevas tecnologías, las transformaciones que hay en el flujo de bienes y servicios e, incluso, en lo concerniente a la moneda: hay un mundo distinto antes y después de Amazon, Facebook, Google, Alibaba y muchos más. Aquí quiero citar al abogado español Íñigo Coello de Portugal, que en su cuenta de Linkedin publicó una entrada, hablando de la educación, que debe dar paso a una seria reflexión: “La moderna educación está en YouTube y en las academias virtuales tipo Khan, pero el sistema educativo no quiere enterarse. La educación “de siempre” es el timo de la estampita. Ni con la pandemia se enteran de que el taxi cambió (Cabify), el comercio cambió (Amazon), el dinero cambió (Blockchain) y todo cambió, pero ellos siguen erre que erre obligando a ir a clase para imponer sus valores a los hijos de los demás”.

Cierro con una cita del libro al que me he referido en esta columna: “Una agenda centrada en promover el progreso ha de basarse en una profunda comprensión de las fuentes de riqueza de la nación y ha de comprometerse a asegurar que los avances en tecnologías y la globalización sean moldeados y gestionados en formas que puedan beneficiar a todos; las controversias actuales respecto a ambos son innecesariamente divisivas”.

@jchessal