Los Olvidados

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“La policía y los jesuitas tienen la virtud de no abandonar 

jamás ni a sus enemigos 

ni a sus amigos”.

Honoré de Balzac.

A finales de los años noventa siendo Presidente Ernesto Zedillo, ya se clamaba por un Sistema Penal Mexicano moderno. Próximos a entrar a otro siglo, había la aceptación que no se podía continuar por la ruta inquisitoria penal. Vicente Fox pateo el bote, ¿cómo para qué meterse en broncas? Que sigan los Ministerios Públicos teniendo el control del ejercicio de la acción penal, que controle la investigación discrecionalmente a orden del Ejecutivo y que él mismo resuelva el destino de la Averiguación Previa.   

A la llegada del Presidente Felipe Calderón “haiga sido, como haiga sido”, la presión nacional e internacional (gringos), de que éramos uno de los últimos países civilizados con un sistema penal brutal (a nadie se le negaba un vaso de agua o una orden de aprehensión), debía cambiar. México necesitaba un Sistema Penal Acusatorio, que modernice los procesos y los vuelva más sencillos, rápidos y objetivos, pero, respetando los derechos humanos de todos los mexicanos, sin distinción, como lo establece la Constitución. En resumen, un cambio de paradigma en la forma de impartir justicia. 

¿What? Qué, que, que ahora hay que garantizar un debido proceso penal, el acceso a la justicia, la protección de las víctimas, la presunción de inocencia, la reparación del daño y una razonada ejecución de la sanción a impartir. ¡Y aparte, con el nuevo Sistema Penal se tendrá un sistema de justicia que va a prevenir y castigar eficazmente el delito y lo más importante, va a generar confianza en todos los mexicanos! 

¿Cómo hacerlo? Les fue fácil, primero construyeron Salas de Juicio Oral, -un chingo, que se notaran-, como esas las que salen en las series gringas, para que la gente vea que eso de la reforma penal va en serio. Y luego, capacitaron a Jueces, Ministerios Públicos, Defensores, a las autoridades de supervisión de medidas cautelares y de pasadita a las policías. 

Las policías, aquí y en cualquier parte del mundo civilizado, son los que echan a andar la maquinaria penal, sin ellos, el engranaje de justicia penal no funciona, esa rueda dentada nunca encajó en esa máquina (penal acusatoria), que se quiso construir, acá fueron “Los Olvidados”. 

Medio maquillaron, ya próximo a cumplirse el plazo (2016), un “Plan Estratégico de Capacitación Policial”, que en teoría permitiría cumplir el reto de capacitar a 330 mil policías en todo el país antes de la fecha fatal. Se trataba, se dijo, de asegurar que existieran policías conscientes de la importancia de trabajar con procedimientos homologados de actuación, y de respetar en todo momento los derechos humanos, el debido proceso y la presunción de inocencia. Sus compromisos, que al llegar al lugar en el que probablemente se cometió un delito, fueran los primeros en preservar la escena y proteger a la víctima, además de registrar los datos de los testigos. Asimismo, deberían identificar los indicios que hallaran en el sitio hasta que llegara un perito experto. No obstante, en caso de que éste no se presentará, serían las responsables de salvaguardar las evidencias. Estarían obligados a acudir a audiencias de juicio oral, en la que fungirán como testigos imprescindibles del MP, pues era justamente quien explicaría lo que descubrió, vio, ordenó, coordinó, y demás diligencias de investigación que practicó.

TAPANCO: ¿Qué pasó con las policías? Usted lo sabe, no fueron actores relevantes, ni proactivos. No fue su culpa, conozco a mujeres y hombres con hambre de ser y comprometidos con su corporación, que las más de las veces no los merecen. Siendo un actor empequeñecido de antaño por los gobiernos, son vistos como “algo” que está ahí y pues ni modo, -denles uniformes y unas patrullitas y a dar vueltas por el pueblo-.

El Acuerdo, por el que se dispone de la Fuerza Armada permanente para llevar a cabo tareas de seguridad pública, aniquila, esa visión olvidada de la policía mexicana.

Francisco.soni@uaslp.mx 

twitter: @franciscosoni