Mirador
A
Aristipo de Cirene visitó un día a Diógenes el Cínico y lo encontró comiendo un humildísimo potaje de habas.
Aristipo era cortesano de Dionisio, tirano de Siracusa, y gozaba por eso de una posición privilegiada. Dijo a Diógenes.
-Si aprendieras a adular al rey Dionisio no tendrías que comer potaje de habas.
Le contestó el filósofo:
-Y si tú aprendieras a comer potaje de habas no tendrías que adular al rey Dionisio.
Me habría gustado conocer a Diógenes el Cínico. Sabía bien que la riqueza no consiste en tener mucho dinero, sino pocas necesidades qué satisfacer.
¡Hasta mañana!...