La pluma del ganso

Me han dicho muchas personas que Marcelo Ebrard es un hombre inteligente, gran conocedor de las artes diplomáticas y de las relaciones internacionales; si esto es así, me queda claro que el señor López no lo pela ni por equivocación. Solo así podemos explicar la carta al Papa y al Rey de España reclamando disculpas por la conquista y, más recientemente, la misiva a Donald Trump, cuando el presidente norteamericano determinó imponer aranceles adicionales a los productos mexicanos, violando los acuerdos comerciales existentes. La otra posibilidad es que me han mentido y Ebrard es, al igual que el otro, un pájaro bobo.

La carta tiene un tufo a reto de barrio que no se puede obviar; algunas de las cosas que se dicen en ella podrán ser ciertas y otras no; algunos conceptos subyacentes podrán tener justificación y otros ser producto de una gansuna pasada sin ton ni son.

Siempre, en el proceso de comunicación, ese donde hay un emisor y un receptor, no puede desconocerse la naturaleza y características de uno u otro, pues el mensaje siempre estará influido por cada cual, tanto en su conformación como en su entendimiento y comprensión. Así, debemos tener presente que no es a cualquiera a quien se dirige; lo hace a alguien que ha demostrado que, de eso que se llama diplomacia y tacto político, poco y mal; además, es el presidente de la nación más importante para la economía mexicana, además de para otras cosas.

Creo que Donald Trump tiene sus razones, apoyadas en su legalidad interna, para sancionar a México por ser receptor no controlado de migrantes que, eventualmente, pasan por nuestro país para llegar a los Estados Unidos. La migración es un tema de seguridad nacional, aunque en nuestro país no parece que se den cuenta de eso las autoridades.

En la carta, López dice: “Usted sabe también que nosotros estamos cumpliendo con nuestra responsabilidad de evitar, en la medida de lo posible y sin violentar los derechos humanos, el paso por nuestro país. No está de más recordarle que, en poco tiempo, los mexicanos no tendrán necesidad de acudir a Estados Unidos y que la migración será opcional, no forzosa”. López no se detiene a pensar que, con ligereza, se ha permitido el ingreso de miles de migrantes de Centro y Sudamérica a México y que pocos, muy pocos, al no poder ingresar a Estados Unidos, regresarán a sus países de origen; probarán suerte en el nuestro, con los costos que eso encierra, los cuales deberán sumarse a lo que requiere la población mexicana para sus necesidades. Derechos humanos o no, a Trump lo anterior, al igual que muchas cosas más, le vienen valiendo lo conducente.

La frase “Estados Unidos primero” no es una falacia, como lo dice la carta del señor López, es un ideal que, nos guste o no, tiene el presidente de Estados Unidos, de la misma manera que para los mexicanos puede ser el “Viva México”. El nacionalismo exacerbado es nota característica de regímenes populistas como el de Trump o el de López, pues hay que decir que ambos son caras de la misma moneda; de hecho, López reconoce que la postura de Trump es válida, cuando dice en la carta “…aunque tiene el derecho soberano de expresarlo…”. Cierto, lo que Trump decide en su país es eso: ejercicio de su soberanía, en los términos que Estados Unidos decida, por lo que decirle falaz (mentiroso) al destinatario del comunicado no es la mejor manera de acercar posturas. El optimismo de López al cierre de la misiva, usando como despedida la fórmula “su amigo”, no es más que un anhelo ilusorio.

Que bueno que López dice que no es cobarde ni timorato; supongo que es algo que, cosa curiosa, será bien recibido por Trump quien, seguramente, intentará apretar más las cosas, para ver si es cierto. Así nuestros pendencieros por correspondencia.

Dos cosas para finalizar: López, de tiempo atrás, ha hecho una diferencia entre “hombre de Estado” y “hombre de Nación”, colocando a esto último como algo superior a lo primero. Nada más alejado de la realidad. El concepto de Estado abarca un todo, en tanto que la Nación es solo una parte; la Nación es de contenido poblacional, en tanto que el concepto Estado tiene una mayor extensión y alcance. Asiste razón a López cuando ha dicho, en otro momento, que él no es “hombre de Estado”, que es “hombre de Nación”: jamás será un Estadista, con el contenido que se da a este término.

La segunda cuestión: la carta de López dice que la Estatua de la Libertad no es un símbolo vacío; tiene razón, aunque hay que recordar que es hueca.

@jchessal