Memoria plástica

Mi mente está llena de colores, de formas, de deformaciones, salpicaduras de pintura, goteos, plastas, manchas, líneas y demás recursos plásticos.

De visita por la Ciudad de México, en un maratón “plástico” estoy llena de nombres, estilos, corrientes, posturas y pasajes bibliográficos de grandes exponentes de la pintura mexicana del siglo XX.

Hay un mundo que el arte pone sobre la mesa, lo despoja de un velo intelectual y lo pone para nuestro placer y consumo en los muros de galerías y museos del mundo y por supuesto de nuestro país.

Más no es necesario desplazarse y recorrer metros de salas y espacios culturales para aprovechar el escaso tiempo que aporta un solo fin de semana, pues San Luis ofrece obra de gran calidad que podemos curiosear en diferentes lugares, sea en el Centro histórico o fuera de éste.

Pero a mí, el destino me llevó al terruño de los chilangos y entre calles jacarandosas en plena floración paseamos por la Alameda para ir a Bellas Artes, al Munal, al Museo Tamayo, al Museo del Objeto, al Museo de Arte Moderno, a la Fototeca y otros más, terminando exhaustos pero satisfechos.

La plástica mexicana del siglo que pareciera acaba de terminar pero que va hacia el fin de la segunda década, es una clase de historia de México. Los pintores dejaron en lienzos, esculturas, fotografías y otros formatos, su visión de un México muralista, un México que abdicaba al discurso oficialista para ingresar en lo que llamarían “la Ruptura” con Felguérez encabezándola y con un grupo de seguidores, cada uno con un estilo y un concepto muy particular, formando un grupo ecléctico y coincidiendo quizá solo en la temporalidad que los unió. No quedándose ahí, estas piezas muestran lo que vendría en la época de los setenta y ochenta con el advenimiento del arte conceptual, el happening y los perfomances; la influencia de las culturas de las localidades de las grandes ciudades como lo es Tepito o bien la influencia de la cultura chicana.

Las últimas décadas del siglo pasado nos dieron a Tamayo, a Toledo a Lilia Carrillo, a Felipe Ehremberg, a Kasuya Sakai, a Gilberto Aceves Navarro y a Vicente Rojo entre muchos otros. Podemos ver y disfrutar sus piezas en una sola visita al Museo de Arte Moderno en la casi vecina Ciudad de México y ver la interpretación de un mundo y una realidad plagada de sobresaltos sociales y políticos que cimbraron no sólo la capital sino el país.

Ahí los tenemos como testimonio y memoria viva aunque muchos no estén entre nosotros.

Hoy les comparto este placer de terminar con los tobillos al tope pero el espíritu emocionado con tanto que pude admirar en escasas 48 horas en lo que antes llamamos Distrito Federal.