Perspectiva y trayectoria

En economía y sociología hay una cosa que se llama “Path Dependence” –se podría traducir como “Dependencia de la trayectoria” o “del camino”- y hace referencia a la importancia que tiene el pasado para entender los fenómenos actuales. De esta manera, los procesos evolutivos y las perspectivas de desarrollo se comprenden e interpretan a partir de la secuencia de acciones y decisiones que toman los actores políticos y sociales a lo largo del tiempo, y no solo a las condiciones actuales del momento.

Este concepto siempre ha resultado útil para tratar de entender las deliciosas complejidades de nuestro sistema político, de la ingeniería constitucional, de nuestro sofisticado sistema electoral, del entramado institucional, y en general de las reglas del juego –formales e informales- que hacen funcionar a la política.

Pensemos, por ejemplo, en los dispositivos de seguridad con los que se elaboran las boletas electorales. Dicen –en broma pero en serio- que votamos sobre billetes. Y esto es así porque se han establecido diferentes medidas de seguridad en su producción que impiden que sean alteradas, sustituidas o falsificadas. Se producen en papel seguridad, con fibras visibles a luces especiales, con marcas de agua, con elementos sensibles al tacto, con identificadores que permiten garantizar que una boleta no será utilizada en una casilla que no le corresponde. Todas estas medidas son verificadas por las autoridades electorales en dos etapas: antes de que se entreguen a los consejos distritales o comités municipales, y el día de la jornada electoral. ¿Es posible votar en una hoja simple de papel bond? Sí. ¿Es viable en un país como México? No, porque #PathDependence.

La costosa hipersofisticación de nuestra infalsificable boleta electoral se debe, principalmente, a la historia que hemos recorrido. Años de experiencia en procesos electorales nos han demostrado que existe una peculiar creatividad de algunos malos ciudadanos que ponen en práctica su inventiva para tratar de vulnerar la certeza de nuestros procesos electorales. No es aquella virtuosa creatividad del ingenio mexicano que describió German Dehesa hace años cuando sentenció: “Dadme un alambrito y suficiente masking, y moveré al mundo”; porque conocemos el pasado, nos vemos en la necesidad de desarrollar mecanismos a prueba de trucos. Y eso ha costado dinero, mucho, por cierto.

En la discusión sobre la transformación del país, necesitamos entender que las reglas y las instituciones son producto de nuestra propia historia y responden a la larga secuencia de eventos que han definido el sitio donde nos encontramos ahora. Hablando de elecciones, ¿Por qué tenemos un Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) que debe funcionar de manera ininterrumpida después del cierre de casillas? Porque una vez “se cayó el sistema” y entendimos que la certeza y la máxima publicidad generan confianza. ¿Por qué además del PREP se realiza un conteo rápido que estima tendencias de resultados finales de una elección? Porque hace unos años aprendimos que la incertidumbre no se lleva bien con la almohada, especialmente la noche de la jornada electoral. ¿Por qué las autoridades electorales en México deben ser autónomas y no depender jerárquicamente del Congreso o del Poder Ejecutivo? Porque hace un buen tiempo entendimos que la función electoral es un asunto de rango constitucional y funciona mejor cuando la autoridad actúa libre de presiones políticas. 

La sociedad no cambia de un plumazo. Soy de la idea de que la transformación del país se debe trazar con una visión clara sobre una mejor situación de las cosas considerando en todo momento la trayectoria que hemos recorrido. La tara con que se mide la pertinencia de los cambios políticos propuestos no se encuentra en función de la emotividad discursiva con la que se presentan estos cambios, sino más bien en la capacidad política –y científica- para demostrar con contundencia que un proyecto de Estado ofrece certezas mejores a los modelos que se pretenden dejar atrás.

¿Para qué volver a un punto si ya se ha evolucionado?. La respuesta está en nuestra historia.

Twitter. @marcoivanvargas