Hablemos de encuestas

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A estas alturas del calendario electoral, las encuestas que más sentido tienen son las que buscan medir la intención de voto por partido. Esto es así porque los partidos están ahí desde siempre y con presencia más o menos frecuente en los medios y ahora en las redes. En esta hora las mediciones relativas a candidatos tienen poco sentido y escasa utilidad. Para empezar, porque en sentido estricto candidatos no hay. Lo que conocemos son precandidatos o aspirantes, que ninguna garantía tienen de llegado el momento abanderar a sus respectivas formaciones políticas. 

En este momento, los niveles de aceptación y rechazo de los partidos reflejan sobre todo su historial, el desempeño de sus representantes en los gobiernos estatal y municipal, en el Congreso del Estado y en menor medida en el Congreso de la Unión. También, los términos de su vida interna, donde no escasean ni los baquetones, ni los gandallas ni los peleoneros.

Los indicadores más recientes proporcionados por casas encuestadoras serias y profesionales se modificarán en mayor o menor medida, hacia arriba o hacia abajo, conforme avance el calendario y definan candidatos, cohesión interna, alianzas, oferta electoral, discurso, propaganda, estructura operativa y disponibilidad de recursos económicos. Llega un momento en que, sobre todo en competencias cerradas, todo cuenta. 

Tomo ahora como referencia la encuesta estatal más reciente de Gabinete de Comunicación Estratégica levantada los días 8 al 10 de este mes y dada a conocer a principios de semana, en lo que a intención de voto partidario se refiere, por las razones arriba explicitadas.

Lo primero que (me) llama mucho la atención es la muy escasa identificación o cercanía partidista que manifiestan los potosinos de todas las regiones y todos los niveles socioeconómicos del estado, al igual que su abrumadora ignorancia respecto de las próximas elecciones.

A la pregunta “¿Hay algún partido político con el cual se sienta usted más cercano que los demás? El 61.7 por ciento de los encuestados respondió “No”, el 36.2 dijo que “Sí” y el resto no supo o no contestó. Muy de tomarse en cuenta. El mensaje subyacente es (creo) que si los candidatos, las campañas, las propuestas, los mensajes y la propaganda no convencen, no conmueven al electorado, podemos tener una elección muy desairada. Una votación escasa se traduce inevitablemente en falta de legitimidad de quienes resulten electos.

El otro dato que impresiona es el siguiente: Al planteamiento “Para 2021 habrá elecciones para elegir (sic) gobernador de San Luis Potosí. Dígame, ¿usted sabe o ha escuchado de alguien que pudiera ser candidato o candidata a la gubernatura?”. Un escalofriante 79.1 por ciento respondió simplemente “No”, y un 19.2 que “Sí”. 

A partir de estas premisas sentadas por el propio trabajo demoscópico, lo que sigue referente a intención de voto por partidos hay que tomarlo con mucha, precaución. A la pregunta “Si el día de hoy fuera la elección para elegir (sic) al próximo gobernador de San Luis Potosí, dígame, ¿por cuál partido votaría? Por Morena, el 28.1 por ciento; por el PAN, el 27.6 (empate técnico); por el PRI, 16.8 (lo que lo confirmaría como “partido bisagra”); el Verde, un 12.9 por ciento, el PRD, 4.7 por ciento, y el PT, 1.3 por ciento. Los demás no pintan. El 5.1 de los entrevistados respondió que su voto dependerá del candidato.  

Insisto, estas tendencias se modificarán, para bien o para mal, dependiendo de todos los factores ya mencionados, especialmente de lo tersos o tempestuosos que resulten los procesos internos de postulación de candidatos, pues en un contexto de escasa identificación (lealtad) partidista, cualquier aspirante de peso que sienta que le jugaron chueco en su partido fácilmente se irá a buscar calor de otro hogar, y en márgenes cerrados de competencia eso puede desequilibrarla completamente. 

Y es justamente lo que sigue.

A PROPÓSITO DE

En estrecha relación con lo escrito líneas arriba y por una comprensible asociación de ideas, este columnista está convencido de que si algún partido político enfrenta el riesgo de literalmente morirse en la víspera aquí en San Luis es el PAN. El albiazul puede perder el partido en los vestidores, mucho antes de subir al ring. Cualquiera me dirá que en Morena también cuecen habas, pero entre ambas formaciones hay una diferencia sustantiva: éste último tiene un comandante supremo que en cualquier momento puede poner orden en el gallinero, por lo cual los parámetros para el análisis de su circunstancia tienen que ser obligadamente distintos.

Con todo y el compromiso público hecho el martes pasado ante su dirigencia nacional, de mantener la unidad cualquiera que sea el desenlace de su proceso interno, desde ahora le digo que si la directiva local formalmente en manos de Juan Francisco Aguilar pero en la práctica ejercida por Xavier Azuara sigue haciendo de las suyas, a su partido aquí se lo va a cargar el payaso. Parece que la terrible experiencia del 2009, cuando antes de que les ganara Toranzo en las urnas ya habían perdido con sus pleitos, defecciones y traiciones, no les está sirviendo de nada.

Hubo un momento, no hace más que unos pocos meses, en que el PAN tenía un elenco de precandidatos propio bastante presentable y la opción de un externo con buenas credenciales electorales. Sumaban cinco y todos podían presumir experiencias comiciales importantes, unas ganadas y otras perdidas, pero válidas para acreditar trayectoria y consistencia. A saber, en orden alfabético, Xavier Azuara, Marco Gama, Sonia Mendoza y Octavio Pedroza, con militancia efectiva, y Xavier Nava, de invitado.

Hasta ahí había lógica y coherencia. Pero de súbito entraron en escena Rolando Hervert y Alejandro Boris Lozano, de todos mis respetos y consideración pero todavía de ligas inferiores. Sea como fuere, estaban en su derecho y ninguna norma partidista se los impedía. El problema se planteó cuando fue quedando en claro que la inscripción de estos últimos dos era una iniciativa de Azuara y Aguilar, para dificultarles el avance a los otros cuatro. Se afianzó esta percepción cuando el CEN panista planteó establecer una mesa de diálogo con todos los aspirantes para dirimir desavenencias y tomar acuerdos que abonaran a la unidad. Así, de siete integrantes, Azuara de entrada tiene 3 votos de su lado: el propio y los de Hervert y Boris.

El primer round, que puede ser también el último, va a consistir en la definición del método de elección o selección del candidato. Los estatutos y reglamento panistas contemplan tres opciones: elección por la militancia, lo que supone un universo de aproximadamente 8 mil 500 votantes inscritos en su padrón; elección abierta a la ciudadanía, mucho más amplia aunque admite algunos acotamientos para que no se salga de cauce y designación por parte de la dirigencia nacional, a solicitud de la estatal, prevista para casos excepcionales. En opinión de conocedores, hay margen también para aplicar un sistema mixto, en el que, por ejemplo, se consulte a la base militante pero se tome en cuenta, con un valor ponderado, la trayectoria partidista, la experiencia en elecciones y encuestas.

Quienes mantienen sospechas sobre la imparcialidad y decencia política de la dirigencia local, están y estarán muy atentos a esta cuestión, pues consideran que el método de elección por la militancia es el que más conviene a Azuara y Aguilar, pues tienen un amplio control sobre las estructuras que movilizan a los afiliados. En cuanto a la designación, ésta es facultad de la Comisión Política Permanente nacional, pero sólo puede intervenir a petición del Consejo Estatal, que aquí también dominan XA y JFA , y corresponde a esta instancia local formular una terna de entre la cual escogerá la CPP.

Dicho de otra forma, si de lo que se trata es de sesgar las cosas, la dirigencia estatal, la formal y la subrepticia, tienen la sartén por el mango y el chirrión por el palito.

Así las cosas, a mi me parece claro que salvo una intervención vigilante y, llegado el caso, terminante de la directiva nacional o una menos probable expresión de la militancia, el PAN potosino está en riesgo de otra horrorosa jornada de pleitos y divisiones, igual o peor que la de hace once años.

COMPRIMIDOS

Al muy grave del padecimiento en sí, otros problemas se suman y hacen más complejo el de la pandemia: la sospecha de que cada día que pasa está más envuelta en mentiras y la consecuente incredulidad que eso provoca entre la ciudadanía, lo que a su vez alienta tantas conductas socialmente irresponsables.

Más adelante veremos a fondo del tema de las nueve ratificaciones propuestas por el Ejecutivo para magistrados del Supremo Tribunal de Justicia. Por ahora un ilustrativo dato: a cinco de ellos que cumplen la antiguedad (30 años ellos y 28 ellas) se les ofreció desde Palacio Grande una jubilación dorada con su actual salario íntegro y un generoso pago de marcha. Ningun@ aceptó. Pregunté donde estas cosas se saben y me dijeron algo así como “¡Hay Juan José, no te hagas! Para esta gente lo importante son las buscas no el sueldo”.

Un misterioso duende hizo una travesura en la reciente reforma electoral, que ahora que la detecten Oscar Vera y Eugenio Govea les va a causar escalofríos. El artículo 411 decía que para tener derecho a una diputación de representación proporcional los partidos deberían obtener el tres por ciento de la votación válida emitida, que es la suma de todos los votos depositados en las urnas menos los nulos. Ahora dice que deberán obtener ese mismo porcentaje pero de la votación emitida. La supresión de la palabra “válida” les costará unos 3 mil votos de más.

Nuestras felicitaciones para el gobernador Carreras por su elección como presidente de la Conago. Ojalá en todo momento tenga presente que allá les da lo mismo que se llame Juan Manuel Carreras López o Manuel Juan López Carreras, que sea doctor en derecho o en chueco, que haya sido diputado federal o local y que haya servido en un gabinete presidencial o no. Allá la única faceta de su personalidad que tomaron en cuenta fue que es gobernador de los potosinos. Es decir, cualquier desfiguro suyo nos hará quedar mal a todos sus paisanos.

Estoy considerando seriamente hacer públicas mis aspiraciones a ser candidato a gobernador. Es un blindaje cómodo y bastante barato. Así cada que alguien me critique o me denuncie por cualquier causa podré gritar de inmediato que todo se debe a que he ido creciendo electoralmente y es pura violencia política por razón de envidia e hijez.

Hasta el próximo jueves.