Economía moral

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“Los humoristas resultan 

siempre mucho más humanos 

que los moralistas”.

Miguel Otero Silva

El libro Hacia una economía moral del presidente López Obrador se antoja como una mezcla de informe de gobierno, mañanera extendida y panfleto moralista. Compendia y sistematiza las declaraciones del presidente en las mañaneras y otras presentaciones públicas. No da a crédito a nadie más, por lo que debemos suponer que lo escribió el propio mandatario en sus tiempos libres. Se ha convertido en un instantáneo éxito de ventas. 

La obra refleja el lenguaje coloquial de Andrés Manuel, pero no exhibe las faltas de sintaxis, prosodia y concordancia en las que cae constantemente, lo que señala que fue sometida a una corrección de estilo, aunque han quedado algunas faltas de ortografía. Menciona, por ejemplo, que los liberales del siglo XIX “surcían sus propios uniformes” (zurcían) y habla del “oprovio neoliberal” (oprobio). Aun así, las faltas son relativamente pocas, si se consideran las afirmaciones en redes sociales que decían que el volumen estaba plagado de errores gramaticales. 

El autor reitera en esta obra los argumentos que hemos escuchado constantemente de él y que se han convertido en dogmas repetidos por sus acólitos. México es un gran país que no ha podido prosperar por la corrupción, la cual dio inicio con Hernán Cortés, pero alcanzó niveles de despojo en los años del “neoliberalismo”. Afortunadamente, ha llegado hoy un gobernante limpio. “Siendo honestos, como lo somos”, escribe sin sonrojo, deberían abrirse expedientes contra los corruptos, pero “no habría juzgados ni cárceles suficientes para procesarlos y castigarlos”. 

A ratos el libro se vuelve un informe de gobierno con detalles sobre los precios de garantía, el Tren Maya, la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la creación de CFE Telecomunicaciones e Internet para Todos, la supuesta reversión de la caída en la producción petrolera, la inversión en carreteras, la llegada de inversión extranjera, el aumento en las exportaciones, el arribo de turistas internacionales, la deuda pública, el equilibrio de las finanzas públicas, el superávit de la cuenta corriente, la baja en el costo de financiamiento de Pemex e incluso el aumento de las reservas internacionales (que eran la cifra más importante de los informes presidenciales de los setenta y ochenta, pero que hoy se reportan semanalmente). 

Muchas de las afirmaciones reflejan buenas intenciones más que resultados. o simple ignorancia económica. El superávit de cuenta corriente que festeja, y que no dice que se registró solo en el segundo trimestre de 2019, se debe a que tuvimos menos crecimiento y no a que haya aumentado la productividad. “La economía está creciendo poco, pero no hay recesión”, afirma, cuando la verdad es que se estancó en los primeros nueve meses de 2019. “Ahora es menos injusta la distribución del ingreso”, sostiene, pero no hay forma todavía de saber si esa distribución ha mejorado o empeorado. 

La última parte del libro busca justificar la filosofía moral del régimen. Los “fundamentos de una república amorosa deben convertirse en un código del bien”, de ahí el compromiso de elaborar “una constitución moral”. El presidente se considera artífice de “una transformación profunda con poca confrontación y sin violencia” y añade que “los conservadores que se oponen a cualquier cambio verdadero. están como fuera de quicio” y “están moralmente derrotados”.

El volumen reitera una visión maniquea y narcisista de la historia en la que el autor representa todo lo bueno y sus predecesores y críticos todo lo malo. Es una versión simplista y moralista de la historia y de la economía. 

Construcción

La construcción registró en septiembre el octavo mes consecutivo a la baja. El valor de la producción de esta industria está 10 por ciento abajo que hace un año. 

Twitter: @SergioSarmiento