COVID-19 y Medio Ambiente

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Leí hace días con gran alarma que el COVID-19 es el último aviso y, si no tomamos decisiones, tendremos el colapso de la especie, ya que no es sólo una crisis sanitaria, sino también es una crisis económica, una crisis social y es universal. Vaya combinación porque vivimos al mismo tiempo en una crisis climática.

El COVID-19 es la enfermedad viral que surgió en China en diciembre de 2019, con profundas repercusiones sanitarias y económicas tanto en los países ricos como en los pobres.

Pero ¿Nuestra destrucción de la naturaleza es responsable del COVID-19? Varios científicos han asegurado que la pérdida del hábitat y biodiversidad aumenta en todo el mundo, por lo que el brote del coronavirus puede ser sólo el comienzo de pandemias masivas. Diversos investigadores piensan que es en realidad la destrucción de la biodiversidad por parte de la humanidad lo que crea las condiciones para que surjan nuevos virus y enfermedades como este que ahora enfrentamos.

Por cierto, estos problemas originan el surgimiento de una nueva disciplina, la salud planetaria, que se centra en las conexiones cada vez más visibles entre el bienestar de los seres humanos, otros seres vivos y ecosistemas enteros.

Leo con preocupación que las investigaciones sugieren que los brotes de enfermedades infecciosas de origen animal y otras como el Ébola, el Sars, la gripe aviar y ahora el COVID-19, están en aumento. Los patógenos están pasando de los animales a los humanos, y muchos son capaces de propagarse rápidamente a nuevos lugares. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC) estiman que tres cuartas partes de las enfermedades nuevas o emergentes que infectan a los humanos se originan en los animales.

Ahondando en el tema en la red, encuentro que Kate Jones, catedrática de ecología y biodiversidad de la University College London (UCL), califica las enfermedades infecciosas emergentes transmitidas por animales como una “amenaza creciente y muy significativa para la salud, la seguridad y las economías mundiales”. El equipo de Jones identifica 335 enfermedades que surgieron entre 1960 y 2004, de las cuales el 60% provino de los animales, pero además afirma que estas enfermedades zoonóticas (aquellas que pueden transmitirse entre animales y seres humanos, provocadas por virus, bacterias, parásitos y hongos) están relacionadas con el cambio ambiental y el comportamiento humano. La perturbación de los bosques impulsada por la tala, la minería, la construcción de carreteras en lugares remotos, la rápida urbanización y el crecimiento demográfico está llevando a la gente a un contacto más estrecho con especies animales que tal vez nunca antes habían estado cerca, dice Jones.

Al seguir investigando me convenzo que los cambios ambientales sí influyen en la probabilidad de que los seres humanos estemos más expuestos a enfermedades infecciosas, porque una consecuencia de nuestros hábitos humanos es erosionar, sin remordimiento alguno, la biodiversidad.

Quise verificar si efectivamente este virus surgió de una sopa de murciélago o simplemente se trató de un mito fomentado por la ciber-rumología, pero grande fue mi asombro encontrar en varias fuentes confiables que efectivamente en un “mercado húmedo” (por vender productos frescos y carne) de Wuhan, al que el gobierno chino considera el punto de partida del COVID-19, se venden numerosos animales salvajes, entre ellos cachorros de lobo vivos, salamandras, cocodrilos, escorpiones, ratas, ardillas, zorros, civetas, tortugas, monos, murciélagos, ratas, aves, mamíferos, insectos y roedores, por lo que los ecologistas de enfermedades argumentan que es probable que los virus y otros patógenos pasen de los animales a los humanos en los mercados de vida silvestre. Ya fue noticia que el mercado de Wuhan, junto con otros que venden animales vivos, han sido cerrados por las autoridades chinas, y ya el gobierno prohibió el comercio y la alimentación de animales salvajes, excepto el pescado y el marisco. Ahora esperemos que esa actividad no pase a la clandestinidad, donde pueden prestar aun menos atención a la higiene.

El COVID-19 es la llamada de atención de la naturaleza a una civilización errante; vivimos el colapso del sistema por no haber afrontado cambios estructurales cuando hace unos años tuvimos ya las primeras advertencias, pero hemos actuado de manera desleal con la especie y con nosotros mismos. Esta crisis será definitoria sobre cómo encaramos el futuro.

Delírium trémens.- ¿Cómo será México luego del COVID-19? Cada crisis es una nueva oportunidad. 

Luis González Lozano 

@luisglozano