Inicia el mes patrio en un contexto totalmente atípico, justo por estas fechas en el ya lejano 2019, nos preparábamos con gran fervor para las fiestas mexicanas, mentiría quien imaginara lo que un año después estaríamos viviendo en todo el mundo y, aunque las calles ya comienzan a lucir el ornato típico de estas celebraciones, banderas tricolores, luces en los edificios públicos, el ambiente se percibe de una manera distinta y no cabe duda que este septiembre de 2020, tan sui generis, será recordado por generaciones. Se espera una conmemoración distinta, con un grito ahogado en el fondo del pecho, un grito que quisiera liberarse de entre nuestras bocas cubiertas, plazas vacías, noches de mariachi con su música grabada, sin banderitas, un grito en modo virtual. Ahora mismo, muchos mexicanos se preguntan, ¿Qué celebraremos?, en el país de los más de sesenta y cinco mil fallecidos por la pandemia, de los desaparecidos, de los feminicidios, de la pérdida del empleo y sobre todo de la enorme desigualdad social desnudada por un virus. Es cierto que la fortaleza de las y los mexicanos ha superado con gran estoicismo terremotos, huracanes, devaluaciones y hasta malos gobiernos. Incluso hay quien afirma que México vive en constante crisis y que como mala costumbre el país de un modo u otro finalmente lo superará. No me atrevería a calificar si esta realidad actual es peor que otras vividas anteriormente, pero de lo que si estoy cierto es de la fuerza que el pueblo mexicano ha demostrado a lo largo de su historia, por eso el título de esta columna: “México, creo en ti”, título del credo mexicano escrito por el yucateco Ricardo López Méndez, cuyas estrofas de a poco parecen haberse extraviado en los anales del tiempo, un poeta al que apodaban “el vate”, en cada verso de su poesía atrapó el alma y el sentir nacionalista muy propio de la época que transcurría cuando vio la luz esta joya de poesía (1940). Cuando niños la recitábamos en los grises patios de las escuelas públicas que a muchos nos abrazaron, a veces en singular y otras veces en los coros que formaban los profesores de educación artística, que nos hacían gritar con enjundia en esa tonadita muy peculiar que Usted debe recordar: Méeeexico creoo en ti. En los tiempos adversos que se viven la poesía también es necesaria, pero más una poesía que destaque la esencia inquebrantable de un pueblo lastimado, un pueblo que lo ha soportado casi todo -y lo que falta dirán los pesimistas-, lo dice al inicio el poeta: “…Tu´ hueles a tragedia, tierra mi´a, y sin embargo, ríes demasiado, acaso porque sabes que la risa es la envoltura de un dolor callado”. Aún, inmersos en las tragedias, el amor por México permanece intacto, vivo, ese que empuja al espíritu galopante que sale todos los días a enfrentar una realidad hostil, permanece en lo más profundo de cada uno de nosotros, sin pretender apelar ni mucho menos a rancios nacionalismos doctrinarios, México sigue y seguirá de pie a pesar de los pesares, nos sostiene la idea perenne de que algún día -esperemos sea muy pronto- desde este país pueda renacer una esperanza de un presente y un futuro mejor. Así querido lector, ya es septiembre, póngase el cubrebocas y coloque su bandera en un lugar visible, siéntase orgulloso de ser mexicano y recuerde como dice el poema: “…Me´xico, creo en ti´, sin que te represente en una forma porque te llevo dentro, sin que sepa lo que tu´ eres en mi´; pero presiento que mucho te pareces a mi alma que se´ que existe pero no la veo”. Hasta la próxima.
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