El des-apendeje

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Ricardo Salinas Pliego, empresario relevante desde hace varios sexenios por su nivel de influencia y negociación con el Estado mexicano, se ha soltado invitando (aparentemente sólo a sus cercanos, pero extensivo a quien quiera escucharle) a que la gente “no se quede encerrada y se des-apendeje para salir a vivir la vida con todo y sus riesgos”, desconociendo (como antes su empleado Javier Alatorre) la información y recomendaciones del propio gobierno. ¿Qué pretenderá con tanto brinco estando el suelo tan parejo? De que lleva filo ese lance no hay duda.  

     En 2006 se hizo célebre la frase “no se apendeje, vote por el Peje”. Aquí dimos cuenta de cómo esa frase ganó adeptos, no sólo por la naturalidad con la que se pronunciaba, sino por su impacto socio-cultural en un contexto histórico-político (sobre)determinado. Para ese entonces estaban más que dadas las condiciones, digamos que subjetivas, para ganar la presidencia de la República por parte de Andrés Manuel López Obrador, toda vez que el desencanto con el foxismo, dizque gobernante, era más que evidente y generalizado, además del malestar social acumulado por tratar de parar a Obrador a la mala, con el famoso proceso de “desafuero” que terminó en gran fiasco. Pero otras condiciones, digamos objetivas, no lo estaban tanto, por lo que la materialidad de fuertes intereses económicos y políticos sectarios advertían del riesgo de que fuera perpetrado un descomunal fraude electoral. De allí la importancia del llamado contemplado en esa frase, porque la voluntad popular podía valer cacahuate si no se le defendía antes, durante y después del proceso comicial.

     La historia de lo que siguió es harto conocida. Felipe Calderón fue impuesto, “haiga sido como haiga sido”, pero el agravio quedó en la memoria de la mayoría de la población como un atentado a una alternativa democrática y que, tarde o temprano, tendría que ser reparado, como luego sucedió en 2018, cuando el resultado del cambio se dio, sobre todo, por la expectativa de no soportar más de lo mismo que tanto nos había lastimado. Esto es lo que, de alguna manera, comentamos en la colaboración anterior, en el sentido de los códigos de resistencia, ocultos o no, que permanecen latentes por largo tiempo para, luego, ser actualizados en su manifestación. En este caso, es evidente que el dictum “no se apendeje, vote por el Peje” se actualizó en 2018, como antes en 2012 y 2006, para no permitir que se burlara hasta el cansancio la voluntad popular, habida cuenta que las condiciones objetivas eran distintas, pero las subjetivas, las del malestar social acumulado, eran las mismas y más generalizadas aún (“corregidas y aumentadas”, insoportables).

     Así las cosas, el discurso público de un privado como Salinas Pliego es un discurso digamos “similar” pero “más barato”, toda vez que muestra algo así como el colmo de pretender despojar a los subalternos hasta de sus propios códigos expresivos de resistencia, en este caso, utilizando una frase que si bien no es patrimonio exclusivo de un sector social, es más reconocible su impacto en el conjunto de la relación dominantes-dominados si viene de éstos últimos. Muestra, también, que el proceso hegemónico, en efecto, contiene elementos de un sustrato relacional común entre clases dirigentes y subalternas que, empero, puede ser motivo de conflicto y hasta de lucha por su apropiación. Muestra, además, que la forma económica o la forma política del capital, siempre está perorando pero no siempre encuentra un auditorio amplio que le esté escuchando o, peor aún, aplaudiendo, para tratar de silenciar al dominado. En suma, pareciera que apendejarse o des-apendejarse con la contingencia es la cuestión que Salinas Pliego, el empresario casi-siempre amigable con el Estado -y una de sus correas de transmisión-, plantea como una novedosa solución. Y el que des-apendeje… ¿será un buen des-apendejador?