Familia dedica todo el año a hacer piñatas

La piñata es un símbolo representativo en la cultura mexicana, principalmente durante la temporada decembrina, pues es considerada como uno de los elementos más importantes y significativos para la celebración de las tradicionales posadas.
La piñata original era una olla de barro a la que se le agregó papel de colores para hacerla más vistosa, con siete picos que simbolizan los pecados capitales y debían ser destruidos con los ojos vendados, que hace alusión a que la fe es ciega, y que con la ayuda de un palo que demuestra la virtud, se podía terminar con esas tentaciones.
Pero desde hace varios años, quienes se dedican a la elaboración de piñatas ya no utilizan ollas y se han sustituido por las que están hechas a base de papel periódico y engrudo, por considerarlo más práctico, además de que señalan que son de menor riesgo a la hora de romperla.
Para la familia Ulloa Sosa, dedicarse a la fabricación de piñatas a base de papel periódico desde hace más de 20 años se convirtió en una de sus principales fuentes de ingresos, así como una forma de continuar con la tradición mexicana y familiar.
Así lo expresó José Andrés Ulloa, quien ahora tiene 63 años de edad, al relatar que se inició en esa actividad por influencia de su madre, que comenzó con la elaboración de piñatas, de figuras a base de cartón y papel, incluso con cascarón de huevo, que fue vendiendo entre los vecinos.
“Mi mamá empezó a hacer Santa Claus y los sacaba a vender afuera de la casa, y fue como iniciamos en ello, las primeras nos salían todas chuecas, con el tiempo empezamos a perfeccionarlo más”, explicó.
Contó que, aunque el proceso podría parecer sencillo, pues los pasos son un tanto simples, esta actividad requiere de mucha paciencia, desde realizar el engrudo hasta colgar tiras de papel de china en cada uno de los picos.
Como primer paso, se empieza por forrar un globo con varias capas de papel, ya sea de periódico o de cualquier otro de catálogos o revista, después se debe colocar al sol, mínimo un día completo para que se seque en su totalidad, dicho proceso lo empiezan desde marzo, para en diciembre contar con al menos unas mil bolas de papel de diferentes tamaños.
“Tratamos de cubrir el globo con cuatro a cinco capas de papel, no más, porque queda muy dura y antes nos decían: es que se caen los picos y la bola nomás no podemos romperla”, explicó.
Una vez seco se debe retirar el globo, se coloca rafia en los extremos de la bola, que funciona como mecate para colgarla, después sigue el decorado, que consiste en pegar con silicón, los picos hechos con un papel metálico, y que son adornados con papel de china o crepé, al igual que el resto del cuerpo de la piñata, el diseño depende de la imaginación del artesano y los colores a utilizar.
Su esposa, la señora Marisela Sosa, detalló que fabrican piñatas de cuatro tamaños, la pequeña que tiene un precio de 35 pesos, y que por año elaboran alrededor de 500 piezas, la mediana de 130 pesos, es la más solicitada y se hacen hasta 600, la grande o a la que ellos llaman intermedia, se elaboran aproximadamente 50 con un valor de 250 pesos, y finalmente la jumbo de la cual solo se elaboran alrededor de 20 y tiene un precio de 350 pesos.
Desde marzo se preparan con el forrado de los globos, y para el decorado comienzan con las de menor tamaño, esto al considerar que son un poco más laboriosas, o tediosas, pese a esto, dijo que en los 27 años que lleva realizando ese procedimiento, siempre lo ha hecho por gusto, pues para ella es una forma de entretenerse y sentirse productiva, aunque platicó que hace varios años que todavía surtían a negocios como dulcerías y mercados, había días que sí se estresaba, ya que tenían varios pedidos que cubrir y llegaba a sentir mucha presión.
“Me gusta, porque me entretengo, pero también había días que me estresaba, pero se siente bonito, alegran la casa, para muchas personas es muy significativo, porque recuerdan a una persona que ya murió cómo adornaba su casa, vienen y me las chulean, es muy agradable trabajar la piñata”, dijo.
A partir del 12 de diciembre empieza la venta de piñatas, es decir cuatro días antes de las posadas, que es cuando la gente empieza a buscarlas.
Desde hace unos años ya no venden su producto a dulcerías, u otros negocios y decidieron venderlas de manera directa a la gente y sacar sus piñatas al exterior de su domicilio, que se ubica en la calle 20 de Noviembre, casi esquina con Avenida de la Paz, en la capital potosina.
“El que compra nos pide que le bajemos 10, 15 o 20 pesos y pues de amor al arte no vamos a vivir, por eso es que dejamos la venta sólo al público y no por mayoreo o para surtir negocios, porque no nos salía”, explicó.
Otro reto es vender sus piñatas a personas que no valoran el tiempo y la dedicación que requiere este oficio.
“La gente nos regatea mucho y les decimos que todo es artesanal, todo lo hacemos a mano, no en máquina, es un proceso tardado, pero luego las quieren más baratas, no piensan que uno trabaja mucho, aunque pudiera parecer fácil”, agregó.
Comentaron que la expectativa para cada año es vender toda su producción.
Durante el 2020, la pandemia les afectó considerablemente, ya que se les quedó una buena cantidad de piñatas, para el siguiente año redujeron su producción, pero tampoco terminaron toda su mercancía, por lo que confían que este año, que se ha recuperado un poco más la economía, logren vender todas sus piñatas.
“Dice mi esposo que le aumentemos el precio, pero yo le digo que ya quiero acabar”, bromeó.
Después de esta temporada, es decir terminando enero, continúan con la elaboración de piñatas de figuras de personajes, aunque la producción es menor, en comparación a las tradicionales estrellas, aunado a que son un poco más complejas por todos los detalles.
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