COVID-19 y la Calidad del Aire

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Evidente el vínculo entre COVID-19 y la emergencia climática; debemos reducir la degradación de la tierra mediante estrategias de descarbonización a largo plazo y soluciones basadas en la naturaleza que podría garantizar el “derecho a la salud” de las personas, como se establece en el Acuerdo de París. Si no nos enfrentamos a la crisis climática, protegemos la biodiversidad y usamos los recursos naturales de manera sostenible, seremos nosotros quienes lucharemos por recuperarnos de consecuencias a menudo trágicas. Hoy parece que el Planeta está haciendo un control de plagas, de la plaga humana.

El informe del Banco Interamericano para el Desarrollo indicó hace unos días que en el Amazonas la deforestación aumentó en un 4 por ciento y esto incrementó la incidencia de la malaria en casi un 50 por ciento, a medida que los mosquitos transmisores de la enfermedad prosperan en áreas recientemente deforestadas.

También la OMS estima que el aumento de la temperatura global de 2-3ºC ampliaría el número de personas en riesgo de malaria en alrededor de un 3 a 5 por ciento. El cambio climático también está minando los determinantes sociales y ambientales de la salud, incluido el acceso de las personas al agua potable, especialmente a las comunidades más pobres y vulnerables.

Parece que no hemos entendido -o que no nos importa- que América Latina y el Caribe posee el 40% de la biodiversidad del mundo, capital natural que nos proporciona bienes y servicios vitales. Porqué no proteger la naturaleza y garantizar el uso sostenible de los recursos naturales para prevenir la próxima pandemia: entendamos de una vez por todas que debemos cuidar el entorno para tener beneficios colaterales para las personas, la biodiversidad y el clima.

Pero ¿Y qué relación hay entre el COVID-19 y la calidad del aire? Hemos leído en prensa que a medida que los aviones se quedan en tierra y los vehículos desaparecen de las calles, estamos presenciando en tiempo real reducciones considerables en la contaminación del aire y las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Se ha reportado que las respuestas globales al coronavirus están conduciendo a una reducción masiva en la contaminación del aire y las emisiones, que pueden contribuir a reducir las complicaciones de salud y las muertes prematuras relacionadas con la contaminación del aire.

Sigue diciendo el BID que en China, las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron aproximadamente un 25%. En Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile, la contaminación del aire se ha desplomado debido a la reducción del tráfico.

La contaminación del aire es un asesino global. Un nuevo estudio muestra que el aire sucio causa un estimado de 8.8 millones de muertes adicionales al año en todo el mundo (fuente: https://www.usnews.com/news/national-news/articles/2019-03-12/air-pollution-causes-88-million-extra-deaths-worldwide-each-year-study-says). 

Las ciudades latinoamericanas sufren de contaminación del aire debido a la gran cantidad de vehículos y la baja calidad del combustible. Estimaciones conservadoras sugieren que cada año 50,000 personas mueren prematuramente en la región debido a la contaminación del aire causada principalmente por el transporte (visible en: https://europa.eu/capacity4dev/unep/documents/movilidad-electrica-oportunidades-para-latinoamerica).

Un nuevo estudio del pasado 5 de abril del 2020 de la Universidad de Harvard (consultable en https://projects.iq.harvard.edu/covid-pm) muestra que los pacientes con COVID-19 viviendo en áreas de los Estados Unidos que tenían altos niveles de contaminación del aire antes de la pandemia, tienen más probabilidad de morir por la infección que los pacientes en áreas del país con aire más limpio. Además, un estudio acerca de la epidemia de SARS en China encontró que los pacientes de regiones con alta contaminación del aire tenían el doble de probabilidades de morir de SARS, en comparación con aquellas de regiones con mejor calidad del aire.

Por lo tanto es probable que las reducciones en la contaminación del aire puedan ayudar a las personas a enfrentar el COVID-19 y futuras pandemias, que son cada vez más frecuentes debido a la fragmentación de hábitats naturales, el uso de la tierra y el cambio climático.

En la siguiente entrega abordaremos un análisis que realizó Cambio de Ruta de los reportes que la SEGAM ha publicado en su página web y redes sociales acerca de la medición de la calidad del aire en la Zona Metropolitana de San Luis Potosí; hay datos muy sugerentes.

Delírium trémens.- El pasado 7 de abril cumplió 39 años la Sierra de Álvarez sin un plan de manejo, en tanto diversas actividades, como la calera, la devastan. Ni SEMARNAT ni CONANP tienen interés en la zona. Muchos menos el Gobernador del Estado, aun y cuando se le entregaron hace un año más de 15mil firmas autógrafas de potosinos para que interviniera por la zona, pero esa petición y otras solicitudes simplemente no fueron estimadas; así los adversarios del medio ambiente. Es una lástima que la degradación ambiental termine con nuestro pulmón natural.

@luisglozano