Ingreso Mínimo Vital

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Frente a una doble crisis mundial como la que hoy atraviesa la humanidad, la de salud y la económica, cada vez se escuchan más y con más fuerza las voces en distintas latitudes acerca del replantemiento del sistema económico actual, sobre todo el que prevalece en la gran mayoría del mundo occidental. Sin duda, los modelos de Estados de Bienestar del siglo XX que han mantenido su vigencia en estas dos primeras décadas del joven siglo, han sido los modelos de las naciones nórdicas como los de Suecia, Noruega, Finlandia o Dinamarca. Cuando realizamos una aproximación teórica hacia el vocablo “Bienestar” desde la perspectiva en su aplicación a un sistema político, encontramos que se traduce en la realidad en un alto nivel educativo de sus ciudadanos como ocurre en Finlandia, los más bajos ínidces de corrupción documentados por el IPC como en Dinamarca, la cuna que vio nacer la institución que  defiende los derechos humanos como Suecia (Ombudsman) o con una infraestructira urbana respetuosa del medio ambiente con energías limpias como la que sobresale en Noruega. Una característica que comparten estas cuatro naciones es un alto índice de participación política de sus habitantes en un sistema que es inclusivo, es decir, que permite el involucramiento ciudadano en las decisiones no sólo a través de los partidos políticos tradicionales sino a partir de diversos mecanismos, donde la participación tiene como objetivo el desarrollo humano. Sus modelos son más cooperativos y menos competitivos, en ese contexto pueden disputarse elecciones como regularmente ocurre en las naciones democráticas, pero al establecer sus gobiernos el partido ganador en las urnas acoje las mejores y más viables propuestas de sus contrincantes políticos e inlcuso las materializa en acciones de gobierno, lo cual es de una lógica elemental, pues en una contienda electoral por alcanzar el poder, lo que debe nutrir los procesos son las ideas, pues en unas elecciones todas las facciones buscan precisamente el bienestar y no otra cosa, ergo, todas las ideas suelen ser propositivas e innovadoras, de suerte que,  no importa quien gane, el pueblo siempre resultará triunfador. Así, estimado lector, estos modelos de bienestar, -que desde luego tienen sus áreas de oportunidad- pues no son perfectos, contrastan con lo que se puede llegar a padecer en las naciones Latinoamericanas como en nuestro querido México, sobre todo el factor pobreza extrema, factor que durante esta pandemia se acrecentó haciendo aún más notoria la brecha de desigualdad social que existe entre quienes hoy, justo esta mañana que Usted lee esta columna, no tienen que comer. En esta cruda realidad, el planteamiento del ingreso mínimo vital es un llamado urgente al humanismo más básico, a garantizarle a millones de mexicanos esta prestación no contributiva de seguridad social que les permita contar con un ingreso mínimo a quienes carecen de todo. Si en verdad es nuestra aspiración acercarnos aunque sea un poquito a los modelos de bienestar, a esos de al deveras, comencemos por reconocer que una renta mínima hoy es un tema urgente para millones de mexican@s, me atrevo a decir que es un tema incluso de seguridad nacional, pues la ausencia de alimento en una familia puede agravar aún más la crisis de seguridad que ya vivimos. Decía el gran Carlos Monsivais “Si nadie te garantiza el mañana, el hoy se vuelve inmenso”, y si uno de los fines del Estado (sea de izquierda o de derecha), es servir a las personas, luego entonces, la mejor manera de que un Estado le puede servir a sus habitantes es generando las condiciones para que nadie muera de hambre. En junio de 2011 todos los partidos lograron ponerse de acuerdo reconociendo los derechos humanos en el marco constitucional, este 2020 es una gran oportunidad para reconocer e incorporar como un derecho fundamental el Ingreso Mínimo Vital. 

Twitter @Jorge_Andrés78. Y seguimos en jorgeandres.manoizquierda@gmail.com