De acuerdo con la consulta en varios diccionarios, tenemos que la palabra EXPERTO: “Se dice de la persona que posee la práctica o experiencia en algo; con grandes conocimientos en una materia, que es muy hábil o tiene gran experiencia en un trabajo o actividad; posee una experiencia práctica directa en ese campo del saber; su conocimiento no es sólo teórico”
¿A quién se puede considerar experto?
Son clásicos los episodios en donde los profesionistas recién egresados de licenciaturas o maestrías, son literalmente “comidos” o “apabullados” por la experiencia que muestran otros compañeros o trabajadores subordinados.
Tenemos el caso (solo por mencionar algunos) de los ingenieros y edificadores, quienes se enfrentan a la experiencia de los albañiles; a los médicos y enfermeros contra la experiencia de personas con múltiples conocimientos de medicina tradicional; los abogados noveles en casos donde se enfrentan a verdaderos y “viejos lobos de mar”.
No es caer en la simpleza de decir que alguien por el hecho de ser joven o recién egresado de una carrera o posgrado, sea mejor o no; más bien, es encontrar y hacer visible dos formas de llegar a ser experto en algún campo del conocimiento: los que lo obtienen por la vía teórica y los prácticos.
Los primeros, han adquirido y acumulado conocimientos especializados mediante estudios y una educación formal; frecuentemente se han capacitado en determinado campo que los hace expertos en esa materia, en algunos casos con elementos de aplicación práctica, pero con una carga mayor de elementos teóricos y avalados con certificados o diplomas que los acreditan.
Los segundos, los expertos prácticos, han adquirido todo el cúmulo de saberes mediante la experiencia de haber trabajado a lo largo de varios años en ese campo; y aunque no cuentan con el título o certificado de estudios superiores; o apenas con un certificado básico en esa materia, los avala en mayor medida el haber estado en contacto en el terreno de la acción real y cotidiana.
No descartamos que en una persona puedan confluir ambas formas de ser experto; de hecho, sería lo deseable en todo profesionista, pero esto es parte del proceso formativo de cada trabajador.
En terrenos de la educación y sobre todo en situaciones especiales, como es el caso de las características de la pandemia, que en este 2020 ha encaminado su desarrollo hacia la modalidad “a distancia”, se alcanzan a distinguir ambos tipos de expertos: los teóricos, acaparando primeras planas en los diarios y transmisiones televisivas, grandes conferencias, talleres o cursos (webinars) por internet; publicando y ofertando libros, manuales, tutoriales y todo tipo de productos que ofrecen y prometen capacitar a docentes y padres de familia para que sus hijos o alumnos participen de manera óptima con esta modalidad educativa.
De manera ampliamente conocida, casi de dominio público, se sabe que los diversos planes y programas educativos creados para su implementación a nivel federal, son elaborados desde las oficinas y sobre escritorios de personas, que en su mayoría, son expertos teóricos; sin duda con el análisis hipotético de las diversas variables socioeconómicas y culturales que en México confluyen; además, avalados con una gran trayectoria y una serie de títulos, investigaciones y publicaciones internacionales.
Sin embargo, dudo mucho que la mayoría de estos expertos hayan alguna vez quemado cotidianamente su piel bajo los inflexibles rayos del sol, al caminar varios kilómetros hasta llegar a un centro de trabajo escolar, enclavado en el desierto o montañas, en zonas rurales o indígenas, polveando sus zapatos para llegar a un lugar en donde sería una fortuna que haya por lo menos, servicio de energía eléctrica; o haber trabajado realmente en niveles escolares urbanos, en donde la escasez de recursos impida siquiera acceder varias horas al internet en casa o, si la economía lo permite, ser uno más de los clientes de los negocios denominados: “cibers”.
De igual forma, dudo que la mayoría de ellos tengan siquiera el acercamiento a poder atender como mujer a sus 3 roles laborales: en su trabajo, las labores del hogar y por si fuera poco, ahora con la encomienda de ser partícipe de la educación formal de sus hijos, cual si fueran maestras.
“…quienes damos la cara, frente a los padres de familia, somos nosotros los maestros y maestras…” “…solo nosotros (los maestros) sabemos todas las peripecias que tenemos que hacer, para resolver lo que enfrentamos ante las nuevas formas de enseñar” “…soy madre de familia de tres hijos, todos ellos en primaria, no cuento con marido, trabajo como cajera en una tienda de autoservicio… solo yo sé lo que tengo que enfrentar para sacar adelante a mis niños ¡y ahora con esto de ayudarles en la escuela!…”
Insisto, no es la simpleza de un reproche o de evidenciar que unos hacen y proponen planes sin adecuarse a las diferentes realidades existentes en el país; o que otros no reconocen y realizan las labores que como maestros y padres de familia les corresponden. Más bien, es el dar crédito a ambos expertos.
Esta importancia que sin duda ambos tipos de expertos tienen, debe materializarse y sacar provecho no solo de las grandiosas y publicitadas conferencias de expertos internacionales; también se deben aprovechar los logros, formas de resolver, adaptar y adecuarse a las situaciones de enseñanza en los diferentes contextos, tanto de maestros y familias.
Existen mínimos intentos, con conversatorios e intercambio de experiencias, sobre todo con profesores y escuelas; no así con padres de familia. En ambos casos, merece la difusión y apoyo a sus acciones por parte de las instituciones gubernamentales de los diferentes niveles, así como de las instituciones privadas.
Uno de los principios de la Educación Integral Diversificada, es reconocer el esfuerzo que se realiza para la enseñanza, no solo en los planteles escolares, ni por los grandes teóricos; también el papel de otras instituciones, como es el caso de las familias; para ellas se debe, no compensar, sino apoyarlas decidida y abiertamente, como parte de un esquema educacional.
¿Quiénes son los expertos en educación?
Si estamos de acuerdo en que definitivamente los expertos teóricos y los prácticos son relevantes para educar, los recursos y esfuerzos invertidos deben beneficiar a ambos por igual.
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