El hombre que pacificó la Peni
José Gilberto Merchant Zamora fue nombrado en dos ocasiones director de la Penitenciaría estatal, y atendió los conflictos de frente

Han pasado 33 años desde que José Gilberto Nicolás Merchant Zamora fue nombrado director de la Penitenciaría del Estado (el castillo de la Avenida Juárez), sitio que desde sus inicios fue caldo de cultivo de conflictos internos, luchas por el control de grupos de internos y de brotes de inconformidad por el trato y hasta por la calidad de los servicios al interior.
Nacido el 10 de septiembre de 1940, recién cumplido su 85 aniversario, se cuenta que hace algunos años que (mención aparte citó algunos sobresaltos y un incidente con 13 personas fallecidas) el clima interior del Centro de Reclusión de La Pila, el actual, se ha mantenido relativamente tranquilo.
El también militar por formación, aprendió desde el Ejército que toda situación debe ser intervenida a tiempo para evitar un conflicto mayor, y fue precisamente por lo que a lo largo de su historia se convirtió en un líder que construyó acuerdos de manera eterna y dio a cada quien lo que le correspondía, durante su trabajo en los centros penitenciarios.
AHÍ EMPEZÓ TODO
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Don Gilberto, quien presume que fue formado por muchos valores en el Heroico Colegio Militar, obtuvo el grado en 1986, antes de retirarse, luego de permanecer en servicio en Lázaro Cárdenas, Michoacán, y venir a San Luis Potosí para volver a reunirse con su familia. De paso se presentó con el jefe de la Doceava Zona Militar, José de Jesús Gutiérrez Rebollo, para avisarle que radicaría en San Luis Potosí.
"Entonces me dice ´¿Qué vas a hacer?´ y le digo ´nada... estar con mi familia´ y me dijo, ´¿cómo que nada?, preséntese con el gobernador´, es decir, me dio una opción para seguir trabajando; el gobernador era Florencio Salazar Martínez, quien ya lo esperaba, y lo nombró secretario en el área de procuradores, pero también se convirtió técnicamente en un ayudante para el entonces gobernador, quien lo llevaba a todos lados. Decía que a veces Florencio Salazar le prestaba su camionetita personal a sus amigos (no tenía vehículo oficial), y el mayor lo movilizaba en su propia camionetita, porque habitaba en La Florida y nunca vivió en la Casa de Gobierno.
Florencio Salazar lo mandó a fundar la Academia Estatal de Policía, organizó al personal y estaba en ese proceso de la conformación, cuando el 25 de mayo de 1987, el gobernador pidió licencia para ya no regresar.
Ya en el gobierno interino de Leopoldino Ortiz Santos, fue enviado como jefe de seguridad en la Policía Judicial del Estado, "y traté de organizar todo porque el personal era como el diablo, y eso me motivaba porque hacía experiencia en el manejo de personal, y los traía contentos".
Explica que fue una etapa formativa, porque aprendió a establecer controles en la policía y en los centros penitenciarios, y a no caer en lo que luego sucede en algunos sitios donde hay enfrentamientos con muchos muertos porque no hay controles, o en otros vicios en los que luego caen algunos.
Intentó meter marihuana al penal de La Pila
La Guardia Civil Estatal le aseguró cinco paquetes del enervante ocultos entre sus pertenencias.

DE LA POLICÍA A LAS CÁRCELES
Corría el periodo de 365 días de gobierno estatal de Gonzalo Martínez Corbalá, cuando el Mayor Gilberto Nicolás Merchant fue interceptado para cumplir una misión imposible: pacificar el centro penitenciario de la época en Ciudad Valles. Él hacía deporte en el parque Tangamanga y fue buscado con el aviso de que el gobernador le solicitaba trasladarse de inmediato a Ciudad Valles.
Explicó que fue transportado y de inmediato se le presentó como director de ese lugar, donde había una crisis y no se permitía la entrada de ninguna persona. Dijo que se atrevió a ingresar y a presentarse ante los internos, les dijo que sería responsable de todos los actos y que les pondría la atención que se merecen como seres humanos.
Dijo que lo de inmediato fue revertir los efectos de las condiciones de abandono del penal, pidió apoyo del Ejército para que personal del Servicio Militar Nacional realizara una limpieza general en el exterior que estaba lleno de arañas y de hierba, y en el interior, había hasta alimentos en estado de putrefacción, botes de basura repletos y mucha suciedad, pidió realizar a diario el aseo y que la alcaldía recogiera la basura todos los días.
Luego, en una visita del director de Prevención y Readaptación Social, el mayor Gilberto Nicolás fue felicitado por los propios internos, porque era el único que les había puesto atención.
EL RETO DE LA CAPITAL
Su trayecto para ocupar el cargo de director de la Penitenciaría del Estado en la Avenida Juárez, comenzó cuando fue llamado por el gobernador Gonzalo Martínez Corbalá para presentarse como subdirector de Seguridad y Custodia,
en 1992.
Realizó una entrevista a los familiares que visitan a sus internos los jueves y domingos, y para ello, fue necesario entrar a laborar entre las 3 y 4 de la mañana. Ellos se quejaron de que nadie les ponía atención, que además se formaban desde la madrugada, se metía en la fila gente irrespetuosa y nunca avanzaban.
Dijo que desde entonces, implementó en el exterior del centro penitenciario la entrega de números de ficha que el distribuyó de manera personal, para que cada quien entre en el orden que le corresponde, respetando a todos los demás, hecho que agradó tanto a visitas como a los internos. De hecho, debió trabajar políticas de atención y de respeto para los internos quienes, dijo, a una hora enfrentan muchas necesidades al estar compurgando una condena.
Recordó que el resultado de un diagnóstico, fue que había un desorden y el personal de seguridad y custodia no respetaba a sus autoridades, y una vez que fue llamado de Ciudad Valles para tomar el mando, dio a cada uno el lugar que le corresponde, respetando los derechos de quienes están en servicio y de los internos y sus familiares.
Añade que todavía con su nombramiento vigente, negoció el término de huelgas de hambre, luego de que los internos que observaban buena conducta, sentían que no había atención de las autoridades para conseguir una preliberación oportuna, y entonces revisó caso por caso particular hasta dar por concluido el problema.
Es más, todavía se recuerda su paso por el centro penitenciario de la Avenida Juárez, como un hombre que en su formación militar, se involucró en un diálogo riesgoso pero permanente, a manera de puente para evitar el crecimiento de los conflictos, y andaba de un lado a otro entre 2 mil internos, pacificando, alcanzando acuerdos, solucionando y tratando necesidades en forma pacífica y sin disparar balas. Es precisamente ahí donde radica el reconocimiento a su trabajo, por haber transitado de una administración estatal a otra, siempre resolviendo con entrega y el reconocimiento de los internos y del personal.
EL RIESGO DE PACIFICAR
Merchant Zamora regresó a la dirección del centro penitenciario en el gobierno de Fernando Silva Nieto, en 2002, ya con el Centro de Prevención y Readaptación Social (Ceprereso) número uno de La Pila, es decir, con la mudanza a la que por entonces era una cárcel nueva. En ese lugar, advierte que siempre mantuvo el orden y en ningún penal se ha logrado, porque pudo apaciguar un motín de manera pacífica y con valor, incluso arriesgando la vida.
Por entonces, nuevamente se le encomendó resolver problemas internos y así lo hizo.
Para él, siempre fue mejor hacer las cosas desde el punto de vista de la eterna negociación, de la búsqueda de acuerdo con el personal de seguridad y custodia y con los internos, y del orden del trabajo y de la administración, y así lo cumplió y lo hizo cumplir.
Recordó que también utilizó el método de mantener ocupados a los internos, sobre todo para que aprendieran diferentes actividades, de manera que aprovechen ese tiempo en que están privados de su libertad para desarrollar sus habilidades, de manera que al ser devueltos a la sociedad, tuvieran la forma de encontrar un empleo digno.
Además, juzgó muy importante que el sistema educativo fuera de cobertura amplia, porque en los años de encierro, los internos necesitan espacios para aumentar su nivel cultural y sus conocimientos.
QUE NO CREZCAN LOS PROBLEMAS
El mayor, considera que todo directivo del centro de reclusión debe seguir el consejo de enfriar los problemas a tiempo y no dejar que crezcan, porque de lo contrario llegará un tiempo en que no se les podrá resolver.
Considera que los operadores del sistema penitenciario deben encontrar el tiempo oportuno para intervenir en cualquier situación, antes de darse por vencidos.
Agregó que lo más importante es revisar la situación que se presenta antes de resolver los problemas. Consideró que nunca se debe optar por mantener los problemas esperando, esperando y esperando, sino dando la oportunidad a quienes se encuentran en el foco de la crisis, para que vean resueltos sus asuntos y entonces, el ambiente penitenciario sea de tranquilidad.
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